lunes, 18 de noviembre de 2024

EL HOMBRE QUE SABÍA VOLAR

 

Por José Melero -  @JMelero1

Marcelino Vaquero González del Río, Campanal II (apodo), llegó a Sevilla por el río Guadalquivir, lo cual no deja de ser, cuando menos, pintoresco. Era el 16 de septiembre de 1948. Un hecho lejano en el recuerdo, pero vivo en la memoria de un Marcelo Campanal que antes de su fallecimiento y en innumerables entrevistas, lo contaba con todo lujo de detalles. Su tío Guillermo, Campanal I, aquel delantero sevillista que formó parte de la "delantera Stuka" y de la selección española, lo esperaba en el margen derecho del río, junto a la Torre del Oro, cuando llegó a bordo del barco carbonero Elita, en un trayecto que duró 4 días y en los que compartió camarote con los marineros desde su salida en San Juan de Nieva, en el concejo de Avilés. Hubo que esperar a que subiera la marea en Sanlúcar de Barrameda y desde allí en lancha a la capital de Andalucía.

El apodo de Campanal se debe al nombre de una empresa de conservas de la cual eran dueños su familia y la de su tío Guillermo Campanal.

Al principio, Marcelo era un aprendiz, un atleta con magníficas condiciones, pero sin dominio del balón. El Coria, esa magnífica "cantera" sevillista; el Iliturgi y, un buen día, Campanal apareció como titular en el Sevilla y ya, como años antes su tío Guillermo, se impuso para siempre en el Sevilla CF. También, como a Campanal I, el club que lleva el nombre de la ciudad le había conquistado.

Partido tras partido, cada temporada Campanal II se reafirmaba en la zaga sevillista, se ganaba su puesto y el joven de muchos recursos y poca experiencia, cuajaba en el gran futbolista que llegó a ser, indiscutido e indiscutible en el club blanco y en la selección española, en la que debutó con tan solo 21 años y llegó a ser capitán con 24.

Su primer partido de Liga con el Sevilla (antes había debutado en un partido de la Copa Confederación de Andalucía, un año antes) lo jugó en la temporada 1950-1951 en el viejo Nervión, ante el Atlético de Bilbao, un 10 de diciembre de 1950, con victoria sevillista frente a los vascos por un gol a cero marcado por Oñoro. Busto, Guillamón, Antúnez, Campanal II, Alconero, Enrique, Oñoro, Arza, Araujo, Herrera I y Doménech fue la alineación.

Desde entonces, desde su debut, se puede decir que Marcelo, como el César, llegó y venció. Venció porque durante años y años fueron sus músculos, su corazón y su entusiasmo prendidos tras el escudo del Sevilla los que se sobrepusieron. Campanal era un atleta que había participado en juegos nacionales. Saltaba longitud y pértiga, corría, nadaba, en fin se le daba bien todo tipo de deporte. Era un defensa elástico, de pegada seca y decisión bravía, que se jugaba las piernas en busca del balón. Era duro, pero el lesionado siempre resultaba él. 

Como aquella vez que el madridista Gento en un cruce le metió un tremendo rodillazo en el costado. Al acabar el partido el asturiano tenía ganas de orinar y cuando llego al vestuario y orino sangre, lo llevaron corriendo a urgencias. El riñón "desapareció" con el tiempo fruto de aquel golpe. A partir de ahí los Sevilla - Madrid ya no fueron lo mismo. Cuando se enfrentaban después de aquel partido, Gento no quería saber nada de él. No se emparejaba con el sevillista, no hacía ninguna arrancada. Cuando lo veía salir, soltaba el balón rápido.

Iriondo, Juncosa, Ipiña, Kubala,Di Estefano o el propio Gento, fracasaban ante el "Huracán de Avilés", como le bautizó el doctor Leal Castaño. Las imágenes de su etapa de jugador le muestran saltando y poniendo sus pies casi a la altura de las cabezas de los rivales. Sin usar los brazos. Volando.

Para la afición española se había convertido en un exponente de la furia y la raza del fútbol español de esos años. En 1956 recibió el premio "Patricio Arabolaza" con el que Marca premiaba la garra, el pundonor y el espíritu de la furia española. Dos años antes, en 1954,el Instituto de la Opinión Pública realizó una encuesta en la que el defensa llegado desde la verde tierra astur era elegido el mejor jugador español, seguido de Kubala, Zarra y Gainza.

Sería interminable narrar las mil y una anécdotas que el avilesino nos regaló con su fútbol, como aquel salvaje partido de la selección al que se le llamó la "batalla de Estambul", que terminó con un niño escogiendo qué equipo se quedaría fuera del Mundial de Suiza. Y donde a su vuelta a España fue sacado a hombros del aeropuerto madrileño de Barajas por los aficionados españoles. O aquel partido en Oporto que acabó, literalmente, a palos. Fue en 1961, en un amistoso. Había un ambiente terrible. En el segundo tiempo un rival le partió la nariz a Romero. El bravo defensa asturiano fue para allá y le sacudió. Fueron todos a por él. Se metió corriendo con un banderín de córner en la portería, para que no le sacudieran por detrás. La policía le pegaba porrazos, pero si no es por ellos le hubieran matado. Se "cargó" a cinco o seis del Oporto. Tuvo que indemnizarlos con doscientas y pico mil pesetas de la época. Al juicio los portugueses fueron vendados. Pasó dos noches en la cárcel, pero luego le hicieron un homenaje en el parque de María Luisa, con miles de sevillistas presentes. 

Muy comentado fue aquel Trofeo Carranza, el cuarto que disputaba el Sevilla tras haber ganado los tres primeros, contra el Madrid. El choque iba empatado cuando Marcelo hizo una dura entrada al final de la primera parte. Al descanso, el Madrid dijo que si Campanal volvía al campo, ellos no disputaban la segunda mitad. El alcalde de Cádiz, hermano del presidente del Sevilla accedió y Marcelo no salió en la segunda parte. Ganó el Madrid.

En el Sevilla jugó un total de 16 temporadas: de 1950 a 1966, consiguiendo dos subcampeonatos de Liga (50-51 y 56-57) y dos subcampeonatos de Copa (1955 y 1962). En total jugó 401 partidos de competición oficial, entre Liga, Copa y Copa de Europa. Fue 11 veces internacional absoluto.

El tiempo, implacable en sus designios, hizo que Campanal tuviera que dejar el fútbol tras jugar la campaña 1966-1967 en el Deportivo de La Coruña y posteriormente en el Real Avilés C. F. Entonces el asturiano llano, recio, noble y competitivo como él solo, se dedicó a practicar el atletismo, su otra gran pasión, conquistando grandes marcas y premios en múltiples modalidades deportivas en la categoría de veteranos.

Su corazón se paró a los 89 años, en mayo de 2020. Aquel futbolista por el que se interesó el FC Barcelona, Inter de Milán o Real Madrid y que don Ramón Sánchez-Pizjuán declaraba una y otra vez intransferible, dejaba tras de sí una vida dedicada al fútbol y al deporte. Se iba un mito, que aunque nacido en el norte de España, tuvo una vinculación con Sevilla que le venía de familia y que se inició  a la temprana edad de 17 años.

Su apellido venció al tiempo cuando antes de su fallecimiento, el 22 de noviembre de 2011, recibió con honores el III "Dorsal de Leyenda" del club de su vida. Aquel día en que su afición de siempre brindó por una vida llena de saltos y despejes, para un futbolista que sabía volar.

martes, 5 de noviembre de 2024

LAS SOCIEDADES ANÓNIMAS DEPORTIVAS. UNA SALIDA EN FALSO


Por Pedro José Sendra - @pedrojosesendra

Hace unos días, leía un artículo en el portal jurídico-deportivo de Iusport en el que a colación del reciente fallecimiento de Javier Gómez Navarro, expresidente del Consejo Superior de Deportes, cargo al que accedió bajo nombramiento del por aquel entonces presidente del Gobierno del Estado Felipe González en el año 1987, se glosaba su buen hacer en la actividad pública ejercida y textualmente afirmaba: «Fue el autor intelectual del mayor cambio que ha tenido el deporte español, un modelo que plasmó en la ley de 1990. La ley que propició transformaciones importantes, como el deslinde entre lo público y lo privado del deporte».

Se está refiriendo a la Ley del Deporte de 15 de octubre de 1990 (Ley 10/1990) que, en efecto, tuvo a dos personas claves en su elaboración el mencionado presidente del CSD y el director de gabinete de dicho organismo, Fernando París.

Independientemente de cuestiones globales del deporte tratadas como colaboraciones público-privadas, aspectos competenciales o programas “ad hoc” como el Plan Ado para las inminentes Olimpíadas de Barcelona, las consecuencias derivadas para el fútbol profesional, pergeñadas por tan preclaros gestores que junto a las mayorías existentes en el Parlamento certificaron su aprobación, están deviniendo en funestas realidades.

Me estoy refiriendo al golpe de gracia asestado por esta norma al fútbol profesional, entendido como expresión cultural de un pueblo, por el que se acometía la conversión de los clubes de fútbol a sociedades anónimas deportivas, dando lugar, sin ningún tipo de prevención o cortapisa, a la entrada de especuladores y personas ajenas a las aficiones sin ligazón alguna anterior con el club y tampoco con la ciudad con la que este se identifica en la composición del accionariado de entidades históricas.

Centrándonos en la mencionada Ley en sus artículos 19 a 29 establecía como obligatorio para participar en Competiciones Oficiales de carácter profesional y ámbito estatal, los clubs de fútbol o sus equipos profesionales debían adoptar la forma de S.A.D. y en esta misma Ley se regularían las particularidades de estas sociedades que las distinguen de las S.A. en general.

La disposición adicional 7ª de la Ley del Deporte establecía una excepción a esta obligatoriedad de constituirse como S.A.D. para competir en la modalidad deportiva de fútbol, consistente en que los clubs que a la entrada de la ley en vigor (20 días después de su publicación en el BOE que fue el 17 de octubre de 1990) reflejaran en las auditorías realizadas por la L.F.P. durante los últimos cinco años, desde la temporada 1985/86 hasta la 1989/90, un saldo patrimonial neto positivo en todas ellas, podrían mantener su actual estructura jurídica salvo que sus asambleas  decidieran no hacer uso de esta posibilidad.

