Por Pedro J. Sendra @pedrojosesendra
Cuando a finales del siglo XIX un grupo de británicos, fundamentalmente escoceses, decidieron coger unos remos o correr en torno a un balón lo hacían para fortalecer los músculos que no ejercitaban en sus habituales jornadas laborales en gran medida sedentarias.
Desconozco si estos pioneros de
la actividad atlética y deportiva, así como los sevillanos que se les unieron,
llegarían a imaginar que el juego de pelota que practicaban e introdujeron en
nuestra ciudad bajo el título de Sevilla Football Club supondría para sus
continuadores no sólo un argumento para el desarrollo físico sino una razón de
vida englobada en las siglas SFC que aquellos eligieron.
Pronto comienza la prensa a
hacerse eco de lo que venía sucediendo en Sevilla y nos dice que, a principios
del nuevo siglo, en 1908 la sociedad de Football de Sevilla ya contaba con 80
socios practicantes (equipiers) como para formar cinco equipos (teams). El año
1913 queda constancia escrita de la constitución del equipo infantil de la
citada sociedad.
De este equipo, pocos años
después, los elementos más virtuosos o de mayor valía del grupo se fueron
integrando en el primer equipo del Sevilla Football Club como Santizo, Ismael,
Ocaña, Castañeda, Barrero, Sedeño o el propio Brand que así lo contaba en
entrevista publicada en ABC el 9 de diciembre de 1955.
Pero no siempre se llegó al éxito
por la misma senda y aquí radica la particularidad de la que toca hablar en el
escrito de hoy.
La afición por practicar este
deporte ya estaba suficientemente extendida por toda la ciudad, pero las
posibilidades de alcanzar un puesto en el equipo titular del campeón de
Andalucía y referencia en el sur de España eran escasas para los que profesaban
la fe sevillista debido al gran número de candidatos, las pocas plazas
disponibles (no más de once) y el nivel exigido que sólo se podría obtener en
plena competición.
Esta fue la causa y el origen de
la creación de un equipo de fútbol por parte de un grupo de amigos y antiguos
alumnos de los Jesuitas del Palacio de Villasís, seguidores y socios
sevillistas, que gustaban de practicar fútbol y que, a su vez, les permitía
mostrarse en el escaparate de tan bello sport por si el club de sus amores
lanzaba sus redes por aquel caladero.
Uno de los que participó en la
fundación del equipo, según confesaba él mismo, fue Antonio Calderón Hernández
durante su etapa de estudiante de medicina que, aunque no llegó a jugar, su
afición al fútbol le llevó a adentrarse en el mundo del arbitraje y a ejercer
como directivo del Sevilla FC, así como a presidir la Federación Regional Sur.
El proyecto vio la luz a
principios de la década de los años veinte con un marcado acento y proximidad
al Sevilla Football Club, debido a las preferencias deportivas de la mayoría de
sus integrantes que convinieron en denominarlo Nevera F.C., probablemente como
referencia y/o reclamo del buen estado de conservación de sus futbolistas de
cara a ser llamados para empresas superiores en algunos casos y en otros
contrariamente serviría de refugio a jugadores que ya lo habían sido del decano
de la ciudad o simplemente con afanes de colaboración o disfrute de la práctica
deportiva con una menor exigencia.
En uno de sus partidos celebrado
el domingo 21 de mayo de 1922 frente al Club Deportivo Sevillano, al que vencen
por cuatro goles a cero, el diario El Noticiero Sevillano nos describe en una
breve crónica la relación de jugadores del Nevera FC que paso a reflejar a
continuación:
López, Llera, Relimpio, Maján,
Barrero, Rowe, Acedo, Delgado, Iturri, Díaz Domínguez y Octavio.
Al hilo de esta alineación y sin
ánimo de extenderme en demasía es justo detenerse en algunos de ellos como José
Luis Relimpio Carreño, médico, amigo y compañero de José Manuel Puelles de los
Santos (médico del Sevilla Football Club en esos años), que desempeñó el cargo
de Delegado de Trabajo en Sevilla del
Gobierno de la República y correría, junto a su amigo, la misma suerte; Juan
Pablo Barrero del Noval, jugador del Sevilla F.C. y del R. Madrid que ejerció
como Notario en su vida profesional; Jorge Rowe de Pablo, afamado industrial de
nuestra ciudad sucesor en el ramo de la maquinaria industrial y agrícola de la
muy antigua y prestigiosa casa de Edwing
Plews, jugador sevillista en 1890; Antonio Delgado Roig, brillante arquitecto, socio
sevillista desde 1920, llegando a ocupar la primera posición de este escalafón
y galardonado con la Insignia de oro y diamantes del Club.
En esta ocasión, contamos con la
presencia de Spencer en junio de 1922 formando parte del Nevera FC, frente al
Utrera en un partido en que ambos equipos alineaban a jugadores del Sevilla FC,
o la participación de Barrero, futbolista del Sevilla FC, un mes antes en un
encuentro frente al Club Deportivo o aquella otra de Santizo actuando de
portero con el Antiguo Nevera FC frente al Regional en partido de campeonato de
segunda categoría, ya en marzo de 1923.
Durante la temporada 1921-22 el
equipo mantuvo su denominación original mientras jugaba partidos no oficiales
por la geografía de la provincia sevillana, pero para la siguiente temporada se
lo tomaron más en serio y decidieron federarse, ingresando en la segunda
categoría satisfaciendo para ello una cuota anual de 80 ptas. pagaderas
trimestralmente por anticipado junto a una cuota de entrada de 250 ptas.
