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lunes, 23 de octubre de 2023

CRÓNICA DE UN ALUMBRAMIENTO

 


Amanecía un nuevo día lentamente, desembarazándose de forma casi imperceptible de su envolvente noche tornando la prolongada tiniebla en difusa claridad que no apuntaba a convertirse en certera nitidez.

Nada nuevo que trastocase aparentemente el orden natural establecido.

Marcaba el calendario un 10 de diciembre del año 2011. Sábado.

Ciertamente el día se revelaba como nuboso, con brumas matinales y pronunciados bancos de niebla que nos retrotraía a aquellas jornadas vividas en Escocia allá por mayo de 2007.

Recordaba esa mañana mientras pasaba de Triana a Sevilla por un enclave mítico, aquel puente desde el que algunos Zulús apedreaban los esquifes tripulados por “ rowingueros” de la talla de Johnston, Welton y compañía, muchos años atrás, en un día típicamente británico que impedía divisar el cercano muelle de atraque de los vapores de la MacAndrews.

Todo esto ocurría mientras se dirigían nuestros pasos a la recién creada Área de Historia del SFC para compartir, en equipo, algunas horas de estudio e investigación en esa mañana sabatina.

Poco a poco fueron apareciendo algunos de los componentes de esa maravillosa célula que, un presidente visionario y amante de la Historia del Sevilla, tuvo a bien dotar al Club bajo la genérica denominación de Área un 12 de octubre de este mismo año, apenas dos meses atrás.

El día anterior había recibido el grupo un aviso, a modo de “alerta roja”, sobre una pista que podría conducir al hallazgo del “Santo Grial” de la historia sevillista que se venía buscando desde varios años atrás y cuyo cerco se estaba consiguiendo estrechar geográfica y temporalmente hablando, gracias a las sucesivas pruebas irrefutables encontradas a través de un riguroso y científico procedimiento tal como la disciplina historiográfica requiere.

En esta ocasión se trató de un habitual colaborador, corresponsal del Reino Unido, que en aquellas fechas aún no poseía las credenciales de Vicecónsul.

Una vez facilitadas las coordenadas exactas y con la financiación facilitada por parte del encargado de administrar tanta locura, asentada  ahora en las mismísimas entrañas del Ramón Sánchez-Pizjuán, se puso al mando de la operación, manos a las teclas, una de las personas más lúcidas y brillantes dentro del Sevillismo, que con la maestría y paciencia necesaria requerida por un parto de esta naturaleza, fue arrancando, extrayendo, desgranando palabra por palabra, letra a letra, la mayor Verdad revelada en toda la Historia del Sevilla Fútbol Club.

Asistían impávidos al acontecimiento otros dos miembros del grupo, uno de ellos, enorme investigador, que algún que otro compañero recuerda porque en unos segundos y con la simple apertura de una puerta, le ofreció una visión que nunca ya olvidaría. ¡Cuentan que vio la Grandeza!

El otro era un recién llegado al grupo, poco más de un mes compartiendo este hervidero de conocimiento, aunque llevaba años dedicado al estudio.

¡Aquí no te mete nadie, entras tú sólo! Le decían los demás.

El neonato iba saliendo y unas veces balbuceaba, otras farfullaba pero siempre con vocablos anglosajones que el Jefe de operaciones iba poniendo en orden, junto a los asistentes.

Al cabo de media hora aproximadamente, el bebé estaba fuera con una partida de nacimiento inequívoca y ajustada a la legalidad como todas las criaturas debieran traer bajo el brazo y enseñar cuando vienen a este mundo.

No había lugar a dudas. Era la prueba definitiva.

El acta fundacional del Sevilla Fútbol Club.

Los asistentes al alumbramiento desde el minuto uno y con los nervios propios de un momento tan esperado y trabajado, comenzaron con la traducción e interpretación del texto emanado de una fuente primaria y directa, tomándose las necesarias notas y apuntes correspondientes.                           

Para que la fiesta fuera completa, se personaban en el lugar de manera absolutamente casual para completar el cuadro, ejerciendo en este caso, como testigos ocasionales del evento y a modo de fedatarios del mismo, un conocido periodista clave en determinados momentos de la historia del Club y una afamada colaboradora de la radio y televisión del SFC.

¡Este y no otro fue el momento elegido!

El año que partió Agustín Rodríguez no nos iba a abandonar sin ofrecernos el fruto que nuestro admirable amigo tan delicadamente había sembrado.

Este fue el alumbramiento

10 de diciembre de 2011

A partir de este recordado instante, la Historia Sevillista continuaría escribiéndose sobre una base sólida, certera y justa. Sin olvidar a nadie.

 

 

miércoles, 13 de septiembre de 2023

UN HIJO SESENTÓN VIVIENDO EN CASA

 

Presentación de D. Manuel Zafra y D. Antonio Sánchez, presidentes del Sevilla Club de Fútbol y Sevilla Atlético Club respectivamente, a los jugadores de este último equipo.