El saldo patrimonial neto positivo significaba, que el valor de su patrimonio (Activo) fuera superior al Pasivo Total, corriente y no corriente, (deudas). Así lo explicaba Francisco Olid Castro, directivo del S.F.C. adscrito a la parcela jurídica y encargado de tutelar el proceso de conversión o no en S.A.D. «Veremos primero que el carácter patrimonial neto significa que el valor de su patrimonio sea superior al pasivo del club (deudas)».  

(El Sevillista Nº 52, 30/4/1990).

Ciertamente, el Sevilla FC. no cumplía este requisito en algunos de los balances auditados correspondientes al período exigido, pero se produjo un hecho económico relevante que permitía dar un vuelco a esta situación contable.

En el mes de mayo de 1987, el Ayuntamiento de Sevilla aprobaba el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) con la recalificación urbanística de los terrenos colindantes con las Avenidas Luis de Morales y Eduardo Dato, los cuales pasaban de la calificación de zona verde y de equipamientos a la de urbanizable con la consiguiente alza de valor de dichos terrenos.

La recalificación afectaba a un total de 73.000 metros cuadrados de los que 43.000 eran propiedad del SFC y 30.000 del Ayuntamiento de Sevilla. El convenio para delimitar la proporcionalidad del suelo edificable correspondiente a cada una de las partes (contando con la volumetría) vendría a establecer para el Sevilla FC. un derecho de edificación sobre unos 38.000 metros cuadrados a un precio de venta que oscilaría entre 30.000 y 35.000 ptas/m2, reportando al club un montante aproximado de 1.300 Millones de ptas.

El día 24 de febrero de 1988 se firma el contrato de compraventa de los mencionados terrenos aledaños al estadio sevillista entre Construcciones y Contratas S.A. y el Sevilla F.C.

En agosto de 1989, año y medio después, ya se habían recibido 700 milones de ptas. como parte de esta operación inmobiliaria.

La nueva situación sobrevenida permitía al Sevilla F.C. recomponer su situación económico-financiera, de hecho, en estos años los medios de comunicación se hacían eco de las declaraciones del presidente Luis Cuervas en el sentido que era posible que el Sevilla F.C. no tuviera necesidad de convertirse en S.A.D. en base a que la valoración actual del patrimonio del club, tras la recalificación y modificación urbanística realizada, no se correspondía con la anteriormente tomada del período de referencia. Este era el escenario en octubre de 1990 cuando el presidente aseguraba en entrevista publicada que intentaría que el Sevilla FC. no se convirtiera en S.A.D. (El Sevillista Nº 46, 30/10/1990).

Así se expresaba el secretario del Sevilla FC., Francisco Olid, en el mes de abril de 1991

 «Entendemos que si mediante el correspondiente estudio se considera el valor real de nuestro patrimonio desde la temporada 1985-86, este patrimonio arrojará un saldo positivo por lo cual tendremos la posibilidad, si así lo acuerda la asamblea, de continuar siendo club de fútbol en vez de S.A.D.» (El Sevillista Nº 52, Abril/1991).

Dicho lo anterior, continuaba el directivo sevillista «…Lo que ya no está tan claro es que sea conveniente mantener esta forma jurídica, ya que es probable, que para garantía de los socios y para seguridad de una mejor organización y administración del club sea preferible la conversión en S.A.D. en vez de continuar siendo Club de Fútbol como hasta ahora.»

Resulta evidente la declaración de intenciones y el posicionamiento base de los dirigentes. Sin duda esas interminables reuniones de más de doce horas sin descanso mantenidas en las que se dilucidaban cuestiones de calado para el futuro de la entidad ante la tesitura plantada permitirían igualmente el análisis de determinados escenarios futuros a nivel personal.

En cualquier caso, no ha trascendido a la opinión pública ni queda constancia de que se encargara informe alguno que certificara la nueva situación contable ni se solicitara la opción de permanecer como asociación privada de carácter cultural y deportivo tal como figuraba en los estatutos de principios de los años 80.

Tampoco se observa en el período referenciado un reflejo contable del nuevo valor patrimonial en los sucesivos balances a partir de la nueva calificación urbanística ni se aprecia una disminución de la deuda.

Esta era la situación en los meses previos a la presumiblemente última asamblea del Sevilla FC. 

La Asamblea de la conversión del Sevilla F.C. en Sociedad Anónima Deportiva se celebró el 23 de septiembre de 1991 con la presencia de 116 socios compromisarios con un único punto del orden del día, dividido en dos propuestas: la transformación o la adscripción en S.A.D., es decir, la posibilidad de elegir entre “Sí o Sí” a la conversión ya decidida por la Junta Directiva del momento.

Según explicaba el Sr. Olid, esta fórmula de la adscripción pretendía permitir preservar el patrimonio del Club, aunque ya reconocía tácitamente que sería difícil que el Consejo Superior de Deportes la aceptara. Finalmente, el secretario del club informó en una reunión celebrada el 30 de septiembre (fecha límite de la presentación del Acuerdo de la Asamblea) ante unos setenta asistentes que la Junta Directiva se había decidido por la opción de la transformación.

De hecho, había otros dos clubs como el Valencia CF. y el Sporting de Gijón en la misma situación que el Sevilla FC en el sentido de poseer un gran patrimonio a diferencia del resto que no tenían este respaldo patrimonial y que debiera haber supuesto un tratamiento diferenciado, pero no hubo caso.  

La ley establecía la siguiente forma de establecer el capital social mínimo de los clubs transformados. Era el resultado de comparar dos componentes. El primero (A) venía dado por el 25% de la media de los gastos más amortizaciones de todos los clubs, excluidas las dos entidades de mayor gasto y las dos de menor gasto en la penúltima temporada (1988/89) y el segundo parámetro (B) se establecía en función del saldo patrimonial negativo que arrojara el balance de cada club en la última temporada (1989/90). Si A era menor que B, el Capital Social mínimo quedaba fijado en el doble de B.

Ante la inexorable fecha límite del 30 de junio de 1992 para constituirse como S.A.D. y en base al capitán inicial fijado para el S.F.C. de setecientos millones de pesetas se puso en marcha el proceso de suscripción de acciones establecido en tres fases: Una primera de un mes de duración (18/3/1992 – 17/4/1992) en la que se ofrecen 70.000 acciones de 10.000 ptas. cada una a repartir entre los 23.000 socios. La segunda fase, a continuación de la primera y con otro mes de duración se pondrían a la venta las acciones sobrantes entre los socios que hubieran asistido a la anterior fase para finalizar con la tercera y última en la que se podría acceder de forma libre para suscribir el capital pendiente restante.

Resulta evidente la sinrazón del procedimiento establecido para esta nueva forma jurídica que dictaba la ley permitiendo, en el caso del Sevilla FC., que con una inversión de poco más de 350 millones de las antiguas pesetas (50% del Capital Social) gestionabas y/o te hacías dueño de un patrimonio que superaba los 20.000 millones de pesetas en aquel momento.

Los responsables políticos de aquella época entendieron que, la mejor forma de atajar el elevado endeudamiento de los clubes deportivos, no pasaba por establecer rígidas medidas de fiscalización del gasto, sino por arrebatar a la ciudadanía, a base de talonario, lo que esta había hecho posible tras años de historia vinculada al sentir de las aficiones. 

Como bien decía el sr. Gómez-Navarro en su artículo publicado en el diario AS el 28 de noviembre 2018: “Una norma legal, más que un objetivo en sí mismo, es un instrumento que permite definir y ejecutar políticas concretas que inciden en la ciudadanía”.

Se trató, sin duda, de una enajenación legalizada jurídicamente.

Para finalizar un par de datos que permitan calibrar la eficacia de esta norma que, basada supuestamente en unos fundamentos de contexto de crisis económica e institucional del deporte profesional colectivo en España, trataba de poner fin a este escenario.

La deuda total exigible del Sevilla FC. en el cierre de la temporada 1991/92 ascendía a la cantidad, expresada en euros, de 12.313.524 €.

Al último cierre contable conocido, temporada 2022/23, 31 años después esa misma deuda alcanza la cifra de 252.622.000 €. 

Sin ir más lejos, sólo 20 años después de la conversión de los clubes en S.A.D., en la temporada 2011/12, había 23 clubes en concurso de acreedores y 90 millones de euros de impagados a final de temporada a los jugadores.

Baste reproducir aquella previsión que partía de la directiva sevillista que reflejamos al principio de este escrito y que decía así…

«…Lo que ya no está tan claro es que sea conveniente mantener esta forma jurídica, ya que es probable, que para garantía de los socios y para seguridad de una mejor organización y administración del club sea preferible la conversión S.A.D. en vez de continuar siendo Club de Fútbol como hasta ahora.».



viernes, 25 de octubre de 2024

LOS PELIGROS DEL FÚTBOL II


Por Amaro García Cuevas - @amaro_gc22SFC

Como ya vimos en el capítulo anterior, una mala jugada pudo llevar a la cárcel a un muchacho de 22 años al causar involuntariamente la muerte de otro jugador.

LOS PELIGROS DEL FÚTBOL I

¿Eran inusuales los accidentes fatales? Por desgracia, no. Ni antes ni ahora. En 1925 hubo otro caso luctuoso, esta vez en Valencia.

Durante el partido celebrado entre el Club Deportivo de Torrente con el Reserva, uno de los jugadores, apellidado Lluliá, dio una patada en el hipognetrio a otro compañero llamado Manuel Torrijos, matándolo.

(El Defensor de Granada 30/11/1925)

Pero no todos los percances futbolísticas acaban en tragedia. Vamos a ver algunos sucesos que pueden ser curiosos.

