Por José Melero - JMelero1
Muchos habréis creído al leer el título del articulo que os iba a hablar de un futbolista extranjero, de ascendencia británica. Pues se equivocan de medio a medio. Spencer era sevillano, nacido en la calle Betis, el 4 marzo de 1897 y bautizado en Santa Ana, en "la pila de los gitanos". Un trianero que se vanagloriaba de serlo y que se llamaba en realidad Enrique Emilio Manuel de la Santísima Trinidad Gómez Muñoz.
Spencer venía de una familia de marinos, su padre D. José Goméz era maquinista naval, y estaba casado con Dª Carmen Muñoz, datos que conocemos gracias al investigador Pedro José Sendra . Siendo muy niño falleció su progenitor, lo que dejó a la familia en una situación económica muy delicada, así que el pequeño Enrique conoció desde muy niño la escasez. Su madre lo colocó como aprendiz de mecánico, buscando con ello que tuviera una profesión que en un futuro le permitiera poder ganarse la vida y de camino aportar unas pesetillas para una familia que necesitó de la ayuda de sus parientes más cercanos para salir adelante.
Pero al pequeño Enrique lo que le gustaba era el fútbol. A menudo se le veía por el campo sevillista del Mercantil con su blusilla azul de aprendiz de mecánico, en espera de que el balón llegara junto a él para intervenir en el entrenamiento del equipo blanco, como aquellos maletillas antiguos que con la esperanza de pegar unos muletazos en los tentaderos vagaban por caminos y dehesas, en busca de una oportunidad.
Sobre el apodo de Spencer se ha escrito mucho décadas después de su muerte, la mayoría de las veces con teorías poco verosímiles. Se ha dicho que el sobrenombre le viene por el parecido físico con el zaguero Thomas Spencer, jugador y fundador del Jerez Football Club. Se decía que era rubio, de tez blanca y con pecas en la cara, igual que el británico jerezano, algo que viendo las fotos que existen del sevillista caen por su propio peso. También se ha llegado a escribir que lo de llamarse Spencer era para evitar que su padre, al leer las crónicas de los partidos en los periódicos, descubriera que se dedicaba a jugar al futbol, algo que tenía prohibido, puesto que su padre tenía pensado que se dedicara a estudiar medicina. Esta teoría también se diluye si tenemos en cuenta que su padre falleció siendo el pequeño Enrique muy niño.
Para encontrar la verdad del porqué del sobrenombre de Spencer nos tenemos que ir a las fuentes más cercanas, a cuando el trianero jugaba en el Sevilla Footbal Club y falleció repentinamente. En realidad ese inglesote fundador del Jerez Football Club del que hablábamos anteriormente, era muy famoso en la Andalucía futbolera del momento y por consiguiente entre los aficionados sevillanos, que iban a verlo jugar cada vez que venía a nuestra ciudad con su equipo. Era un futbolista fuerte, hercúleo y de una estatura descomunal. Enrique Gómez jugaba de defensa al igual que el británico, y lo hacía con la misma soltura, dominio y eficacia, y sus amigos, por contraste, empezaron a llamarlo Spencer, como ditirambo elogioso al pequeño Enrique. Un sobrenombre que gustaba a sevillano y que con el pasar de los años le haría famoso en toda España.
Spencer empezó jugando en el modesto Victoria F.C., pasando luego por el Athletic Club de Sevilla y el Recreativo de Sevilla, donde jugó su último partido con este equipo el 19 de julio de 1914, en partido frente al Andalucía Football Club, jugando de interior derecha.
Es de este equipo de donde es fichado por el Sevilla Footbal Club por el presidente sevillista Paco Alba, que hacía las veces de "patrón de pesca", que era como se denominaba a los ojeadores de los clubes. Con Paco Alba le unía no solo la coincidencia de posición en la que ambos jugaban sobre el terreno de juego, interior derecha, sino una fraternal amistad que hacía que fueran inseparables, donde Spencer veía al presidente sevillista como su más decidido amigo y protector. En la tienda de bicicletas y motocicletas que tenía el dirigente sevillista en la calle Francos, solían compartir charlas y era el lugar donde acudía Enrique cada vez que necesitaba algo del club. Cuando Paco Alba murió, en plena juventud, fue Spencer entre sus amigos el que más hondamente le afectó la desgracia. Rara vez hablaba Spencer de asuntos del Sevilla, que no tuviera enseguida un recuerdo para su antiguo amigo. ¡Si Paco viviera! Esa era la exclamación que tenía cada vez que la conversación discurría sobre interioridades y conflictos del Sevilla FC .
