martes, 23 de julio de 2024

LOS PELIGROS DEL FUTBOL (I)

Por Amaro García Cuevas - @amaro_gc22SFC

Maradona, dijo en una ocasión:

El fútbol es el deporte más lindo y más sano del mundo, 
eso no le quepa la menor duda a nadie.

Muchos piensan así. En los orígenes de este deporte, la pasión por el fútbol de los primitivos jugadores que empezaban a practicarlo se transmitió muy pronto al aficionado. 

En el primer partido registrado en España en 1890 bajo las reglas de la football association, el público congregado para ver el desarrollo del partido que enfrentaba al Sevilla Football Club contra el Huelva Recreation Club, a pesar de ser un día lluvioso fueron, según cuentan, doce docenas de espectadores.

A quién le parezca poco, debe situarse en el contexto de la época para entender que era una situación inverosímil para la mayoría de los ciudadanos que tuvieron conocimiento del hecho. 

La curiosidad por ver como unos señores se dedicaban a patear un balón en paños menores fue suficiente aliciente para congregar la primera partida documentada de espectadores hispalenses,144. 

Pasados los años, con un aforo para 70.500 espectadores, desde el año 1975 al 1991 muchas veces se colgó el cartel de no hay billetes, sin poder precisar un máximo, pues a veces la afluencia de gente hacía que se acoplasen por las escaleras y se sobrepasara la cifra permitida, como la que se conoce del partido contra la A.D. Rayo Vallecano el 25 de mayo de 1997, que se anunció en el marcador del estadio la cantidad de 71.114 espectadores.

En aquellos iniciales tiempos, la gente se fue percatando de lo que era esa novedosa modalidad "sportiva", que funcionaba a base de carreras, empujones y patadas y a veces generaba lesiones que impedían a un jugador seguir en el partido. Las más de las veces la recuperación se daba con prontitud. En otros casos, dislocaciones y roturas de huesos podían afectar de un modo más considerable al deportista.

Ese público llegó a tomarse los lances de juego como algo personal. Gritaban, jaleaban, animaban….y también insultaban, arrojaban objetos o saltaban al campo para demostrar tanto alegría como indignación, llegándose a situaciones de extremo peligro para los jugadores.

La primera incursión de un aficionado en el campo para agredir a un jugador se narra en uno de los primeros partidos del Sevilla F.C.

El sevillista y sevillano Enrique Welton, con 20 años, recibió una patada en el estómago que le hizo caer al suelo en redondo. Atenta a las circunstancias del espectáculo se encontraba su señora madre, doña Josefina Niño, que al ver como su primogénito era víctima de un agresión producto de esa bárbara importación anglosajona, corrió furibunda tras el agresor abanico en mano para tomarse justa venganza en nombre de su pequeño.

Los periodistas que se veían obligados a escribir sobre foot-ball, tan ignorantes como el público, trataban de iniciar en los detalles de este deporte a los lectores con noticias que llegaban a sus manos, como aparece en La Unión Ilustrada de Málaga de diciembre de 1910

El juego de "Foot Hall" (sic)

Esta palabra compuesta de dos inglesas, significa literalmente, «pelota de pie». El juego consiste en pegar á una pelota grande y hueca, no sólo con el pie sino con la cabeza, con el hombro, con lo que se pueda, para hacerla rebasar el campo contrario y entrarla en la meta situada a la espalda del enemigo. 

Luego de esta somera explicación, advirtieron de las consecuencias que podrían generar su práctica.

Este juego, bastante brutal de por si, ha sido llevado a tal extremo en los Estados Unidos, que las últimas estadísticas acusan una herida de gravedad, o una muerte, por cada doce combatientes en juego.

No era una noticia aislada, pues otros diarios también se hacían eco del peligro que entrañaba, como apareció en La Provincia de Huelva de noviembre de 1909.

Los heridos durante la última temporada han sido numerosos. Dieciocho jugadores fueron muertos y ciento treinta y cinco heridos gravemente.

Pero con un matiz importante. Estos muertos y heridos hacían referencia al football americano, el llamado rugby, en dónde los jugadores salían habitualmente lesionados a pesar de ir forrados los jugadores con cueros y otras clases de protecciones.

Y no era algo puntual, pues en 1915, en El Correo de Andalucía, todavía se mostraban datos referentes a las desgracias ocurridas en América.

Según las estadísticas publicadas por la prensa norte-americana, en la última temporada de foot-ball celebrada en aquellas regiones resultaron a consecuencia de este deporte 14 jugadores muertos y 175 inválidos.