Cabe señalar que la afición al fútbol despertó gran interés entre los niños, los cuales no desaprovechaban la oportunidad de lanzarse a jugar con lo primero que se le pudiese dar patadas. Ya en 1910, cuando el football era una actividad incipiente en el panorama de la sociedad ciudadana, los espontáneos jugadores se organizaban imitando a sus mayores.

Por las calles

Continúa cultivándose con gran éxito el Foot-ball callejero. En cuanto se reúnen cuatro golfos, y muchos que no lo son, aparece como por encanto un balón, más o menos auténtico y comienza la partida.

(Diario de Huelva 23/02/1910)

La noticia publicada en un diario onubense nos indica que además de la aceptación popular del fútbol, muchos de esos chicos eran la cantera de los numerosos equipos que se constituían en las ciudades y pueblos. 

Más de uno y más de dos llegarían a ser jugadores, si no destacados, por lo menos, conocidos en el ámbito futbolístico de la ciudad.

Esta vigorosa actividad física llegó a ser un motivo de preocupación en las familias humildes. A estos chicos que estaban en edad de crecimiento, que se pasaban las horas libres jugando en la calle corriendo y saltando y practicando una actividad que debería aportarles un saludable estado físico, no siempre era fácil aportarles las calorías necesarias en base al desgaste sufrido.

Así lo expresaban en un diario gallego en 1911 y estoy seguro de que era aplicable a cualquier rincón de la península.

Las madres de los balompedistas

‘’Las madres, en especial esas madrecitas entradas en los cuarenta, siempre vestidas de hábito y mantilla, con los tacones de los botines torcidos, que a lo mejor si llueve cruzan nuestras rúas sin paraguas, porque el único que había en casa, tuvo que llevarlo la hija, que salió a la iglesia o al colegio; esas madrecitas tan dignas de ser extraordinariamente amadas por sus hijos; que hacen elástica la mensualidad que gana el marido, o la viudedad o la pequeña pensión, sea de cualquier origen; esas madres odian el foot-ball. Lo odian porque es la causa de que suba la cuenta del zapatero y de que los mozos pierdan los cursos.’’

‘’Las madrecitas que vencen la vida a fuerza de equilibrios, odian el balompié. Y hacen bien. Hacen bien porque por otro lado los deportes son un peligro. Los muchachos comen más según hagan más ejercicio. Y el balompié les abre el apetito desaforadamente. ¿Qué despensa pobre puede resistir por mucho tiempo los embates de un mozo que se pasa, diariamente hora y media, por lo menos, corriendo y pateando?’’

     (El Eco de Santiago, Santiago de Compostela, La Coruña 20/04/1911)

¿Alguien duda que los chavales acometerían con furor las despensas para meterse, en la medida de lo posible, un bocadillo de chorizo o de manteca?  

El fútbol causó sensación entre los chiquillos que, de modo improvisado, eran capaces de celebrar un partido en cualquier rincón que les fuese apropiado. Así aparecía en la primera década del siglo XX en los diarios sevillanos.

‘’De un vecino de la calle Almirante Espinosa recibimos una queja, relacionada con los niños que juegan al «football».’’

(El Liberal, Sevilla 28/07/1916)

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     ‘’Varias personas que tienen su domicilio en la Alameda de Hércules, se nos quejan, con fundada razón, de los atropellos y molestias que les causan numerosos chiquillos, que han escogido aquel lugar para jugar al «football», ante la indiferencia de los guardias.’’

     (El Noticiero Sevillano 19/10/1916)

El juego, aunque pudiera parecer inocuo llevaba aparejado un plus de peligrosidad no solo para los niños, sino también para los viandantes, pues ¿quién era capaz de frenar un disparo cuando un incauto ciudadano se atrevía a pasar por en medio de un ‘’campo’’ de fútbol?

‘’Y como con el calor del juego los nenes se ofuscan y no se fijan en nada ni en nadie, creyendo que todo el campo es suyo, se ha dado el caso – y hoy se ha repetido- de que por equivocación, el puntapié en vez de dar en el balón, tropiece con las espinillas de un pacífico transeúnte, á quién hicieron ver las estrellas.’’

(Diario de Huelva 23/02/1910)

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‘’Verdaderas legiones de chiquillos convierten en campos de fútbol muchas plazas y paseos, dando lugar a que se sucedan incidentes como uno ocurrido ayer tarde en la plaza de San Ildefonso, donde una de las pelotas fue a chocar contra la cara de una niña de corta edad que llevaba una mujer en brazos, produciéndole una fuerte lesión en la cara y abundante hemorragia nasal, con pérdida del conocimiento.’’

(El Noticiero Sevillano 12/07/1917)

Si así sufrían los incautos paseantes, no menos sufrían los jovencitos, que dispuestos a emular a los ídolos de los principales equipos de la ciudad eran también víctimas de desafortunados accidentes.

Por jugar a la pelota

En la casa de socorro del Prado de San Sebastián fue asistido ayer de una herida en la nariz de pronóstico grave, el joven Manuel Garrido Hazares, con domicilio en la calle Hernando Colón núm. 15. Dicha herida se la causó estando jugando al foot-ball en el Prado de San Sebastián.

(El Correo de Andalucía 11/12/1916)

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El niño de catorce años Rafael Forcada, tuvo la desgracia de dar anoche una caída en la plaza de Santo Tomás, donde jugaba un empeñado partido de balompié con otros chicos de su edad, causándole la luxación del cúbito y radio izquierdo, con fractura del primero de dichos huesos.

(El Noticiero Sevillano 08/09/1917)

Pero ¿qué hacían los gobernantes municipales para frenar las quejas que recibían de los ciudadanos? La medida más apropiada era la de instruir a los vigilantes que estuviesen alerta para frenar e impedir el apropiarse de los espacios públicos.

Las primeras medidas intentaron ser efectivas, en cuanto que despojar del principal elemento del juego a los jugadores les frustrarían de modo que tuviesen que dedicar sus esfuerzos a otros menesteres. Los guardias sevillanos eran implacables.

En dos días han recogido los guardias del Municipio más de cincuenta pelotas a los futbolistas callejeros. Como muchos papás de los futbolistas se han presentado en la Comandancia a solicitar les sea entregada la pelota de su nene, se advierte a todos que los balones se rompen inmediatamente.

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Por la lista que lleva la Comandancia sabemos que en cuatro meses se han decomisado unas quinientas pelotas. ¡Oh, la afición al fútbol!

(El Liberal, Sevilla 20/01/1923)

 

Y no solo ocurría en Sevilla. En toda España se daba el mismo problema. Y claro, llegaba un momento en el que la presión y los nervios ante la masiva cantidad de jugadores aficionados y las órdenes a cumplir podían sacar de quicio al más templado.

 

Un guardia enemigo del fútbol

En la carretera de Orihuela se encontraban varios pequeños jugando al fútbol y el guardia municipal Antonio Montoya, que no debe ser muy amigo del deporte, quitó el balón a los jugadores. Un transeúnte que por allí pasaba, hizo notar al guardia que los pequeños no hacían daño a nadie con el juego y le rogó que les devolviera el balón. El guardia, lejos de acceder, sacó su revólver y encañonó al transeúnte.

     (El Liberal, Sevilla 04/01/1925)

No hubo que lamentar desgracia alguna, si acaso la del propio guardia que al enterarse el alcalde de lo sucedido lo dejó cesante, al demostrarse que Antonio Montoya estaba embriagado.

En otras ocasiones eran los vecinos afectados los que se alteraban a causa de los incesantes gritos, patadas y balonazos a las paredes de las casas provocados por pandillas de jóvenes futbolistas.

En la Alameda de Hércules jugaban a la pelota varios muchachos. Para evitar que le estropearan la fachada, salió el vecino Antonio Chacón, quién amenazó a los chicos con un ladrillo. En aquel momento pasó por dicho lugar el oficial de Infantería retirado don José Oliver Castillo, quién afeó la conducta del que trataba de agredir a los chicos. Se agarraron palabras, forcejearon después y, por último, el señor Chacón arrojó el ladrillo sobre el señor Oliver. Este sacó una pistola y se hizo fuerte.

     Ambos señores fueron llevados a comisaria cuando se presentaron algunos guardias a imponer templanza, quedando la cosa en una mera discusión, pues la ley afirmaba que el dueño de la pistola tiene perfecto derecho a usarla, lo que ocurre es que la noticia llegó al reporter tan abultada que ya hablaban de disparos y atentados a los guardias.

(El Liberal, Sevilla 05/03/1931)

 

A mediados de los años 20 del siglo pasado, las medidas restrictivas contra el fútbol callejero se recrudecieron en un vano intento de impedir que este deporte, que estaba alcanzando cotas tan altas que incluso desbancaba a los toros en popularidad, pudiese ser controlado.

Como ustedes saben, ahora con eso de que está de moda el fútbol, para trasladarse de un lado a otro hay que ir en landó cerrado*, comprarse una escafandra o ir en aeroplano, procurando que el aparato ‘’tome mucho vuelo’’ pues de lo contrario ¡¡paff!! le ponen a usted la nariz, que ríase (ríase usted ¿qué trabajo le cuesta?), como una bizcotela.

(*) Carruaje                                                         

(El Correo de Andalucía 16/01/1924)

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Futbolista preso

Como los futbolistas callejeros no quieren hacer caso, ha empezado a cumplirse la orden de detener a todo futbolista, sea del equipo que sea, que juegue en la vía pública.’’

Ayer quedó detenido el zaguero Antonio Peñalosa Carvajal, de catorce años, que baloneaba con otros en la vía pública. No se respeta edad, ni tamaño de balón, ni clase del mismo.

El que se coja en la calle regateando va para la casilla*, sin que pueda evitarlo el portero.

(*) Cuartelillo, comisaría

     (El Liberal, Sevilla 17/02/1923)

La guerra sin cuartel entre jóvenes futbolistas y la guardia municipal sevillana era una constante. Guardias que a su vez tendrían hijos a los que no sabrían como impedir que actuasen como todos los chiquillos de la ciudad, y por eso, el caso del guardia de Orihuela podría ser más o menos aislado, pues la paciencia de estos probos empleados públicos era puesta a prueba constantemente.

