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jueves, 16 de noviembre de 2023

MANUEL LARUMBE LEGUÍA

 

Manolo Larumbe, el día de tan desdichada lesión.

Por Alejandro Antúnez

Generalmente, cuando leemos u oímos acerca de las lesiones que sufren los futbolistas, tan solo reparamos en el tiempo que les va a conllevar de baja o el número de partidos que se va a perder con el equipo. Salvo excepciones apenas fijamos nuestra atención en el verdadero problema físico que supone una rotura de menisco, una luxación de tobillo o una simple distensión muscular por sobreesfuerzo.

La medicina avanza inexorablemente, los métodos de detección son mejores cada año y los tratamientos se optimizan casi cada mes. La especialización a día de hoy es tan alta que ya existen profesionales especializados en cada pequeña parte del cuerpo.

En el año 2023, una rotura parcial de fibras musculares o de grado 2 puede mantener al jugador apartado de los terrenos de juego unas 3-4 semanas en el mejor de los casos.

 Pero hace 100 años no era así. De hecho, no era ni mínimamente parecido.

Hoy quiero mantener encendido el recuerdo de Manuel Larumbe Leguía, guardameta navarro nacido en 1899 que, tras proclamarse Campeón de España de segunda categoría en 1922 con el New Club de Bilbao, llega a las filas del Sevilla FC de la mano de Don Luis Ybarra.

Debuta con el primer equipo el 24 de abril de 1922, en amistoso frente al Pontevedra Athletic Club, en el campo sevillista de la Reina Victoria, estrenándose con victoria por 5 a 2. Tras el partido la prensa decía de él: "Larumbe agradó bastante, y se le ven cosas de gran estilo, de guardameta hecho y enterado de lo que es la portería".

En los meses de diciembre de 1922 y enero de 1923 es cuando “Manolo” más juega en el primer equipo sevillista, llegando a realizar varias brillantes actuaciones, y llegándole a disputar seriamente la titularidad a todo un gigante como Eduardo Avilés.

Pero el 14 de enero de 1923 se cruza el infortunio en su vida. Jugando con la Selección Andaluza frente a la Gallega, y a los pocos minutos de juego, Larumbe recibe un disparo de Polo a bocajarro, cobrando un balonazo descomunal en el abdomen. Manuel queda en principio tumbado en el área pequeña, y aunque parece recuperarse y continúa jugando, se queja de terribles dolores en la zona abdominal. Aún así termina el partido como puede, siendo después trasladado “con gran cuidado” a su domicilio.

Tan tremendo traumatismo le había provocado una rotura en la musculatura abdominal, de la que no podemos saber si era parcial o completa. Aunque el buen navarro reaparece en mayo, está mermado y ya no es el mismo. Sus apariciones son contadísimas desde entonces, y el 19 de junio de 1924, tras un partido en Cádiz, Manolo cuelga los guantes, dejando el balompié a los 25 años y con tan solo 11 encuentros amistosos como sevillista.

Posiblemente como consecuencia de no haberse retirado a tiempo de aquel fatídico encuentro, y de continuar demasiados minutos estirando y contrayendo una musculatura dañada, en lugar de dar reposo inmediato para que el tejido cicatricial se organizase adecuadamente, el noble parénquima muscular quedó lisiado y deteriorado para siempre, y Larumbe no pudo llegar a más que una promesa, como tantos otros.

Aunque puede ejercer unos años como ingeniero tras su retirada, Manuel Larumbe fallece muy joven en Irún, en febrero de 1936, consecuencia de una pertinaz enfermedad.