El debut de Spencer con el equipo sevillista se produjo el 18 de octubre de 1914, en partido disputado frente al Real Betis FC, equipo que se había reorganizado tras estar prácticamente desaparecido y que volvía con el título de real bajo el brazo, antes de unirse con el Sevilla Balompié. El trianero debutó acompañando a Trujillo en la defensa blanca. Poco después el capitán sevillista Tornero, dada la velocidad tan característica de Spencer, decidió que donde mejor rendimiento podía darle al equipo era en el interior derecho, posición en la que vino a sustituir a Ramos "el Cerillero", que ocupaba esa demarcación hasta ese momento.
En realidad, Spencer encajaba mal en aquel fútbol español tan cimarrón. Su apodo británico, podía confundir a la gente al asociarlo con aquel estilo de juego anglosajón, que tan hondo había calado en el futbol patrio. Futbol de contacto y pase largo, el kick and rush, "patea y corre".Y Spencer no era así. Era estilizado y enormemente elegante. Ágil. Rápido. Trabajador.Oportunista. Y sobre todo un as en el arte de driblar contrarios. Hasta el punto que la propia afición le recriminaba a veces que se pasara de rosca con los regates. Fue recordado por mucho tiempo aquel derbi en el que en una misma jugada regateó hasta siete veces al bético Ramos, ante el delirio del público del Mercantil.
Pero pese a la exquisitez de su juego, que lo llevaba a ser un claro exponente de la "escuela sevillana", Spencer era un portento físico. Además del fútbol practicaba otros deportes. Montaba en bicicleta, dominaba el billar, era un buen gimnasta y le encantaba correr a pie, consiguiendo en esta última modalidad varias victorias de las que conservaba medallas y otros premios. Llegó a correr los 100 metros en tiempos de récord. En ocasiones le decía a sus amigos que de no haber sido futbolista, lo que le hubiera gustado más es haberse dedicado al atletismo.
Para redondear su personalidad, Spencer era noble sobre el terreno de juego, no se le conoció una entrada brusca y violenta. Jamás fue expulsado y no devolvía las patadas que sufría a mansalva. Durante los partidos solía escucharse un ¡Dale!, cuando recibía la pelota, anuncio del golpe que nunca devolvía. Era el medio habitual de quitarle el balón.
El 22 de marzo de 1915 en San Fernando (Cádiz) el joven Spencer iba a protagonizar un hecho insólito. Ocurrió en la final de la Copa Santo Mauro, en la que el Sevilla FC venció al Español de Cádiz por dos goles a uno. El joven sevillano pasaría a la historia por realizar lo que después fue denominada como “chilena”, un hecho que aunque esté recubierto de cierta controversia sobre cuál fue el primer jugador que estrenó esta técnica, la realidad es que está documentalmente probado que donde se realizó por primera vez no fue en Chile sino en San Fernando, y por un sevillano del barrio de Triana.
En noviembre de 1917, en un partido frente al Britania, Spencer iba a estrenarse en una posición nueva para él, como era la mediocentro, la posición que ocupaba Tornero, una nueva demarcación que no convenció al capitán del equipo Kinké, que había llegado al club blanco unos meses antes y que sustituía en la capitanía precisamente a Tornero, fallecido el 7 de agosto de ese año a los 23 años de edad, a causa de unas fiebres tifoideas.
Con la llegada de Kinké al Sevilla, Spencer se asentó en su posición de interior derecha y adquirió una madurez en su juego que fue propiciada por los consejos del capitán sevillista, con el que formó un dúo diabólico, que hacía levantar al público en cadA internada del trianero que normalmente acababa en gol del catalán. La sociedad que formaron ambos se fraguó principalmente en aquellos viajes en tren para marchar a aquellas ciudades españolas y extranjeras donde jugaba el Sevilla de visitante. Unos viajes que exigían paciencia ante las largas horas de traqueteo sobre los duros asientos de tercera, amenizados con juegos de cartas y mucha conversación.