Los guardias municipales están de futbol hasta la punta de los pelos

El guardia municipal Juan Fernández Cornelio ve a unos niños jugando a «goal» en la calle Procurador

-Niños, al Prado, ¿se queréis ir al Prado?...

Y los niños, después de intentar tomarle el pelo a Cornelio (intentar ¿eh?, que una cosa es amagar y otra dar) salen de «pira» y dejan abandonado el balón, el que pacientemente coge Cornelio y lo deposita en la Comandancia.

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Unos niños dale que le dan a la pelotita en la calle Manuel Carriedo* . El guardia José Cerreto que los ve…

-Niños, ¿ustedes saben que son las ocho y media?¿Para ustedes no rigen las ocho horas?

Y los niños, en lugar de obedecer a Cerreto, le ponen ‘’verde, morao y con alcaparrones’’. Y Cerreto que le echa el guante a uno de los nenes, a Miguelito Miranda, y se lo lleva a la Comisaría para que en el calabozo siga ‘’peloteando’’.

 (*) Actualmente San Jacinto

     (El Correo de Andalucía 16/01/1924)

 

Lamentablemente, algunos guardias, imbuidos de un exceso de autoridad, llegaban a desmedirse en extremo con actitudes severamente reprobadas.

Se han personado a nuestra redacción numerosas personas, testigos presentes del hecho, para protestar de la conducta del guardia de Seguridad número 91, el cual, estando de servicio en el Prado de San Sebastián, en uno de los campos de «football», golpeó violentamente con una goma de trasegar vino a varios niños, entre ellos el de once años llamado Luis Galván Peñuelas, que vive en la calle Pelay Correa 9, causándole lesiones  de importancia en el ojo izquierdo y cabeza, teniendo que recibir asistencia facultativa en la casa de socorro del Prado.

Nosotros por nuestra parte protestamos enérgicamente  de este atropello cometido contra un pobre niño, cuyo estado nos inspiró verdadera lástima y esperamos que las autoridades superiores, una vez averiguada la verdad de lo ocurrido, impongan al guardia 91 un severo correctivo, haciéndole ver que no es su misión la de golpear violentamente a inocentes criaturas.

(El Liberal, Sevilla 03/01/1916)

La lucha de los guardias contra el fútbol callejero tuvo un claro ganador. En cualquier barrio que hubiese niños, el fútbol se abría camino por encima de sus detractores.

El fútbol callejero tiene sus campeonatos y sus asociaciones, que no sabemos si pasarán a la historia del británico deporte. Los cronistas deportivos no serán veraces si en sus comentarios no recogen las gestas balompédicas del «Alpargata F.C.» y del «Zurrapa Club», eternos rivales como el Sevilla y el Balompié. ¡Que también la gente menuda tiene su corazoncito!

(El Liberal, Sevilla 25/02/1925)

También en esta guerra hubo víctimas colaterales, la más afectada, la fiesta de los toros, que poco a poco cedió gran parte de su terreno cultural a las nuevas modas.

En la revista Buen Humor de Madrid, decían en 1925.

De algún tiempo a esta parte, los rotativos conceden espacio extraordinario a los deportes en general, singularmente al fútbol; aumenta el número de clubs; se construyen espléndidos campos para miles de espectadores; se venden como pan bendito una porción de revistas deportivas…, y los chiquillos en las calles han decidido sustituir la imitación de la media verónica belmontina por un chut contra cualquier portería…..

Eso de que los chavales jueguen ya al toro…, se lo cuentan ustedes a cualquier guardia. Hoy se descosen por el balón, y algunos ¡hasta se descalzan!

     (Buen Humor, Madrid 07/10/1923)

Enrique Fajardo Fernández, que firmaba con el seudónimo Fabián Vidal, era uno de los periodistas más importantes de la época, y en uno de sus innumerables artículos en La Voz de Madrid comentaba con un amigo al contemplar a unos niños jugando en la calle.

De la nueva afición

-¿A qué juegan esos muchachos?

-Al balompié

-¿Al balompié? ¡Ah! ¡Vamos! ¡Jugar con los pies a la pelota!...¡Qué absurdo!...Permítame que evoque mi visita de hace ocho años a esta misma plazuela. Entonces había igualmente chiquillos que jugaban. Ahora serán hombres. Pero recuerdo perfectamente que jugaban al toro. Uno de ellos oprimía contra su cabeza una tabla prolongada por dos cuernos temibles. Otro lucía una montera. Era el matador. Un tercero montaba sobre un colega rechoncho. Era el picador…

(La Voz, Madrid 09/04/1923)

    

Con el paso del tiempo, este cambio en las costumbres infantiles se hizo patente con muchas de las actividades de ocio de niños y niñas.

Hasta Paco Palacios ‘’el Pali’’ , el Trovador de Sevilla, lo dejó escrito en una de sus sevillanas: ¡Ay! Las Plazuelas

Ya no se ve en la plazuela

Los niños jugando al toro

Ni tu hermanilla y la mía

Jugándole al diábolo

Qué tiempo, qué tiempos aquellos

Recordarlo causa pena

Todo ha muerto, todo ha muerto

Como murió la Alameda

miércoles, 16 de octubre de 2024

CINDY 2024


Por José Arjona - @ArjonaDeMiguel

La maravillosa París inauguró los Juegos Olímpicos de 2024 dejando a los espectadores estupefactos con su pebetero en forma de globo aerostático, situado en el Jardín de las Tullerías. Diseñado por Mathieu Lehanneur, que lo describió como: “un faro en la noche, y un sol al alcance durante el día.” Ese pebetero en la ciudad de la luz, se elevaba majestuoso cada noche. No solo resultó un extraordinario espectáculo visual; también se mostraba al mundo como icono del desarrollo sostenible viéndole arder gracias a la pulverización de agua entre sistemas de iluminación LED, demostrando así, que la ecología y la innovación tecnológica pueden caminar juntas. Quién sabe si, de mantenerse el pebetero, se incorporará como nuevo referente turístico parisino.

Como en todos los Juegos Olímpicos celebrados, se han oído y leído críticas consecuentes a un acontecimiento de tal magnitud. En esta ocasión, el uso deportivo del contaminado río Sena, junto a las características del mobiliario de la Villa Olímpica llenaron portadas.

Ciñéndonos a lo deportivo, deja en el recuerdo los esplendores del nadador francés Léon Marchand; del pertiguista sueco Armand Duplantis; de la leyenda cubana en grecorromana Mijaín López; del baloncestista estadounidense Kevin Durant; o de la velocista Julien Alfred al conseguir las dos primeras medallas (oro y plata) de la historia, del país caribeño Santa Lucía –desconocido para mí– que en 1511 era de dominio español, según anotaciones del cartógrafo Juan de la Cosa.

Tampoco faltaron vehementes debates sobre si la boxeadora argelina Imane Khelif era hombre o mujer; los irónicos comentarios sobre el peculiar estilo del tirador con pistola turco Yusuf Dikec; la invasión del terreno en el Marruecos / Argentina tras el gol marcado en los últimos segundos y que sería anulado por el VAR ... ¡hora y media después!; o ... ¿cómo olvidar la emoción de Simone Biles; el llanto ganador de Novak Djokovic; o el grito desgarrador de la grandísima Carolina Marín?

A lo vivido se le sumó el histórico oro de nuestro apreciado canterano Juanlu Sánchez, con su activa participación en el logro de la Selección Olímpica de Fútbol.

Los Juegos Olímpicos suelen vivirse cargados de gran emotividad que lo hacen diferente a cualquier competición deportiva mundial. Rebusca entre los sueños de los atletas y la pasión de los espectadores. También, sorprendentes alegrías y enormes decepciones lo conforman. En esta edición más de 12.000 atletas han participado representando a 206 comités olímpicos nacionales. Por primera vez en sus celebraciones han participado similar número de mujeres y hombres.

Entre los 206 comités olímpicos participó uno que, aunque ya lo hizo en Río 2016 y Tokio 2021, debutó en París con bandera oficial: el Equipo Olímpico de Refugiados (EOR).

A la bandera de los Juegos Olímpicos creada por Pierre de Coubertin –la de los cinco anillos entrelazados de colores azul, negro, rojo, amarillo y verde, sobre fondo blanco, simbolizando la unión de los cinco continentes–, le han añadido en la parte superior un corazón rodeado de 24 flechas dirigidas hacia este, expresando las distintas rutas del deportista refugiado para poder volver a su país natal. Si algún atleta del EOR hubiera logrado una medalla de oro, el himno interpretado en su honor hubiera sido el olímpico.

Desde 1950, la Agencia de la Organización de Naciones Unidades para los Refugiados (ACNUR) trata de responder a situaciones de emergencia en países de distintos continentes, trabajando por mantener a salvo a las personas desplazadas obligadas a dejar sus hogares. ACNUR brinda protección vital y asistencial a personas desarraigadas, en su mayoría por guerras o persecuciones por causas múltiples.

La horrible situación que se vive en muchas partes del mundo no abre la esperanza a que esta mejore. En la actualidad, casi 120 millones de personas están desplazadas de manera forzosa.

Para que un atleta participe con el EOR debe obtener la marca mínima exigida en la prueba; tal como se le pediría a cualquier comité olímpico nacional. ACNUR realiza la selección con el apoyo de la Fundación del Comité Olímpico Internacional (COI), mediante “Becas para Atletas Refugiados”. En Paris, el EOR lo han formado 36 atletas (23 hombres y 13 mujeres) de 11 países.

Entre esos 36 atletas ha competido una mujer cuyo nombre quedará grabado en la historia del Olimpismo, al ganar la primera medalla –bronce en boxeo femenino, categoría peso mediano (75 kg)– para el Equipo Olímpico de Refugiados: Cindy Ngamba.

