Por José Melero - @JoseMelero1
Desde siempre me sentí atraído por la historia del fútbol. Siendo un niño, mi padre me hablaba de aquel Sevilla FC que ocupaba sus tardes de ocio en su juventud, en los primeros años cincuenta, en aquella Sevilla de posguerra. Un Sevilla FC en blanco y negro con el que fantaseaba y unos jugadores que se convirtieron a fuerza de oír sus gestas en mis primeros ídolos. Campanal, Busto, Pepillo, Arza, Domenech… y don Ramón Sánchez Pizjuán. Todo un señor me decía mi padre.
Rulaba por mi casa una historia del Sevilla FC que creo recordar le había regalado a mi padre un tío mío. Tres tomos que editaba "Biblioteca de Ediciones Andaluzas", con la firma de Manolo Rodríguez López, Tomás Furest Rivero y José Manuel García González, con Manolo Ruesga Bono como responsable gráfico. El prólogo era del presidente sevillista Eugenio Montes Cabeza. Todavía anda por mi casa. Recuerdo preguntarle a mi padre por tal o cual jugador, por tal o cual partido y por las mil y una anécdotas que da el futbol y que yo suponía que él había conocido de cerca.
Con los años comencé a intentar empaparme de la historia del Sevilla FC, leía todo lo que llegaba a mis manos. Poco, la verdad, puesto que en aquellos años desgraciadamente el club no se preocupaba por transmitir una imagen actualizada de su historia.
Luego llegó el Centenario y me topé por casualidad con un libro que iba a despertar mi curiosidad y mi hambre por investigar. Se trataba de "Primeros pasos del foot-ball sevillano", escrito por el que luego sería mi amigo Juan Castro Prieto. Ese libro supuso todo un descubrimiento para mí, por lo novedoso, por como estaba escrito y porque relataba una historia que no era la que yo había leído antes. Una historia llena de tópicos, clichés y leyendas urbanas que no estaban documentadas y que, sin embargo, estaban muy extendidas en el subconsciente de los aficionados al fútbol en nuestra ciudad.
Tras leer el libro, que devoré en poco tiempo, y con ese escepticismo que siempre me ha acompañado, me dirigí a la Hemeroteca Municipal, a comprobar que todo lo que se escribía en él era cierto. Hay que señalar que aún no conocía a Juan y, por lo tanto, no conocía de su honradez y rigurosidad. Me pegué varios días en la Hemeroteca verificando todas y cada una de las citas que acompañaban al texto. Un día tras otro iba en peregrinación a la calle Alhóndiga a saciar mi curiosidad. "El Liberal", "El Correo de Andalucía", "El Noticiero Sevillano", "El Porvenir"… Hojeando y ojeando los diarios que me iban a demostrar que además de que estaba escrito con una cronología impecable, se podría decir tranquilamente que todo lo que se había plasmado en esas páginas era de una autenticidad y de una veracidad incontestable.
Y como siempre digo, desde aquellos días no volví a salir de la Hemeroteca. En cuanto podía escaparme del trabajo, los días libres o los días que salía antes, me pasaba las horas y las horas buceando en archivos, revistas y en los periódicos microfilmados que allí había y que hacían que me sorprendieran por cada descubrimiento.
También es cierto que escogí una época de la historia fascinante, una época donde la transformación del futbol se plasmaba en la prensa y motivaba que mis ganas de investigar se incrementaran por cada hallazgo o revelación. Un fútbol donde sus protagonistas habían pasado de aquellos sportsmen altivos a unos jugadores que pertenecían a una clase social más baja, donde una prensa que apenas publicaba pequeñas reseñas futbolísticas escritas de forma irregular por los mismos protagonistas del balón, pasó a dar cabida a unos profesionales del periodismo deportivo que cada vez eran más extensos y ecuánimes en sus crónicas. El fútbol crecía, se transformaba y fluía de igual manera que lo hacía la sociedad. Y todo lo hacía de forma vertiginosa ante mis ojos. Se pasó de aquellos terrenos de juego sin vallar a modernos recintos con gradas y tribunas a las que accedían miles de personas pagando su correspondiente localidad. Se incorporaron nuevos roles dentro de los clubes: entrenadores, secretarios técnicos, médicos, contables…
En definitiva, iba descubriendo como el fútbol se iba abriendo paso y despertaba en mí una pasión por conocer su origen y su desarrollo. Una pasión por su historia.
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