jueves, 27 de febrero de 2025

LA SUSTITUTA DE PAVAROTTI


Por José Arjona @ArjonadeMiguel

Por lo general, la incorporación de una suplencia para cubrir un puesto de responsabilidad, sea profesional, político, deportivo, e incluso afectivo, va exigida por la necesidad de realizarla y, por lo general, conlleva un tiempo de preparación y dudas sobre la aportación.

El fútbol de élite se ha convertido en un gran tablero estratégico en el que, tanto desde los banquillos como desde otras zonas de los estadios, e incluso lugares insospechados, especialistas en operaciones algorítmicas obtienen amplia información que descifran la eficacia o no del sistema de juego elegido; el cumplimiento de las tareas encomendadas a cada jugador; detectar las mermas del rival y, llegado el momento, utilizar a suplentes para obtener el fin deseado.

Contar con una extensa plantilla, compuesta por jugadores de gran calidad técnica; sobre dotada físicamente; y fuerte mentalidad competitiva, propician cualidades extras al alcance de muy pocos.

Desde hace cuatro temporadas, poder incorporar al juego hasta cinco jugadores, de igual o mejor calidad que los sustituidos, facilita logros a los más poderosos. Como casi todo en la vida, el dinero marca diferencias.

Ese cambio comenzó con el regreso de las competiciones durante la pandemia por COVID. Sin público en las gradas aún, la FIFA acordó el 8 de mayo de 2020, provisionalmente, la norma de poder realizar hasta cinco cambios por equipo y partido. 

Añadió, que los cambios se deberían realizar en tres paradas de juego o “ventanas” y, sin que en su aplicación contase el comienzo de la segunda parte.

La norma también permitió la ampliación de jugadores convocados a los partidos, pasando de 18 a 23. La que se adaptó como norma provisional ha terminado aplicándose definitivamente. Con la salvedad de en la fase final de competiciones entre selecciones nacionales, en las que los jugadores convocados podrían ser hasta 26.

El acuerdo de FIFA decía pretender proteger la salud de los jugadores. Muy discutible, claro está, pero no es menos cierto que ha permitido ampliar, aún más, las distancias existentes entre las plantillas de los clubes poderosos de los diversos campeonatos con el resto de rivales.

Recordando la evolución sobre suplencias y convocatorias desde los inicios de La Liga, hace casi un siglo, si algún equipo tenía la desgracia de que se le lesionara uno de sus jugadores no podía sustituirlo, debiendo jugar el resto del partido con uno menos o haciendo el lesionado de bulto por el terreno de juego.

Para la temporada 1929/30, se acordó permitir la sustitución del portero, ya que se habían convertido en el rival especializado a batir por el equipo oponente, sufriendo fuertes contusiones que por lo general le causaban lesiones que no le permitían continuar el partido, autorizándose así la convocatoria de doce jugadores. 

Podríamos imaginar las andanzas que debió padecer John Norris Mandy, primer portero en la historia del Sevilla F.C., dato aportado recientemente por el Área de Historia del SFC tras brillante investigación. Sí, aquel que jugó el histórico partido contra el Recreativo en el campo de la Dehesa de Tablada el 8 de marzo de 1890, que el SFC vencería 2-0, y cuyos restos descansan en el sevillano cementerio de San Jorge, popularmente conocido como cementerio de los ingleses.

Siguiendo con la evolución sobre normas de suplencia y convocatoria, el acuerdo adoptado en la 1929/30 se mantuvo hasta la 1933/34 en la que se adoptó no permitir de nuevo la presencia de un portero suplente. Su presencia no volvería a autorizarse hasta la temporada 1948/49.

La RFEF permitiría en la 1969/70 inscribir a quince jugadores por partido y realizar hasta dos sustituciones. Ya en 1987/88 se inscribirían hasta dieciséis manteniéndose las dos sustituciones.

Para la 1999/00 se acordó la inscripción de dieciocho convocados por partido manteniéndose la posibilidad de dos sustituciones.

En la 1994/95 se aprobaría la sustitución por equipo de dos jugadores más el portero y, en 1995/96, hasta tres sustituciones por equipo. Esta temporada marcó un hito, ya que además del número de sustituciones, incorporó el número de dorsal fijo por jugador y equipo, y los tres puntos por victoria.

Como vemos, el puesto de portero ha sido piedra angular en la evolución del fútbol. El escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano decía esto del portero:

"Está condenado a mirar el partido de lejos. Sin moverse de la meta aguarda a solas, entre los tres palos, su fusilamiento. Él no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El gol, fiesta del fútbol: el goleador hace alegrías y el guardameta, el aguafiestas, las deshace. El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. La multitud no perdona al arquero. Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna"

Resulta llamativo observar cómo porteros de fútbol se convertirían en grandes figuras de otras actividades:

- Eduardo Chillida. Real Sociedad de San Sebastián, tuvo que abandonar el fútbol al sufrir una grave lesión de rodilla, convirtiéndose en un genial escultor y pintor que incluso dejó huella en Sevilla. En 1992, junto al Puente de Triana, el “Monumento a la Intolerancia”. Decía, que el fútbol era una cuestión de espacios, como su obra.