Nació el 7 de septiembre de 1998 en Duala (Camerún) donde pasó la infancia junto a su madre. Una niña rebosante de energía que prefería jugar con los niños pese al descontento de su madre que finalmente comprendería que, la felicidad de su hija era más importante que someterla a las tradiciones ancestrales de su país.

Su vida cambiaría a los diez años al enviarla su madre a Manchester, junto a Kennet, su hermano, para reunirse en Bolton con su padre y hermanastros. Desde entonces, ha vivido un difícil camino superando obstáculos de todo tipo.

No hablaba inglés, por lo que tuvo que asistir dos años a la escuela de idiomas antes de poder incorporarse al colegio. Padeció un férreo control disciplinario de su padre que no le permitía, por ejemplo, expresarse entre ellos en francés, su idioma natal.

Con el inglés no avanzaba bien, lo que influía, sumado a su sobrepeso, al intenso bullying que padecía en la escuela. “Era una niña triste, callada y reservada, que intentaba superar cada día como podía. Sin mi madre, todo me era más difícil. Tenía una edad delicada para una chica; desconocía incluso productos habituales para el aseo personal”. Debía superar los problemas. Era una migrante en riesgo permanente de deportación.

Encontraría, gracias a sus profesoras de educación física, el apoyo que no recibía en casa. Vieron en el deporte un buen modo de integración. Se le daba bien el críquet y aún mejor el fútbol. Su etapa en Duala, donde jugaba con pelotas de trapo, le había marcado.

“Tenía 15 años cuando mi hermano me dio un folleto de un club local y empecé allí a jugar al fútbol después del colegio. Un día, después de entrenar, salieron de una sala varios chicos. Fui a echar un vistazo, abrí la puerta discretamente y me encontré con un club de boxeo. Estaba lleno de chicos golpeando sacos. Ese día cambió mi vida; me enamoré del boxeo.”

Cindy acapararía todas las miradas el primer día en el Elite Boxing de Bolton: “Nunca habían visto a una chica en el club”. Mientras los chicos cogían los guantes, ella no paraba de saltar a la comba, o hacer flexiones y ejercicios cardiovasculares; dos horas, un día tras otro. Su entrenador, Dave Langhorn, no confiaba en ella ni en el boxeo femenino. Esperaba que se cansara y abandonara; pero no fue así. Pasado un año, consiguió un físico adecuado que posibilitó que le dejasen por fin ponerse los guantes.

En 2015, con 17 años, mientras asistía junto a su hermano a una cita periódica en la oficina de migración de Manchester, la policía les detuvo, esposó y llevó en camioneta hasta Londres a distintos centros de internamiento. La deportación a Camerún parecía inminente. Sería liberada 48 horas después, según parece, por gestiones que realizó un tío suyo desde Francia. Respiraba, volvía a su normalidad. Aunque la situación continuaba igual de precaria, se esforzó aún más en el desempeño deportivo y académico, mientras ingresaba algunas libras limpiando casas o bares.

Conseguiría en 2019 el campeonato nacional amateur del Reino Unido en la categoría de Peso Semipesado (81kg). Sin pasaporte no podía competir internacionalmente, lo que le provocó una gran depresión. Seguiría haciéndolo exclusivamente en Inglaterra. En 2022 ganaría dos títulos más, en Peso Medio (75kg) y Welter (69kg). Nadie había conseguido títulos bajando de categorías. Admirada en el ambiente boxístico amateur pero conscientes del riesgo de su deportación.

Su entorno sabía de su orientación sexual. Y que, de ser deportada, no podría boxear y sería castigada por ser lesbiana. Camerún no era lugar seguro para Cindy. Derechos Humanos constata la persecución existente allí a las personas LGBTQ+ al considerarlas personas enfermas que cometen actos ilegales. Deben convivir con el hostigamiento, la expulsión de la comunidad, y amenazas de cárcel o muerte.

Conocedores de su excelente capacidad deportiva y personal, y de que seguía sin obtener el estatus de refugiada o la ciudadanía británica, el club amateur Great Britain Boxing y el England Boxing presentarían su causa para conocimiento de ACNUR. Meses después le concederían el estatus por razón de sexualidad, lo que le permitiría competir con el EOR.

Su participación en el preolímpico de boxeo celebrado en Busto Arzisio (Italia) el pasado mayo, formando parte del equipo del EOR, la convirtió en la primera boxeadora refugiada en asegurar su presencia en los Juegos Olímpicos. Como consecuencia del éxito fue elegida una de las abanderadas del equipo.

“El boxeo es mi familia, mi mejor amigo, mi hermano, mi compañero. En el ring estás sola, no te puedes esconder. Tienes que ser tu misma”.

En el histórico combate disputado el 8 de agosto en la “Philippe Chatrier” de Roland Garros, contó con el apoyo entusiasta de espectadores impresionados por su historia de vida. No logró la victoria, lo que le hubiese supuesto pelear por el oro o la plata. La derrota ante la panameña Atheyna Bylon le supuso de inmediato la medalla de bronce. Nunca un tercer puesto supo tanto a victoria.

La mujer que acaba de convertirse en la primera atleta refugiada en ganar una medalla olímpica tiene, además de la medalla, la licenciatura en criminología de la Universidad de Bolton, y la ilusión de colaborar profesionalmente algún día con la policía. La gesta no sólo simboliza su capacidad de superación, también la de todos los que luchan por un futuro digno. “Solo espero que mi historia y mi viaje sean de alguna manera inspiradores, no solo para otros refugiados, sino también para que otras personas sepan que tienen la oportunidad de lograr cosas increíbles”.

Cindy consigue la medalla en época de creciente sentimiento contra la migración en muchos países. “Soy mujer; mujer negra; africana y refugiada; pero solo soy un ser humano. Nunca se debe mirar a alguien por ser refugiado o migrante; debe hacerse por lo que es”.


Au revoir, Paris 2024.

Wellcome, Los Ángeles 2028.



viernes, 11 de octubre de 2024

LA INCORPORACIÓN AL FÚTBOL DE LA CLASE TRABAJADORA

Por José Melero - @JMelero1


Del reducido y elitista grupo de sportmen que habían comenzado a jugar al fútbol en centros urbanos como Barcelona, Bilbao, Madrid, San Sebastián o Sevilla a finales del siglo XIX, buscando sin mayores pretensiones el entretenimiento que ofrecía una moderna y sana diversión, se pasará en pocas décadas a descubrir un deporte que desde la segunda mitad de los años veinte, y sobre todo coincidiendo con el inicio de la II República en 1931, conseguirá insertarse plenamente en el tejido social de los principales núcleos urbanos, convirtiéndose en el referente del deporte espectáculo y en una de las principales actividades de ocio y entretenimiento de las clases populares. 

Como decimos, en un principio los sectores más distinguidos de la sociedad comienzan a incorporarse a la práctica de un deporte que había llegado a España a través de un buen número de trabajadores cualificados de otros países (principalmente ingleses) que habían llegado a España por motivos profesionales.

Lentamente el fútbol se fue mercantilizando y con la creación de la Real Federación Española de Fútbol y la posterior legalización del profesionalismo y la creación en la temporada 1928/1929 del Campeonato Nacional de Liga, dio pie a la incorporación de las clases populares y a convertir el fútbol en espectáculo de masas.

Fue en los años veinte cuando el fútbol en nuestro país comienza a adquirir unos valores que iban más allá de los propiamente deportivos y que generarían una identidad local, regional y nacional que arrastró a las clases trabajadoras, que veían como el triunfo de sus equipos suponían el triunfo de sus respectivas ciudades o regiones.

Esta incorporación proletaria al fútbol se debió principalmente a tres factores: la reducción progresiva de la jornada laboral, el éxodo rural a las grandes ciudades y por consiguiente el aumento demográfico de estas y el mayor poder adquisitivo de una clase trabajadora que se veía necesitada de llenar de contenido un nuevo tiempo de ocio.

En nuestra ciudad la Exposición Iberoamericana fue el motor de esa explosión demográfica de la que hablamos. La necesidad de mano de obra en sectores como la construcción y servicios motivó un éxodo rural que representó un aumento de población en la ciudad que hizo alcanzar la suma de 228.729 habitantes, con unos crecimientos relativos del 11´29 por cien.

Para dar cabida a este nuevo público de condición humilde y trabajadora, los clubes llevaron a cabo una política de abaratamiento de entradas y abonos que posibilitaron la incorporación masiva de unos aficionados que mostraron sus preferencias por el fútbol antes que por otras ofertas de ocio como el teatro o el cine.

En nuestra región el Sevilla FC fue pionero en estas políticas y en la primera mitad de la década de los treinta y ante la necesidad de aumentar los ingresos económicos, posibilitó la entrada a su recién construido campo de Nervión de un público con un menor poder adquisitivo, gracias a unos precios populares. 

Con la llegada de la II República y en cuanto a la práctica, el futbol sería una actividad que lograría extenderse entre los jóvenes trabajadores a través de la constitución de un buen número de equipos de barrios, comercios y empresas, consiguiendo integrarse en el tejido urbano en el que se ubicaban.

Otro factor importante que posibilitaría que las grandes masas populares se incorporarán al fútbol, fue la proliferación en los principales periódicos de información general de contenido futbolístico. La clase trabajadora demandaba un mayor contenido sobre futbol, un deseo acorde con el boom futbolístico del momento.

Tomando como ejemplo el caso del Sevilla FC , las continuas obras de remodelación del campo del Reina Victoria, con la construcción de nuevas gradas, mostraban como las clases populares iban cobrando protagonismo dentro de su masa social, un protagonismo que culminó con la construcción en 1928 del campo de Nervión, situado en una zona más cercana al centro de la ciudad y que provocaría que la media de espectadores aumentase en un nuevo recinto más amplio y que presentaba nuevas comodidades para un público proletario que veía en jugadores como Kinké, Brand o el mítico Eizaguirre unos nuevos héroes deportivos a los que la prensa se encargaba de encumbrar.

En definitiva, el proceso que había quedado definido durante los años veinte quedaría confirmado en la primera mitad de la década de los treinta, así, la clase obrera constituía la base en la que se sostenían los clubes más importantes en los núcleos urbanos de las principales ciudades del país.




lunes, 9 de septiembre de 2024

¿POR QUÉ SOY SEVILLISTA?

