lunes, 16 de octubre de 2023

EL FUTBOLISMO SEVILLANO

 

Por Antonio Ramírez, @voladizogolsur 

El siguiente artículo apareció en la revista argentina Caras y Caretas el 2 de mayo de 1925. Lo firma el insigne periodista y literato andaluz José Muñoz San Román, nacido en Camas (Sevilla) el 10 de diciembre de 1876 y fallecido el 28 de enero de 1954 en Sevilla que en 1919 lo declara Hijo Adoptivo y, en 1944, Predilecto. 

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¿Quién diría, si no lo hubiesen aseverado los hechos y el tiempo, que en Sevilla habría de culminar de manera tan extraordinaria la afición y el entusiasmo por el deporte futbolístico? Todo el mundo sabe que es Sevilla la cuna del toreo, que en ella nacieron los famosos lidiadores Cúchares y Pepe-Hillo, Manuel Domínguez y el Tato, en los tiempos viejos, y, en los más próximos, Cara-ancha, el Gordo, los hermanos Bomba, los Gallos y Belmonte, entre un centenar, y que al propio tiempo se desarrollaron ganaderías de reses de lidia tan renombradas como las de Murube, Saltillo, Moreno Santamaría y Mihura, pongamos, por ejemplo. Y todo el mundo, en vista de estas especiales circunstancias y del entusiasmo, rayano muchas veces en delirio, que manifestaban el público, no sólo en la plaza sino en las conversaciones de los casinos, cafés, y durante las mismas tareas del trabajo, con relación a las corridas de toros, se negaba a creer que en nuestro solar pudiera arraigar la afición por otros ejercicios y espectáculos que no fueran los de tauromaquia.

Los hechos, como dijimos al principio, han venido a desvanecer esta creencia, y a acreditar que nuestro pueblo es uno de los que más atención han prestado al fútbol, no sólo prodigando los equipos y las organizaciones sociales con él relacionadas, sino que han llegado a crear una manera y un estilo propios, que aplaude y admira toda España.

Hay en Sevilla constituidas unas veinticinco sociedades futbolísticas, integrantes de la Federación Sur, y formados equipos en un número tan extraordinario como pudieran contarse por barrios, parroquias y hasta por calles.

Así se denominan, aparte del Sevilla F.C. y el Balompié F.C. –los dos más importantes de los federados-, el Triana F.C., Alfarería, Pumarejos, Baratillo, Macarena y muchos más, nombres de barrios típicos. Y no tengamos que agregar que cada plazuela y cada encrucijada de calles es un campo de juegos improvisado, donde la chavalería se entrena en el entretenido deporte, al propio tiempo que hace repetidos “gols” en las pobres narices de los transeúntes. A tal punto ha llegado la afición, que los muchachos ni en el sueño paran su actividad recordando el juego que les tiene el seso absorbido. Pero, lo más interesante es la característica que los equipos sevillanos han sabido imprimir a sus juegos, destacándose de todos los demás del país.

El jugador sevillano tiene un sentido helénico del fútbol. Cuida, sobre todo, de la forma, de la elegancia, considerando este deporte como un verdadero arte. Por eso abomina y huye, en todos los casos, de la brutalidad. El futbolista sevillano no se limita a practicar la jugada, sino que procura, por todos los medios a su alcance, que le resulte artística. Además, se distingue por la rapidez, la agilidad y la pronta concepción de la jugada.

Y como en otros lugares de España predomina el juego violento, creíase que el sevillano nunca pasaría de ser una cosa preciosista, pero sin eficacia. Mas, esto ha sido un error, puesto que todos los equipos españoles han llegado a ser vencidos por el Sevilla F.C., no sólo en partidos amistosos sino en otros de campeonato. Este equipo tiene jugadores notabilísimos conocidos en todo el mundo deportivo. Ellos se nombran Kinké, Rey, Spencer, Herminio, Sedeño y sobre todo, Ocaña, el prototipo del jugador sevillano y el mejor medio centro de España.

El Sevilla F.C. ha tenido triunfos muy resonantes. El año 1918 venció al Madrid F.C. , campeón de España, y el 21 al Athletic, de Bilbao, también campeón del país. En 1923 tomó parte en un torneo internacional con los equipos campeones de Italia, de Bélgica y el Real Sociedad de San Sebastián, obteniendo en el éxito el segundo lugar, a pesar de corresponderle el primero.

Y en estos días ha resultado empatado a cero con el Nacional de Hungría. El campo del Sevilla F.C., sobre todo, se ve rebosante de público en los días de jugada, llenándose de espectadores hasta los árboles próximos.

Y ni los toreros miran con malos ojos este extraordinario auge del fútbol en Sevilla, antes, por el contrario, no sólo se confunden entre los espectadores interesándose vivamente por las jugadas, sino que van a ejercitarse en el campo en los días y horas en que no les frecuenta el público.

Y con esto hemos dicho la última y más significativa palabra del desarrollo y afición que ha llegado a alcanzar el deporte futbolístico en Sevilla.

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