lunes, 8 de enero de 2024

DE CANTERAS Y NEVERAS


Por Pedro J. Sendra 
@pedrojosesendra 

Cuando a finales del siglo XIX un grupo de británicos, fundamentalmente escoceses, decidieron coger unos remos o correr en torno a un balón lo hacían para fortalecer los músculos que no ejercitaban en sus habituales jornadas laborales en gran medida sedentarias.

Desconozco si estos pioneros de la actividad atlética y deportiva, así como los sevillanos que se les unieron, llegarían a imaginar que el juego de pelota que practicaban e introdujeron en nuestra ciudad bajo el título de Sevilla Football Club supondría para sus continuadores no sólo un argumento para el desarrollo físico sino una razón de vida englobada en las siglas SFC que aquellos eligieron.

Pronto comienza la prensa a hacerse eco de lo que venía sucediendo en Sevilla y nos dice que, a principios del nuevo siglo, en 1908 la sociedad de Football de Sevilla ya contaba con 80 socios practicantes (equipiers) como para formar cinco equipos (teams). El año 1913 queda constancia escrita de la constitución del equipo infantil de la citada sociedad.

De este equipo, pocos años después, los elementos más virtuosos o de mayor valía del grupo se fueron integrando en el primer equipo del Sevilla Football Club como Santizo, Ismael, Ocaña, Castañeda, Barrero, Sedeño o el propio Brand que así lo contaba en entrevista publicada en ABC el 9 de diciembre de 1955.

Pero no siempre se llegó al éxito por la misma senda y aquí radica la particularidad de la que toca hablar en el escrito de hoy.

La afición por practicar este deporte ya estaba suficientemente extendida por toda la ciudad, pero las posibilidades de alcanzar un puesto en el equipo titular del campeón de Andalucía y referencia en el sur de España eran escasas para los que profesaban la fe sevillista debido al gran número de candidatos, las pocas plazas disponibles (no más de once) y el nivel exigido que sólo se podría obtener en plena competición.

Esta fue la causa y el origen de la creación de un equipo de fútbol por parte de un grupo de amigos y antiguos alumnos de los Jesuitas del Palacio de Villasís, seguidores y socios sevillistas, que gustaban de practicar fútbol y que, a su vez, les permitía mostrarse en el escaparate de tan bello sport por si el club de sus amores lanzaba sus redes por aquel caladero.

Uno de los que participó en la fundación del equipo, según confesaba él mismo, fue Antonio Calderón Hernández durante su etapa de estudiante de medicina que, aunque no llegó a jugar, su afición al fútbol le llevó a adentrarse en el mundo del arbitraje y a ejercer como directivo del Sevilla FC, así como a presidir la Federación Regional Sur.

El proyecto vio la luz a principios de la década de los años veinte con un marcado acento y proximidad al Sevilla Football Club, debido a las preferencias deportivas de la mayoría de sus integrantes que convinieron en denominarlo Nevera F.C., probablemente como referencia y/o reclamo del buen estado de conservación de sus futbolistas de cara a ser llamados para empresas superiores en algunos casos y en otros contrariamente serviría de refugio a jugadores que ya lo habían sido del decano de la ciudad o simplemente con afanes de colaboración o disfrute de la práctica deportiva con una menor exigencia.

En uno de sus partidos celebrado el domingo 21 de mayo de 1922 frente al Club Deportivo Sevillano, al que vencen por cuatro goles a cero, el diario El Noticiero Sevillano nos describe en una breve crónica la relación de jugadores del Nevera FC que paso a reflejar a continuación:

López, Llera, Relimpio, Maján, Barrero, Rowe, Acedo, Delgado, Iturri, Díaz Domínguez y Octavio.

Al hilo de esta alineación y sin ánimo de extenderme en demasía es justo detenerse en algunos de ellos como José Luis Relimpio Carreño, médico, amigo y compañero de José Manuel Puelles de los Santos (médico del Sevilla Football Club en esos años), que desempeñó el cargo de  Delegado de Trabajo en Sevilla del Gobierno de la República y correría, junto a su amigo, la misma suerte; Juan Pablo Barrero del Noval, jugador del Sevilla F.C. y del R. Madrid que ejerció como Notario en su vida profesional; Jorge Rowe de Pablo, afamado industrial de nuestra ciudad sucesor en el ramo de la maquinaria industrial y agrícola de la muy antigua y prestigiosa casa  de Edwing Plews, jugador sevillista en 1890; Antonio Delgado Roig, brillante arquitecto, socio sevillista desde 1920, llegando a ocupar la primera posición de este escalafón y galardonado con la Insignia de oro y diamantes del Club.

En esta ocasión, contamos con la presencia de Spencer en junio de 1922 formando parte del Nevera FC, frente al Utrera en un partido en que ambos equipos alineaban a jugadores del Sevilla FC, o la participación de Barrero, futbolista del Sevilla FC, un mes antes en un encuentro frente al Club Deportivo o aquella otra de Santizo actuando de portero con el Antiguo Nevera FC frente al Regional en partido de campeonato de segunda categoría, ya en marzo de 1923.

Durante la temporada 1921-22 el equipo mantuvo su denominación original mientras jugaba partidos no oficiales por la geografía de la provincia sevillana, pero para la siguiente temporada se lo tomaron más en serio y decidieron federarse, ingresando en la segunda categoría satisfaciendo para ello una cuota anual de 80 ptas. pagaderas trimestralmente por anticipado junto a una cuota de entrada de 250 ptas.