Por Juan Castro Prieto

Todos los aficionados y seguidores del deporte tienen fórmulas, recuerdos que le llevan a su infancia, porque se hicieron de uno o de otro equipo. El abuelo siempre ha sido un referente, la voz cariñosa de su abuelo le recordaba su pasado, la mano firme de su padre llevándole al estadio, por la avenida, o la voz cálida de su madre festejando el triunfo de su equipo. Cualquier cosa de estas le hacen volver a la infancia y le hacen hacerse de un determinado club, especialmente cuando es de fútbol.

En mi caso mi relación directa con el fútbol vino a raíz de que mi familia se trasladó de trabajar en un Cortijo en la Campiña sevillana, al Aljarafe. En aquella hacienda había prácticamente de todo, era un complejo autosuficiente, había una antigua herrería que servía para herrar los caballos, arreglar los motores, en  definitiva para gobernar  todos los elementos metálicos. Por otra parte había también una carpintería, era una nave enorme, o a mí me lo parecía, ya prácticamente fuera de la hacienda. Era de ladrillo visto, ese ladrillo de aparejo flamenco que sostenía una enorme cercha de madera, que a su vez soportaba una cubierta de tejas árabes. En esa carpintería se arreglaban los rodrigones para aguantar las cepas, también los apoyos para los olivos, el arreglo de escaleras y en mi caso, el carpintero llamado Manolito me construía juguetes de madera que yo disfrutaba en aquellos primeros años infantiles.

Por circunstancias, yo había perdido a mis abuelos muy jóvenes y Manolito suplió esa ausencia con su cariño y afecto, con lo cual se me hacía muy agradable ir a hablar o a charlar con él a la carpintería.

Cuando tenía unos 10 años, Manolito un día estaba leyendo un periódico llamado La Hoja del Lunes, donde venía sobre todo información deportiva. Al volver del colegio él me leía los relatos del periódico. Uno de estos días le pregunté qué decía en aquel periódico y él me contestó que era el relato de un partido de fútbol. En ese partido de fútbol había un jugador llamado Campanal. Para mí ese nombre fue muy sonoro, era como el nombre de un gladiador o de un luchador. Me dijo que este hombre, Campanal, había dado un salto tan potente que había llegado hasta el larguero de la portería quedándose colgado mientras había rematado la pelota. A mí aquello se me quedó grabado, fue como un hecho heroico, un hecho portentoso. Manolito se dio cuenta que había despertado mi interés, por ello a la semana siguiente cuando volví a coincidir con él en la carpintería, me volvió a contar una hazaña de dicho Campanal. Dijo que había corrido más que nadie y que había salvado varios goles. Esto me hizo tener un interés especial por aquel personaje. Manolito se dio cuenta y todos los lunes me contaba alguna narración de aquel portento físico al que llamaban Campanal.

Al poco tiempo me enteré que este jugador era del Sevilla FC, con lo cual empezó a atraerme la figura de aquel equipo de fútbol y me sentí parte de esas heroicas batallas que libraba el famoso jugador y sus compañeros de equipo.

Yo volvía corriendo de los “Maristas” hacía mi casa y a veces ni siquiera me pasaba por ella, directamente me iba a la carpintería a esperar el relato que aquel día me guardaba el anciano carpintero. Pasado algún tiempo le conté a mi madre las hazañas que Manolito me leía en aquel periódico. Mi madre agachó la cabeza, sonrió y me dijo de una manera suave que Manolito no sabía leer. En aquel momento me quedé sorprendido pero desde luego ya mi héroe no era Campanal, mi héroe era Manolito, Manolito que había pretendido hacer feliz mi infancia, una infancia en una hacienda donde iban pocos niños y mucha gente mayor. Desde entonces Manolito fue mi auténtico héroe. Por ello ya de mayor, cuando voy al campo del Sevilla siempre es un recuerdo de infancia, de olor a serrín de madera, de voz grave y cálida, es el recuerdo de una infancia feliz, por ello soy sevillista.


miércoles, 4 de septiembre de 2024

JOSÉ GARCÍA CASTRO "PEPILLO"

 Por Jose Luis Herrera @Lpepeele



José García Castro, conocido futbolísticamente como Pepillo (Melilla, España, 10 de junio de 1934 - 2003), fue un futbolista español. Jugaba de delantero y su primer equipo en Primera División fue el Sevilla FC.

También era conocido como Pepillo II, para diferenciarlo del que también fuera jugador del Sevilla FC entre 1939 y 1945, José Díaz Payán, también conocido como Pepillo. Lo ficha el Sevilla FC en la temporada 1953-54, jugó seis temporadas,  cinco  en el Viejo Nervión y una en el Sanchez-Pizjuán. Con el equipo banquirrojo consiguió el subcampeonato de la Liga la temporada 1956-57 y el de Copa en 1955. Ganó tres trofeos Carranza consecutivos, en 1955, 1956 y 1957, y el Trofeo Teresa Herrera en 1954; también disputó la Copa de Europa de 1958.

Ha sido el delantero centro mas rápido, con mejor regate, además, remataba de cabeza maravillosamente. Con solo un movimiento de cintura se deshacía de los rivales, ríanse ustedes de las bicicletas de Denilson, Robiño, o Cristiano. El que mejor las ha hecho hasta el día de hoy, ha sido Pepillo "el melillense" y que decir de las chilenas las hacía como nadie pegándole al balón en lo mas alto. Un prodigio de arte, pero ARTE con mayúsculas.

Disfruten de la galería de imágenes que les proponemos.












lunes, 26 de agosto de 2024

LA COPA DEL 35

Por José Melero - @JMelero1 

Un buen día el Sevilla F.C. empezó a ganar. Conquistó un Campeonato de Andalucía, y otro, y otro. Los jugadores no pararon de brindarles triunfos al sevillismo, hasta que desde la capital de España, la prensa madrileña bautizó al equipo blanquirrojo con el sobrenombre de ´´el eterno campeón andaluz´´. El club había adquirido eso que los sesudos cronistas deportivos llaman hoy día ´´cultura ganadora´´. 

Cada título regional te daba derecho a participar en el Campeonato de España, que durante mucho tiempo, incluso con la creación del Campeonato Nacional de Liga en 1929, era el torneo de mayor prestigio y por el que los grandes clubes en España litigaban y se esforzaban de una manera bárbara para conseguir llevar el trofeo a sus vitrinas.

Al Sevilla F.C. este campeonato se le atragantaba. Una y otra vez se quedaba sin opciones de conseguir el título, que se le escapaba como el agua entre los dedos. Temporada tras temporada buscaba con una manera de jugar única alcanzar a través de la Copa el cielo futbolístico. Pero como Sísifo, aquel personaje mitológico condenado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada y que antes de alcanzar la cima, la piedra siempre rodaba hacia abajo, y tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez. Ese era el panorama del equipo sevillista en los años veinte y principio de los treinta en el Campeonato de España. 

Pero aquella pared que le separaba del anhelado trofeo copero iba a ser derribada en el verano de 1935, en plena II República. Con una Sevilla que en aquel año por primera vez superaba el cuarto de millón de habitantes. Una Sevilla donde más de la mitad de su población había nacido fuera de la ciudad (53%) y donde la paz social parecía imposible de alcanzar, y más en medio de una crisis económica como la que se abatió en la ciudad en 1929. 

En aquel contexto el futbol suponía una vía de escape para los sevillanos y la clasificación para la final a jugar en Madrid en el estadio de Chamartín, supuso una alegría inmensa para una afición que un año antes había celebrado el ansiado ascenso a Primera División.

El rival en aquella final el Centre d'Esports Sabadell, el escenario el estadio de Chamartín y el arbitraje corrió a cargo del reputado arbitro, Pedro Escartín. La recaudación del encuentro no fue muy boyante (75.000 pesetas), debido a un público madrileño que a causa de los altos precios de las entradas, al fuerte calor reinante aquel 30 de junio a las cinco y media de la tarde y a la ausencia de equipos madrileños en aquella final, se retuvo de acudir en masa al estadio. 

Antes de la gran final se celebró la final amateur, entre el Sevilla FC y el Ciosvin de Vigo, con victoria sevillista por seis goles a uno, haciéndole entrega el presidente de la República Niceto Alcalá Zamora al capitán sevillista Huerta, del trofeo que le otorgaba el título de campeón, entre vítores y vivas a la República de los aficionados presentes, incluidos los cinco mil sevillistas que se habían desplazados desde la capital andaluza y que eran mayoría frente a los aficionados catalanes que acudieron en escaso número, debido a que se había anulado a última hora el viaje de un tren especial que debía traerles hasta la capital de España. 

Hicieron bien los aficionados sevillistas en desplazarse a Madrid, a pesar de las dificultades propias de la época, porque hasta esa fecha, pocas veces necesitó más el equipo que lleva el nombre de la ciudad, del aliento de los suyos, en un campo que no fue neutral, debido a la desafección que sentían los aficionados madrileños hacia el Sevilla FC, motivada por la eliminación que llevó a cabo el conjunto andaluz de los dos principales equipos de la capital en eliminatorias anteriores. 

El Sevilla saltó al césped de Chamartín seis minutos antes y los pitos y los aplausos se confundieron. En las tribunas aparecieron un buen número de pancartas y banderas alusivas al equipo andaluz. Al salir los catalanes al campo fue acogido con más aplausos que su rival. 

No paró ahí la desafección de los aficionados madrileños hacia el Sevilla. Las jugadas de los catalanes eran coreadas con entusiasmo; las del equipo blanco pasaban con el único subrayado de los miles de aficionados sevillistas desplazados.