- Arthur Conan Doyle. Portsmouth F.C. Autor de “Sherlock Holmes”.

- Albert Camus. Racing de Argel. Autor de “La Peste” o “El Extranjero”

A ellos podría añadir a Miguel Delibes, Ryszard Kapuscinki, o Vladimir Nabokov. Algunos recordaréis a Julio Iglesias, e incluso a Ramón Sánchez-Pizjuán, pero yo me quedo hoy con Luciano Pavarotti.

El mundialmente conocido tenor fue portero del filial del Modena F.C. 1912. Soñaba con defender algún día profesionalmente al equipo de su ciudad, pero tuvo que abandonar su ilusión para aliviar las penurias de casa ejerciendo de agente de seguros y actividades varias, así como a iniciar -aconsejado por las virtudes que su padre le apreció-, los estudios de canto, hasta llegar a convertirse en inmortal tenor.

Al genial Luciano hubo que buscarle un día, apresuradamente, un suplente, y no fue para jugar al fútbol.

Nos situamos en el 25 de febrero de 1998. Se celebraba en Nueva York la 40.ª edición de los Premios Grammy. Como cada año, su objetivo era el reconocimiento a los éxitos discográficos del año anterior y galardonar a míticas figuras de la música. Sería televisado en directo por la CBS para EE.UU.

Entre los galardonados estaba Pavarotti. Recibiría los premios Grammy Leyenda, y Grammy Fundación, por sus aportaciones benéficas en favor de músicos necesitados. Él interpretaría el aria “Nessun dorma” de la ópera “Turandot”, en la que su compositor, Giacomo Puccini, describe como la bellísima y cruel princesa china Turandot, obligaba a sus pretendientes a adivinar tres acertijos si querían casarse con ella. No acertarlos les costaba la vida. Sólo un desconocido logró adivinar los acertijos obligándola, a cambio, a adivinar su nombre antes de que terminase la noche si quería casarse con él. Ella ordenó movilizar Pekín prohibiendo que nadie durmiese (Nessun dorma) hasta conocer su nombre. Describir el final no sería adecuado, no ya por hacer “spoiler”, sino porque Puccini falleció poco antes dejándola inacabada. Obviamente la ópera tuvo un final. Final realizado por Franco Alfano, que concitó más rechazo que atracción. A día de hoy, un siglo después, el final continúa siendo objeto de intenso debate.

Esta aria es reconocida por muchos expertos como la más épica de la historia de la ópera. Y, sin duda, el que mayor popularidad otorgó a Luciano durante su carrera, por su compleja ejecución y extraordinaria interpretación.

La 40ª edición de los Grammy ya estaba en marcha cuando el productor, Ken Ehrlich, recibió la llamada de Pavarotti informándole de que se encontraba enfermo por lo que no podía asistir al evento ni cantar “Nessun Dorma”, como estaba previsto, y la audiencia ansiaba.

Y ahora ... ¿qué hago yo?, pensó Ehrlich. Las 6.000 butacas del teatro Radio City Music Hall ocupadas, y millones de espectadores siguiendo el espectáculo por televisión.

“Comencé a enumerar a los intérpretes disponibles y que podrían ocupar su espacio. Pensé en pedirle a Stevie Wonder que hiciera algo especial. La tensión me subía porque no veía como sustituir a Luciano. Tras minutos de angustia un miembro del equipo me recordó que entre los invitados estaba Aretha Franklin para conmemorar un aniversario de "The Blues Brothers", y que hacía algún tiempo que participó en un concierto tributo a Pavarotti cantado "Nessun Dorma". No lo dudé un segundo. Animado por buena parte del equipo llegué al abarrotado camerino de Aretha e interrumpí su cena de pollo frito para pedirle su ayuda. 

Tras minutos de conversación intentando convencerla, la llevé hasta un lateral del escenario para que viera desde allí lo que estaba preparándose. Ella no lo conocía. La grada escénica del Radio City estaba activísima. Llena de músicos, y con más de 30 coristas al fondo del escenario, para el gran final vocal del aria. Recuerdo que me cogió de la mano, la sostuvo unos segundos mirándome a los ojos, y me dijo: esto va a ser divertido”. 

Presentada por “Sting”, Aretha entró pocos minutos después al escenario. Se le notaba algo nerviosa en los primeros compases, no había ensayado ni conocía a la orquesta, pero después ... se convertiría en una de sus mejores actuaciones, formando parte de la historia de la música, y sumándose a su ya legendaria y amplia trayectoria.

Una suplencia sorprendente, por el dispar estilo de géneros musicales entre Luciano y Aretha, que emocionaría tanto a amantes del soul como de la ópera.

Disfruten, por favor, con la interpretación de la sustituta de Pavarotti. Con todos ustedes, la reina del soul: Aretha Franklin.





También puedes verlo en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=k33sINjn9o0


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