Spencer era uno de aquellos profesionales marrones o profesionales encubiertos que cobraban por jugar. El profesionalismo no le pilló, ya que cuando se instauró en España, Spencer ya había fallecido unos meses antes. Pero el interior derecha sevillista ya había protagonizado algunos escarceos “profesionales” antes en otros clubes. El primero en Oviedo, donde marchó a hacer el servicio militar y donde jugó algún partido de campeonato con el principal equipo de la ciudad asturiana. Poco después sería el poderoso futbol catalán el que tentó al delantero sevillista. Sería el RCD Español de Barcelona el que se empeñó en que el interior derecha blanco vistiera su elástica. Para ello movió cielo con tierra, llegando incluso los dirigentes periquitos a entrevistarse con el alcalde de Sevilla. En cualquier caso, todo intento resultó infructuoso, ya que el Sevilla, apoyado por la Federación Regional Sur, le negó el transfer. El jugador finalmente regreso al club, jugando con el equipo sevillista en diciembre de 1922, siendo bien acogido por la entidad y la afición, para la que el delantero era su ojito derecho.
Pero para que estos equipos se fijaran en el trianero, antes tenía que haber alcanzado el jugador su cenit futbolístico, como así fue. Con la llegada en 1921 de León a las filas sevillistas, se completaba así la famosa "Línea del miedo", la cual causó sensación en toda España. Escobar, León, Kinké y Brand, resaltaron más si cabe el juego del interior sevillista.
Y poco después llegó la internacionalidad, una internacionalidad que debió de haber llegado antes, dado que fue un firme candidato acudir a las Olimpiadas de Amberes de 1920, pero que por diferentes motivos no acudió a la cita olímpica, al igual que algunos de sus compañeros de equipo. Así que su debut como internacional fue un 16 de diciembre de 1923 en Sevilla, en el campo sevillista de la Avenida Reina Victoria, donde el combinado nacional se enfrentó a Portugal a la que venció por tres goles a cero. En el
mismo partido estrenaba internacionalidad su compañero Herminio, que ocupó el puesto de defensa izquierdo. Y pudo hacerlo su compañero en la delantera Brand, si no fuera porque los seleccionadores españoles José García Cernuda y Pedro Parages se decantaron por el madridista Del Campo para ocupar la posición de extremo izquierda, con el consiguiente enfado de los aficionados sevillanos que la tomaron con el delantero del Real Madrid.
Hasta ese momento, Spencer había jugado en todas las líneas del campo desde que fichó por el Sevilla: defensa, centro del campo y delantera. Solo le faltaba una… la portería. Y eso se iba a arreglar el 20 de enero de 1924, en partido disputado en el campo del Patronato del Real Betis, en un derbi en el que el Sevilla FC venció a los verdiblancos por 2-4. Ocurrió que a resultas de una jugada en la que el jugador bético Castañeda choca con el portero sevillista Avilés, resultando lesionado este, su lugar en la portería hubo de ser ocupado por el bravo Spencer, al no estar permitido en esa época los cambios. No sería la última vez que el interior sevillista jugara de guardameta…
Mientras tanto, el interior sevillista seguía encandilando con su juego, algún acto de indisciplina propios de aquellos años donde no existía el profesionalismo, pero se le exigía a los futbolistas una total y plena dedicación al fútbol, y poco más que contar. A reseñar solo una nueva llamada de la selección en diciembre de 1924 para disputar un supuesto partido frente al combinado austriaco, que finalmente no se disputó.
A principios de diciembre de 1925, Spencer empieza a sentirse indispuesto al finalizar los entrenamientos. Al principio creyó que se debía a la dureza de estos, que desde la llegada de Ramón Encinas se habían intensificado. Pero la insistencia y la agudización de los dolores tras un detenido reconocimiento vinieron a descubrir que la cosa era más seria, hasta el punto de ser precisa una intervención quirúrgica, puesto que lo que padecía el bravo jugador sevillista era una apendicitis. Y el 8 de diciembre de 1925 fue operado por los doctores López Rico y Royo. Aunque se presentaron algunas complicaciones realizaron la operación con final feliz.? Hay que resaltar que lo que hoy en día resulta una sencilla intervención, no lo era tanto en aquella época.