El primer tiempo se mantuvo nivelado. Hasta que el Sevilla se decidió a emplearse a fondo y atacó con brío, produciéndose la jugada que originó un penalti que malogró Euskalduna. A los treinta y ocho minutos se produjo el primer gol del Sevilla, a cargo de Campanal, que aprovechó una salida fallida del meta catalán Masip. El gol produjo una explosión de júbilo de los aficionados sevillistas. Al poco, un centro templado de Bracero lo empalma Torrontegui, dando la pelota en el palo. La afición sevillista formaba una tremenda algarabía y comienza a tocar palmas por tango. 

En el segundo tiempo se volvieron a repetir los silbidos contra el Sevilla por parte de los aficionados madrileños. Pero todo se acabó cuando el Sevilla marcó el segundo gol, obra de nuevo de Campanal, en el minuto treinta y uno de esta segunda parte y las banderas blanquirrojas volvieron a aparecer. Alguien lanzó al aire la letra de las viejas sevillanas que empiezan: ´´Viva Sevilla y olé, viva Triana´´, popularizadas por la artista Imperio Argentina y que los sevillistas hicieron como propias y que fueron utilizadas como grito de guerra por los de Nervión. De pronto los miles de sevillistas presentes en el estadio, a voz en grito corearon el cante acompañándolo con palmas al son de las conocidas sevillanas. Se acabó la ojeriza madrileña. Ya estaba dibujado con firme trazo el nombre del campeón de España de 1935. Y cuando Bracero marcaba a tres minutos de cumplirse el tiempo reglamentario el tercer y definitivo gol, el público sevillista se alzó frenético y las ovaciones y gritos fueron algo indescriptible. 

Cuando se pitó el final del partido los aficionados se lanzaron al campo y surgió el viejo grito de:´´¡Alirón, alirón, el Sevilla es campeón!´´. Escudos del Sevilla exhibiéndose con orgullo, ovaciones, y vivas al nuevo campeón de España, que se acentuaron cuando el jefe de Estado hizo entrega de la Copa al capitán sevillista Guillermo Eizaguirre, legendario guardameta internacional al que la prensa señalaba como un verdadero ´´as europeo´´. 

Para la historia quedó esta alineación sevillista que conquistaba por primera vez una Copa que se le resistía y que supuso el primer título sevillista a nivel nacional:

Eizaguirre; Euskalduna, Deva; Alcázar, Segura, Fede; López, Torrontegui, Campanal, Tache y Bracero. 

Tras el partido la Federación española dio el tradicional banquete en honor de los dos finalistas en el Hotel Ritz, mientras el sevillismo desplazado retornaba a la capital de Andalucía a bordo de trenes y autocares que llegaron a Sevilla el día 1 de julio, desbordando la ciudad de alegría y entusiasmo y exhibiendo banderas y pancartas con los colores del Sevilla FC. 

Ese mismo lunes 1 de julio partieron desde la capital de la República los dos autocares con los equipos sevillistas, el primer equipo y el equipo amateur, haciendo noche, uno en Manzanares y el otro en Valdepeñas. En Manzanares se les obsequió a los jugadores, por el Gobernador Civil de la provincia, con un vino de honor. El día 2 prosiguió la marcha triunfal hacia Sevilla, deteniéndose en muchos pueblos, con agasajos llenos de entusiasmo de los lugareños. En Écija, se les invitó a un magnífico “lunch” y en Carmona, los campeones de España fueron paseados a hombros de los aficionados de la localidad. 

Y como toda gran victoria exige una gran celebración. Exige un gran festejo. Exige lo que se iba a dar en las calles de Sevilla. Porque el Sevilla Futbol Club, los campeones de España, se iban a dar un baño de masas en la capital de Andalucía, en un día de fiesta que iba a tener su colofón en la Plaza Nueva.

La llegada del equipo sevillista a la ciudad fue acogida con una atronadora ovación y vítores que exaltaban a unos jugadores que eran liderados por su capitán Guillermo Eizaguirre, el cual llevaba la copa de campeón de España en sus manos.

Seguidamente, se organizó la comitiva. Esperaban a los jugadores tres coches adornados con flores y tirados por hermosos caballos. En primer lugar, un ´´Peter´´ al que subieron los jugadores del equipo amateur, en el segundo, un espléndido ´´Mail Coach´´, propiedad del expresidente sevillista Carlos Píñar y Pickman, donde subió el equipo profesional, su entrenador Ramón Encinas, el presidente Ramón Sánchez-Pizjuán y demás componentes del club. Finalmente, iba el tercer coche oficial en el que subieron el capitán del equipo amateur Huertas y el entrenador Pepe Brand, además del delegado de Festejos señor Bermudo y el presidente honorario de la Federación Regional Sur de Futbol, Juan López García y el presidente efectivo Antonio Calderón. 

A continuación el cortejo se puso en marcha, acompañados por una sección montada de la Guardia Municipal en traje de media gala, seguidos por la banda de Tomares y por último la banda de música del Hospicio. La multitud se agolpaba en la calle San Fernando y provocaba que los coches avanzaran con dificultad. En una Sevilla que estaba a reventar, y unos jugadores que veían cómo la gente ya se amontonaba desde mucho tiempo antes de que llegaran al centro de la ciudad. Quedaba mucho para llegar al Ayuntamiento, pero daba lo mismo. 

Daba lo mismo que se retrasase todo. Daba lo mismo que aún quedara mucho para que los jugadores salieran a saludar desde el balcón de la Casa Consistorial. No importaba. El sevillismo contaba los minutos, los segundos, para que llegase ese final de fiesta. La celebración solo había hecho empezar. 

La masa de gente una vez llegados a la avenida de La Libertad (hoy av. de La Constitución), vitoreaban y animaban sin cesar, llegando a ofrecer un aspecto imponente entre el trayecto que iba desde la Catedral hasta la Plaza Nueva. 

Una vez llegados a las puertas del Ayuntamiento, la Banda Municipal recibió al equipo campeón con los acordes del pasodoble ´´La Giralda´´, que era considerado como el himno de Andalucía, antes que Blas Infante creara el actual himno andaluz. Una vez dentro del edificio se dirigieron jugadores, directivos y demás personalidades a la Sala Capitular, donde se dio un viva el Sevilla que fue ovacionado de forma entusiasta por los allí reunidos. 

Cuando se hizo el silencio, tomó la palabra el alcalde de Sevilla Isacio Contreras, el cual mostraba su alegría por ser el alcalde cuyo bajo mandato había llegado a la ciudad ese año los tres títulos nacionales: el Campeonato de España profesional y amateur y el Campeonato de Liga ganado dos meses antes por el Betis. 

Posteriormente, tomo la palabra el presidente sevillista Ramón Sánchez-Pizjuán, el cual recordaba la promesa que le hizo al alcalde en la celebración del título bético, al cual fue invitado y donde prometió traer el Campeonato de España en sus dos categorías. Dicho y hecho. 

Una vez terminados los discursos, alcalde y jugadores se dirigieron a los balcones del ayuntamiento, desde donde se dirigieron a los aficionados que abarrotaban la Plaza Nueva. En el centro de la plaza había una gran bandera del Sevilla que mostraba ya de por sí, un aspecto impresionante. A continuación el presidente sevillista Ramón Sánchez-Pizjuán dedicó unas palabras a los aficionados que pedían incesantemente que hablaran unos jugadores que no paraban de saludar a los suyos.

Lentamente, el gentío se fue disolviendo y se puso punto y final a la celebración popular de un título histórico, en un día histórico e inolvidable. 

Al día siguiente, jugadores y directivos volvieron al Ayuntamiento a celebrar un ´´lunch´´ en honor de los campeones, donde fueron recibidos de nuevo por el alcalde y concejales, al cual fue invitado el presidente del otro equipo de la ciudad, Moreno Sevillano y el presidente de la Federación Regional Sur de Futbol. 

Tras la comida tomó la palabra en primer lugar el alcalde, que iba a anunciar un acto para homenajear a las dos aficiones de los equipos de la ciudad. El acto consistiría en una celebración conjunta entre las dos aficiones, a celebrar en la Plaza de España, con un ´´modesto cubierto´´ de por medio, a semejanza de unas celebraciones parecidas llevadas a cabo en otros puntos de España. La idea, tomada bajo la euforia y en pos de la hermandad de sevillistas y béticos no se llevó a cabo, a pesar de haberse anunciado en prensa. A lo más que se llegó fue a un agasajo a los dos equipos llevados a cabo en la fábrica de la Cruzcampo, por la familia Osborne, propietaria de la cervecera, que ya en los años veinte habían sido directivos del equipo bético. 

 Y ese supuso el final de unos días de euforia y alegría en una ciudad convulsa que tornó en fiesta y jolgorio lo que antes era huelgas y protestas ciudadanas. Sevilla se tiñó en aquellas fechas con los colores del Sevilla FC, dejando estampas inolvidables, de lo que fue el primer título sevillista a nivel nacional.

* Gracias a Antonio Ramírez por la información aportada a este texto.

viernes, 23 de agosto de 2024

ES DE BIEN NACIDOS SER AGRADECIDOS


Por GuardianesSFC

Gracias, Manuel Carmona. Gracias, Balmont. Gracias, Zancarrón. Gracias, del Castillo. Gracias chocos del mundo. Gracias, béticos del Universo. Gracias CIHEFE. Gracias a todos los que contribuyeron.

Sin ellos el Sevilla FC nunca habría sido de 1890.

Su contribución ha sido esencial porque han escudriñado, han puesto en duda, han formulado teorías, (esperpénticas, eso sí) que no hacían más que darnos pistas por dónde buscar hasta encontrar. Les animamos solapadamente a que hicieran de abogados del diablo y lo hicieron a la perfección.

En su lucha contra 1890, por pura rivalidad y sin sentido, hubo dos fases bien diferenciadas: la primera fue negar que el de 1890 fuese un club y la segunda, una vez demostrada su acta de constitución, fue negar que tuviese continuidad. Ambas teorías han sido trituradas, defenestradas y pasadas por el rodillo debido a la avalancha de pruebas y documentación aportada.