Pero al leer noticias de este tipo la preocupación hacía mella entre los familiares y amigos de los aficionados al football, que a veces no distinguían las modalidades recogidas en las distintas variantes de juegos con balón.

A raíz de la noticia publicada en 1909, una comisión de socios del equipo «Sevilla Balompié» acudió a la prensa para hacer una aclaración al respecto.

Nuestros visitantes, con objeto de calmar la alarma que tal noticia ha causado en las familias de los jóvenes que en esta ciudad se ejercitan en el expresado sport, nos ruega hagamos constar que se trata de juegos muy diferentes, no siendo peligroso el que aquí en Sevilla cultivan los aficionados.

Esa aclaración no quitaba qué el fútbol provocara accidentes. Por descontado. Y dolorosamente, también muertes. En la memoria sevillista tenemos los casos de Pedro Berruezo en 1973 y Antonio Puerta en 2007.

En cuanto a jugadas de un calibre violento podemos recordar el caso del futbolista del Real Madrid, Képler Laverán Lima Ferreira, más conocido por Pepe, que en 2009 agredió brutalmente al jugador Javi Casquero, del Getafe F.C. pateándolo en el suelo, pudiendo haberse producido una desgracia.

Esa violencia injustificada le costó varios partidos de sanción, pero en 1924, por una jugada corriente, al sevillano Antonio Jiménez Berrocal, que vivía en la calle Castilla 76, pudo suponerle, cuando contaba 22 años, una pena de 12 años de cárcel.

El caso, llevado a juicio describía cómo se produjo el luctuoso accidente y al pobre Antonio se le acusó de delito de homicidio por imprudencia.

El 11 de mayo de 1924 se enfrentaron en una competición de aficionados en la que el prestigioso comercio Al Siglo Sevillano donaba una copa, el Triana F.C. y el Chapina F.C.

El equipo de Triana iba ganando holgadamente en el segundo tiempo por 3-0 cuando se produjo la jugada así narrada:

… Manuel Cacao Sánchez tomó el balón casi desde la portería de su equipo, y corriéndolo triunfalmente atravesó las líneas de delanteros y medios contrarios, logrando también burlar al zaguero izquierda del Chapina, corriendo peligro la puerta.

En ese momento el zaguero derecha, Antonio Jiménez Berrocal, entró con fe al balón que traía Cacao, logrando meter el pie y sobreviniendo un choque entre los dos jugadores, cayendo al suelo el jugador del Triana, fracturándose el brazo derecho y falleciendo á los ocho días a consecuencia del tétanos que le sobrevino, porque tuvo la doble desgracia de que al romperse la piel, los extremos del cúbito y del radio del brazo roto rozaron el polvo del suelo.

Antonio, que estaba en libertad provisional, alegaba que tropezaron hombro con hombro

El, más débil que yo, vino a tierra, causándose la lesión.

      A la pregunta del fiscal de si acudió al hospital para ver al herido respondió:

No, señor. No fui por temor a la familia. Pero yo le juro que no lo hice á dré (con intención)

     No obstante, los compañeros del fallecido, en calidad de testigos, describieron la jugada de la siguiente manera:

José Fuentes Vera – …le puso el pie, cosa que no debe hacerse; pero que él lo hizo con descaro. Luego se apesadumbró mucho y no quiso jugar más.

Presidente del Triana FC – …Cacao iba con el balón a toda velocidad, y que Berrocal le puso el pie, cayendo a tierra.

Antonio Fernández Méndez –  …vio caer al jugador del Triana y que el procesado metió el pie para quitarle el balón al contrario.

A la pregunta del fiscal de si es corriente echar zancadillas contestó que no pero a veces se echan sin querer.

Con el juicio a punto de concluir, el público y el procesado salieron al patio, donde se comentaron las declaraciones de los testigos. El pobre Antonio estaba muy nervioso, no en vano le pedían doce años de cárcel y en su ánimo solo acertaba a decir que ni remotamente pensó en causar daño a su compañero y amigo.

Al reanudarse la vista, la conclusión del fiscal fue retirar la acusación y dejarlo en libertad.

Berrocal queda anonadado. La misma alegría hace que no pueda ni hablar. El ujier le dice que se puede marchar a casa, que está libre, y el muchacho, con lágrimas, queda en los corredores esperando á su defensor para darle las gracias.

A pesar de la alegría que le supuso a Antonio Jiménez Berrocal, la realidad es que otro pobre muchacho, Manuel Cacao Sánchez, falleció de un modo que ahora nos puede resultar anecdótico, pues a pesar de conocerse el tétanos y sus efectos, la vacuna o las pruebas realizadas estaban todavía por desarrollarse, siendo precisamente en 1924 cuando estaba en fase experimental.


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