El jugador siguió entrenando con aparente normalidad, Spencer era un hombre sano, fuerte, que se cuidaba con auténtico celo, para estar siempre a punto en el deporte al que se dedicaba.Pero a finales de enero de 1926 vuelve a recaer y es intervenido de nuevo el 26 de enero de 1926.
El Sevilla Football Club se preparaba para recibir al Real Madrid en partido del Campeonato de España a mediados de marzo, mientras la prensa hablaba del estado de Spencer que llevaba unos días en los que había recaído y sus dolores se habían intensificado. Se hablaba de que la gravedad no había desaparecido y que el futbolista había pasado la noche anterior tranquilo.
Pero el desenlace no pudo ser más trágico, unas horas antes de que sus compañeros saltaran al terreno de juego del Reina Victoria para enfrentarse al Real Madrid en partido de Copa, Spencer había fallecido en su domicilio de la calle Harinas, a la edad de 28 años. Aquel futbolista que en su niñez merodeaba el campo del Mercantil para seguir de cerca a sus ídolos futbolísticos, aquel jugador que llegó a inventar la “chilena” y a ser el primer internacional andaluz de la historia, dejaba de existir en aquella mañana del 14 de marzo de 1926.
Mientras, en el abarrotado campo sevillista, la alegría y la algarabía de otros partidos se tornaron en tristeza y desolación por un público que mantuvo un impresionante silencio, solo roto por un murmullo que giraba en las conversaciones en torno a la prematura muerte de Spencer. Tantos los futbolistas de los dos equipos, como el árbitro y los jueces de línea, salieron al campo portando brazaletes negros en señal de duelo y un empleado del club paseó lentamente cara al público una pizarra donde se podía leer lo siguiente:
"Al silbarse el comienzo del partido se guardará un minuto de silencio en memoria de Spencer, fallecido esta mañana. Rogad por él".
El árbitro, Pelayo Serrano, reunió a los capitanes Ocaña y Escobal y les dirigió unas palabras. Se alinearon los equipos y el colegiado hizo sonar el silbato. Los espectadores, como movidos por un resorte, se pusieron en pie, mientras los jugadores permanecieron rígidos en sus puestos. Era un momento de una emoción indescriptible. Diez mil personas rindieron aquel minuto de silencio en un emotivo homenaje al jugador sevillano. No se oyó ni un ruido, ni una voz, ni un grito. Nada.
Al terminar el partido, los jugadores de los dos equipos se personaron en el domicilio del difunto, donde los jugadores del Real Madrid condujeron el féretro hasta la Plaza Nueva, donde se despidieron para coger el expreso que les llevaría a la capital de España.
Desde la Plaza Nueva hasta la Alameda de Hércules el ataúd fue llevado a hombros por los jugadores, socios y directivos del Sevilla FC, que se fueron turnando. Una vez allí fue colocado el féretro en el coche fúnebre, siguiendo así hasta el cementerio.
El traslado del cadáver fue una gran manifestación de duelo, asistiendo millares de personas, en el que no faltaron coronas y telegramas desde todos los puntos de España. Incluida la de Thomas Spencer, aquel inglés jugador del Jerez Football Club del que el jugador sevillista tomó su nombre.
En el cementerio presidieron el duelo su madre Dª Carmen, su hermano Francisco y otras personas de su familia, el presidente del Sevilla FC, barón de Gracia Real, así como algunos directivos sevillistas, entre los que estaba Juan López García, el cual no abandonó a Spencer en ningún momento desde que ingresó en la clínica para ser operado.
Fueron estos años veinte una época de triunfos deportivos del Sevilla FC, pero también lo fueron de desgracias sufridas por figuras del club que desaparecieron a edad temprana. Paco Alba, exjugador y expresidente, falleció a los 31 años, el centrocampista Tornero, a los 23 y Enrique Gómez Muñoz, "Spencer", a los 28 años de edad.
El 8 de junio de 2012 fue inaugurado en el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán un mausoleo en su memoria y en la de los dos personajes citados. Sirva estas letras además como pequeño homenaje para los tres.
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