Dijeron que lo de 1890 era un club inglés que poco tenía que ver con el fútbol, que no era más que un grupo de amigos que decidieron jugar un partido aislado. Se publicó incluso todo un libro desarrollando esta teoría en el que se describian cuestiones accesorias que tenían poco o nulo sentido, dándole al contenido carácter de verdad y de aclaración a los historiadores del Sevilla FC, cuando en realidad, en aquel momento aún no se habá comenzado a decir nada institucionalmente. 

Al poco apareció la única acta de fundación que posee el Sevilla FC datada en 1890. A tomar viento fresco el libro, del que nunca más se supo, incluso parece que desapareció del mapa, el club sevillista se fundó con todas las de la ley.

Dijeron que la carta publicada en el Diario La Provincia de Huelva enviada por el secretario del Sevilla FC invitando al Recreation Club a un partido no aparecía firmada en el diario, pretendían que White firmase periódico por periódico.

Dijeron y siguen diciendo que “Club de Football de Sevilla” no es “Sevilla Football Club” traducido. No haremos más comentarios que no caigan por su propio peso y les hagan hacer el más espantoso de los ridículos.

Dijeron, para intentar difuminar las investigaciones, que el Sevilla Football Club era el origen de todo el fútbol sevillano, no sólo del Sevilla Fútbol Club. Y es cierto, el actual club sevillista es el origen de todo el fútbol sevillano, pero, además, a los béticos no les gustó mucho llamarse así, defenestraron la teoría rápidamente, bastante tuvieron con llamarse “Sevilla” en sus inicios y comenzar vistiendo de blanco. Lo que les faltaba ya era llamarse igual.

Dijeron que el Sevilla FC de 1890 no es el mismo que el de 1905 porque ningún componente del primero aparecía 15 años después. Es muy raro en cualquier equipo del mundo que aparezcan los mismos componentes con 15 años de distancia, esta no sería una excepción, a este tipo de pruebas tuvieron que recurrir.

Pretendieron utilizar el libro de registro de Asociaciones del Gobierno Civil como prueba ineludible, cuando en realidad no tiene carácter fundacional, sólo de información y publicidad a terceros. Fue santo y seña de Carmona y Zancarrón, que nunca pudieron explicar por qué el Real Betis Football Club no estuvo registrado, al igual que el España Balompié, según su propia teoría esos clubes no habrían existido nunca, sin embargo, este último es la base para argumentar que nacieron en 1908. Otra teoría a la basura.

Intentaron abrir una brecha entre 1905 y 1908 argumentando que el club de 1905, (que lo separaban además de 1890) había desaparecido y que el Sevilla FC en realidad se fundó en octubre de 1908, plan maquiavélico donde los haya, si eso es algo que pudiesen comprender o es que les salió así. Cuando se les pone por delante una crónica en la que el Sevilla nombra -renueva en realidad- directiva en junio de 1908; un artículo de La Provincia y de un periódico alemán de 1907 ambos y otro artículo de 1906, donde Huelva pide jugar contra el equipo de Sevilla, hacen como que no existe y siguen la cantinela. Todo así.

A colación del libro de registro de asociaciones, dijeron desde Huelva, (Balmont) que ese club sevillista no existió porque no se registró hasta 1909, sin saber que el edificio que albergaba el libro de registro se quemó en 1906. Pronto se dio cuenta que había metido la pata, el recre no aparecía registrado hasta 1926 y dando pruebas clarísimas de sus sucesivas desapariciones, es decir, él mismo condenaba a muerte el decanato de su club. Inmediatamente tuvo que trabajar para tumbar su propia teoría y reunió pruebas de distintas universidades en las que se probaba que el libro de registro no tiene carácter fundacional. La serie de Benny Hill se quedaba en pañales frente al espectáculo al que asistimos. Al mismo tiempo hundía y enterraba la teoría de Carmona y Zancarrón que se basaba en el libro de registro como documentación fundacional. Con amigos como esos, ¿quién quiere enemigos? Hacían agua por todos lados.

Los auto-zascas no faltaron en estos divertidísimos y apasionantes años de investigación, sobre todo cuando Zancarrón escribió toda una tesis, (con recorte manipulado incluido) en el que intentaba demostrar que fue realmente Miró Trepat, presidente del Sevilla FC entre 1911 y 1913, quien fundó el club sevillista, cuestión que estuvo defendiendo durante muchos meses y además muy serio él. Ocurrió que encontró un escrito en el que José Luis Gallego firmaba como presidente fundador del Sevilla FC y no dudó en defenestrar la teoría de Miró Trepat si con ello tumbaba 1890, donde dije digo, dije Diego y santas pascuas. Pero claro, no calculó que, además de Gallegos, había al menos una decena de personajes que se atribuyeron públicamente la autoría de la fundación sevillista, además mató dos pájaros de un tiro, porque presentó una prueba de que la brecha entre 1905 y 1908 nunca existió, porque en caso de que Gallegos fundase algo como presidente, esto fue en 1905. Se zasqueó a sí mismo y no fue la primera vez.

La implantación de la lectura literal de las pruebas que presentan sin contextualizarlas históricamente, ni la interpretacón correcta del lenguaje del siglo XIX, la falta de profesionalidad y de formación, la omisión de otras pruebas que desmienten lo que presentan, o dar explicaciones peregrinas y absurdas a aquello que no les gusta y les contradice, han hecho el resto. Asímismo, la falta de contraste con otros profesionales, la ausencia del mundo académico, la nula utilización del método científico pues la historia es una ciencia social, o la falta de trabajo en equipo, les restó el mínimo crédito que hayan podido tener en algún momento. Lo de ellos es un relato dirigido a descerebrados que no tienen la mínima formación y odian al Sevilla FC.

Dijeron que Villar se negó en rotundo a admitir la nueva fecha fundacional y que mandó al historiador sevillista al garete. Poco después apareció Villar fotografiándose con la cifra detrás, felicitando al historiador sevillista por el trabajo de su equipo de historiadores en pos de los resultados de la investigación. Obsérvese que el presidente sevillista en el momento es José Castro.

Dijeron entonces que Villar lo aprobó por un chanchullo con Del Nido. Ninguno de los dos estaba ya cuando la Federación lo aprobó, aunque argumentan que manipulan a los nuevos dirigentes en diferido. Unos hachas. 

Dijeron que los historiadores federativos habían enviado la nueva fecha fundacional al garete nuevamente cuando el Sevilla FC la presentó. Poco después fueron esos historiadores los que defendieron 1890 ante los dirigentes federativos por su autenticidad.

Dijeron que la Federación nunca reconocería la nueva fecha fundacional. Poco después se aprobó en junta directiva y el Sevilla FC jugó como local frente al FC Barcelona la final de la Copa del Rey, cuestión que se adjudica por antigüedad.

Dijeron que el vicecónsul británico no daba crédito a las teorías de 1890. Poco después apareció fotografiándose con los historiadores sevillistas, agradeciendo en nombre de su majestad la reina la investigación sobre los orígenes británicos por escrito.

Dijeron que la Biblioteca Nacional mostraba en su catálogo que el Sevilla FC se fundó en 1908 basado en una publicación, esto era prueba ineludible para ellos puesto que se trataba de una institución muy importante. Cuando enviamos toda la documentación a la Biblioteca Nacional lo corrigieron. Entonces dejó de ser una prueba lo suficientemente importante, incluso dicen que les amenazamos.

Divulgaron que la federación inglesa contaba con una comisión de 40 historiadores para discernir las fechas de fundación de los clubes ingleses. Investigando sobre ello comprobamos que no contaban con dicha comisión, simplemente el Zancarrón inglés de turno reunió a unos cuántos para ver la fecha de fundación de un club y nada tuvo que ver con la federación inglesa. Un ridículo más.

Dijeron que instamos a la Federación a echar a los componentes de la asociación CIHEFE del propio edificio federativo, porque iban a cuestionar la fecha fundacional sevillista. Igual los echaron, pero no tuvimos nada que ver, aunque nos alegramos, la verdad. Por cierto, la carta de presentación del actual director del CIHEFE, Arrechea, fue un artículo escrito al dictado de Balmont contra la fundación sevillista en 1890. Necesitó hacer eso para tener relevancia y hoy les dirige.

Dijeron que no importa que la RFEF, la RFAF, la FIFA, la UEFA, la British Library, la Biblioteca Nacional, la Universidad de Sevilla, la prensa en general, las instituciones políticas… reconozcan 1890, pero si no lo hace La Liga, no vale nada. Saben perfectamente que será tarde o temprano cuando La Liga lo reconozca, entonces se inventarán otra cosa.

La interpretación sui generis de unos estatutos de 1909 para darle carácter fundacional, cuando eso no aparece por ningún lado, o de documentos de peticiones al Ayuntamiento de terrenos para jugar como si fuese un club nuevo, cuando se ha demostrado que antes ya jugaron en otros lugares; elevar a verdad absoluta el vocablo "constituir" como "fundar", cuando tiene diversas acepciones, máxime en el siglo XIX y principios del XX. Decir que no hay noticias entre determinados periodos cuando si las hay; decir que en 1909 era un club nuevo cuando la incipiente federación les hace llegar una invitación para participar en la federación, (cosa que no hicieron con ellos y eso que son de 1907) hacen de las teorías esgrimidas una verbena de las realmente divertidas.

Se rieron de que los sevillistas formasen un equipo multidisciplinar de investigación, dando muestras de la ignorancia que atesoraban, no se dieron cuenta de que un hecho histórico estaba siendo analizado desde distintas ópticas, la histórica, la económica, la jurídica, la linguística, la antropológica... dando como resultado un análisis mucho más certero en su interpretación. Por eso hicieron aguas siempre.

No lo contamos todo, daría para un libro, sólo algunas de las cuestiones que durante estos años han mantenido, pero nos da un idea de cómo nos han divertido para poner en pie una realidad que ellos ya no podrán cambiar: el Sevilla FC se fundó en 1890 para todos los habitantes, todas las federaciones, todos los organismos, toda la prensa, todas las instancias académicas del mundo, menos para ellos.

Gracias por todo, por las risas, por hacer el ridículo, por ayudarnos.