Por Pedro J. Sendra

En el marco de este nuevo proyecto en el que tengo el honor de haber sido invitado a participar, me voy a estrenar con una breve entrega dedicada a ese vástago fiel que tantas alegrías ha aportado también a la casa y causa sevillista.

Se trata obviamente de nuestro segundo equipo, el Sevilla Atlético Club.

Un conjunto engendrado desde el entorno de la cantera para situarlo como cabeza visible de la misma y que cumple 64 temporadas a la sombra de su protector pero que descubriremos que no siempre fue exactamente así.

Ya nació dotado de una singularidad propia al asignársele equipación, escudo y nombre diferente, asunto este pionero respecto a otros clubs de la época.

Su devenir en la década de los años 60 fue fulgurante consiguiendo dos campeonatos de Tercera División, debutando por primera vez en la categoría de plata del fútbol español y copando los primeros puestos de sus respectivas competiciones.

Al inicio de la temporada 1966-67 la situación del Sevilla Fútbol Club es la de un club con poca capacidad de maniobra por sus compromisos económicos reflejados en un pasivo que ascendía a 134 millones de pesetas, con unas pérdidas del ejercicio anterior de 10.100.000 ptas., una organización manifiestamente mejorable y para colmo unos terrenos edificables de su propiedad con un alto valor colindantes al estadio habían sido considerados por el Plan de Ordenación Urbana del sector como zona de aparcamientos.

El recientemente elegido presidente D. Manuel Zafra toma una serie de decisiones tendentes a solucionar la situación económica con aportaciones de los socios, como siempre ha ocurrido en este club, y un programa de reducción de gastos que también afectaría al filial que, para la presente temporada, bajo la presidencia por segunda vez de D. Antonio Sánchez Ramos vestiría como tradicionalmente lo ha hecho el primer equipo sevillista con camisetas y pantalones blancos.

Nueva temporada, nuevo equipo, nuevo uniforme, nueva victoria. Así ocurrió en el “Marqués de Varela” de San Fernando con victoria por dos a cuatro ante el equipo local el día 11-9-1966.

La siguiente temporada, 1967-68, el Sevilla Atlético como subcampeón de su liga opta a disputar la promoción de ascenso a Segunda División pero tiene que renunciar tras el descenso por primera vez en su historia del Sevilla Fútbol Club a esta categoría.

El fútbol emergente del filial enamora y contagia a sus aficionados que contrasta con el mal momento que atraviesan sus mayores. Comenzaron a soplar vientos en las alturas que rolaban hacia soluciones drásticas que afectaban al Sevilla Atlético … pero ahí estuvo su presidente el sempiterno “tío del puro” para reconducir las perturbaciones atmosféricas.

En los años noventa, tras unas actuaciones de remozamiento en la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros Palacios se comienzan a programar en este escenario los partidos del filial y del primer equipo juvenil obteniendo el Sevilla Atlético Club en su primer partido oficial de esta temporada 1991-92 la victoria ante el Atlético Palma del Río por tres tantos a cero el 1-9-1991.

Otro cambio importante en esta temporada, ahora por decisión federativa, sería la sustitución de nombre obligado para todos los filiales, que consistía en añadir a la nombradía del primer equipo la letra B por lo que pasó a denominarse Sevilla FC “B”.

En mi opinión creo que la causa última de esta reglamentación trataba de evitar lo establecido en la normativa del RD 1084/1991 de 5 de julio sobre Sociedades Anónimas Deportivas que, entre otras cosas, obligaba a presentar cuentas anuales por separado a los filiales con denominación distinta al club matriz.

Una vez comentados de forma somera los cambios formales y externos experimentados por el Sevilla Atlético Club a lo largo de su existencia concluimos con la vuelta al sentido común que reclamaba la preservación de la historia de nuestro filial, y ello supuso el rescate de su vestimenta habitual de camiseta blanca con franja roja, pantalón negro y medias negras con vuelta roja como primera equipación, así como su escudo que, por cierto, según testimonio oral a mi persona hace pocos años por un secretario técnico del club ya fallecido “Al principio el escudo sólo tenía la banda, no estaba la giralda”.

Todo ello ocurrió en el partido de ida correspondiente a la eliminatoria para el ascenso a Segunda División frente a la Unión Deportiva Salamanca en el Ramón Sánchez-Pizjuán el 13 de junio de 2006.

Para la temporada 2006-07, junto a lo ya expuesto, se recuperó igualmente la denominación original del equipo “Sevilla Atlético Club” tal como había quedado aprobado por unanimidad en la Junta General de Accionistas del Sevilla Fútbol Club del 16 de diciembre de 2005 presidida por José María del Nido Benavente.