A sugerencia de la Federación
Regional Sur debieron cambiar de nombre y optaron por el de Sevilla Athletic
Club, manteniendo la denominación inglesa para su primer apellido como su
sociedad protectora. Así competirían oficialmente a partir de ese momento si
bien los cronistas de la época lo recordaban constantemente con su anterior
denominación.
Los “neveristas” debutaron con su
nuevo nombre Sevilla Athletic Club un 9 de septiembre de 1922 en el campo de
las tablas verdes, frente al Real Betis Balompié, dejando una grata impresión pese
a perder por un exiguo 1-0 frente a un equipo de la primera categoría y con la
ausencia significativa de su capitán y mejor jugador, Barrero, que junto a los
hermanos Camino formaban el eje principal del equipo blanquirrojo.
Así opinaba el cronista al
respecto: “El novel «Athletic» necesita muchos partidos para aprender las
martingalas del fútbol moderno, factor principal para ganar un partido”
La impronta que transmitía este
equipo estaba impregnada por una sana labor deportiva y una concepción de la
práctica del football alejada del profesionalismo hacia el que se encaminaban
los equipos de la primera línea competitiva, integrado mayoritariamente por
elementos distinguidos de la ciudad y del Sevilla Football Club.
Precisamente, sería ante el
campeón andaluz el partido más esperado por la afición sevillana para confirmar
el nivel demostrado y la consagración definitiva de este pujante equipo que ya
obtuvo el reconocimiento merecido a comienzos de su primera temporada oficial materializado
en la participación de dos de sus mejores elementos, M. Camino como portero y el mediocampista Barrero, en
el primer partido de la Selección Andaluza que debutaba el 19 de noviembre de
1922 en el campo de Algirós (Valencia) con victoria por un tanto a dos frente a
los valencianos.
El club prosiguió avanzando en su
escalada competitiva y la temporada 1923/24 militó en la recién creada serie B
de la primera categoría andaluza tal como figura en el anuario 1924 de la
Federación Regional Sur: Sevilla Athletic Club (Rioja, 23), Sevilla.
El grupo lo completaban los
sevillanos Industria FC, Príncipe de Asturias FC, CD Sevillano y Sparta FC, el
Málaga FC de la Costa del Sol, los granadinos de la R. Sociedad España FC y los
gaditanos de la sección de fútbol del Representación Tiro Nacional.
Esta temporada fue la de mayor
éxito para el Sevilla Athletic Club puesto que se clasificó para la final
interprovincial de la categoría disputándola frente al Málaga FC en tres
partidos, el primero disputado en Málaga el 24 de febrero de 1924, ganando los
locales por uno a cero y la vuelta jugada en la capital andaluza el 16 de marzo
que deparó un resultado de tres a uno para los sevillanos con dos goles de
Carreño y uno de Cipri, lo que obligó a la celebración de un tercer “match” de
desempate dos días después en el que con un marcador final favorable de uno a
cero se proclamó Campeón de Andalucía de la serie B de primera categoría el
Sevilla Athletic Club.
Este título llevaba aparejado dos
premios adicionales, uno de ellos era el ascenso automático a la primera
categoría serie A, que no se pudo llevar a efecto presumiblemente por no
disponer de terreno de juego propio, condición necesaria establecida por la
Federación Regional Sur y la segunda recompensa consistía en la participación
en el Campeonato de España de Aficionados.
No hay constancia de que el
Sevilla Athletic Club participara en esta competición de carácter nacional cuya
final se disputó el 4 de mayo de 1924 en el Estadio de la Avda. de la Reina
Victoria, en Sevilla, entre el Acero de Olabeaga y el Athletic Osasuna y la
razón habría que buscarla en términos económicos pues los costes de
desplazamiento eran elevados para los clubs amateur de la época, de hecho, fue
tónica habitual la no participación y el detonante para que se suprimieran
estos campeonatos en el año 1926.
Justo el año en el que la Asamblea
Nacional de Clubs legalizaba oficialmente el profesionalismo, que como sabemos
ya venía siendo práctica habitual y es también en esta temporada 1925-26 en la
que el Sevilla Athletic Club deja de estar registrado oficialmente como club de
fútbol en una Federación Regional Sur que con una nueva junta directiva pasa a
estar presidida por Eladio García de la Borbolla y Serrano.
En el año 1930 se recupera el
llamado Campeonato de España de Aficionados con el nuevo nombre de Campeonato
de España Amateur. Con este fin, la asamblea sevillista en 1929 ya consideró el
proyecto de creación de este segundo equipo formado por jugadores menores de 23
años que, ahora sí, se incardinaba dentro de la estructura deportiva del
Sevilla Football Club pero que no dejaba de ser un guiño al extinto Sevilla
Athletic Club, por su probada afinidad al decano de la ciudad, que ya se ganó
el derecho en el campo a participar en esta competición nacional.
Finalizar con una reflexión
sustentadora de la teoría que, en mi opinión, justificaría la elección del
nombre de Sevilla Atlético Club, españolizado según el decreto o la ley vigente
en 1960, adoptado por el club sevillista para su filial C.D. Puerto, en el
sentido que fue una denominación buscada expresamente entre múltiples candidatas
como demuestra el hecho de conseguir la autorización de un equipo que ya la
ostentaba y que a su vez decidió cambiarla para facilitar esta decisión. Pudo
ser el resultado de conjugar una relación “afinidad versus filialidad” apoyada
en su momento por notables e ilustres jóvenes sevillistas fundadores de aquel
originario Nevera F.C. con un peso específico en el Sevilla F.C. de 1960. Sin
olvidar tampoco la sugerencia para el cambio de denominación por parte de la
Federación Regional Sur, presidida por Juan López García, para formar parte
como club federado de la misma el año 1922.
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