A sugerencia de la Federación Regional Sur debieron cambiar de nombre y optaron por el de Sevilla Athletic Club, manteniendo la denominación inglesa para su primer apellido como su sociedad protectora. Así competirían oficialmente a partir de ese momento si bien los cronistas de la época lo recordaban constantemente con su anterior denominación.

Los “neveristas” debutaron con su nuevo nombre Sevilla Athletic Club un 9 de septiembre de 1922 en el campo de las tablas verdes, frente al Real Betis Balompié, dejando una grata impresión pese a perder por un exiguo 1-0 frente a un equipo de la primera categoría y con la ausencia significativa de su capitán y mejor jugador, Barrero, que junto a los hermanos Camino formaban el eje principal del equipo blanquirrojo.

Así opinaba el cronista al respecto: “El novel «Athletic» necesita muchos partidos para aprender las martingalas del fútbol moderno, factor principal para ganar un partido”

La impronta que transmitía este equipo estaba impregnada por una sana labor deportiva y una concepción de la práctica del football alejada del profesionalismo hacia el que se encaminaban los equipos de la primera línea competitiva, integrado mayoritariamente por elementos distinguidos de la ciudad y del Sevilla Football Club.

Precisamente, sería ante el campeón andaluz el partido más esperado por la afición sevillana para confirmar el nivel demostrado y la consagración definitiva de este pujante equipo que ya obtuvo el reconocimiento merecido a comienzos de su primera temporada oficial materializado en la participación de dos de sus mejores elementos, M. Camino  como portero y el mediocampista Barrero, en el primer partido de la Selección Andaluza que debutaba el 19 de noviembre de 1922 en el campo de Algirós (Valencia) con victoria por un tanto a dos frente a los valencianos.

El club prosiguió avanzando en su escalada competitiva y la temporada 1923/24 militó en la recién creada serie B de la primera categoría andaluza tal como figura en el anuario 1924 de la Federación Regional Sur: Sevilla Athletic Club (Rioja, 23), Sevilla.

El grupo lo completaban los sevillanos Industria FC, Príncipe de Asturias FC, CD Sevillano y Sparta FC, el Málaga FC de la Costa del Sol, los granadinos de la R. Sociedad España FC y los gaditanos de la sección de fútbol del Representación Tiro Nacional.

Esta temporada fue la de mayor éxito para el Sevilla Athletic Club puesto que se clasificó para la final interprovincial de la categoría disputándola frente al Málaga FC en tres partidos, el primero disputado en Málaga el 24 de febrero de 1924, ganando los locales por uno a cero y la vuelta jugada en la capital andaluza el 16 de marzo que deparó un resultado de tres a uno para los sevillanos con dos goles de Carreño y uno de Cipri, lo que obligó a la celebración de un tercer “match” de desempate dos días después en el que con un marcador final favorable de uno a cero se proclamó Campeón de Andalucía de la serie B de primera categoría el Sevilla Athletic Club.

Este título llevaba aparejado dos premios adicionales, uno de ellos era el ascenso automático a la primera categoría serie A, que no se pudo llevar a efecto presumiblemente por no disponer de terreno de juego propio, condición necesaria establecida por la Federación Regional Sur y la segunda recompensa consistía en la participación en el Campeonato de España de Aficionados.

No hay constancia de que el Sevilla Athletic Club participara en esta competición de carácter nacional cuya final se disputó el 4 de mayo de 1924 en el Estadio de la Avda. de la Reina Victoria, en Sevilla, entre el Acero de Olabeaga y el Athletic Osasuna y la razón habría que buscarla en términos económicos pues los costes de desplazamiento eran elevados para los clubs amateur de la época, de hecho, fue tónica habitual la no participación y el detonante para que se suprimieran estos campeonatos en el año 1926.

Justo el año en el que la Asamblea Nacional de Clubs legalizaba oficialmente el profesionalismo, que como sabemos ya venía siendo práctica habitual y es también en esta temporada 1925-26 en la que el Sevilla Athletic Club deja de estar registrado oficialmente como club de fútbol en una Federación Regional Sur que con una nueva junta directiva pasa a estar presidida por Eladio García de la Borbolla y Serrano.

En el año 1930 se recupera el llamado Campeonato de España de Aficionados con el nuevo nombre de Campeonato de España Amateur. Con este fin, la asamblea sevillista en 1929 ya consideró el proyecto de creación de este segundo equipo formado por jugadores menores de 23 años que, ahora sí, se incardinaba dentro de la estructura deportiva del Sevilla Football Club pero que no dejaba de ser un guiño al extinto Sevilla Athletic Club, por su probada afinidad al decano de la ciudad, que ya se ganó el derecho en el campo a participar en esta competición nacional.

Finalizar con una reflexión sustentadora de la teoría que, en mi opinión, justificaría la elección del nombre de Sevilla Atlético Club, españolizado según el decreto o la ley vigente en 1960, adoptado por el club sevillista para su filial C.D. Puerto, en el sentido que fue una denominación buscada expresamente entre múltiples candidatas como demuestra el hecho de conseguir la autorización de un equipo que ya la ostentaba y que a su vez decidió cambiarla para facilitar esta decisión. Pudo ser el resultado de conjugar una relación “afinidad versus filialidad” apoyada en su momento por notables e ilustres jóvenes sevillistas fundadores de aquel originario Nevera F.C. con un peso específico en el Sevilla F.C. de 1960. Sin olvidar tampoco la sugerencia para el cambio de denominación por parte de la Federación Regional Sur, presidida por Juan López García, para formar parte como club federado de la misma el año 1922.

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