miércoles, 5 de marzo de 2025

BLASCO GARZÓN Y LA SEMANA SANTA



Por Juan Luis Franco - @CornelioSFC

Hoy no es mal día para hablar de cofradías, pero para datos biográficos de imagineros o criticar a bandas o andares de los pasos ya tienen ustedes otros foros y tertulias. 

A nosotros nos gusta enfrentarnos a argumentos intrincados para llegar a conclusiones sencillas. De camino, o de forma obligada, si el Sevilla Fútbol Club está por medio, mejor que mejor. 

Hoy traemos a estas líneas la Semana Santa, un republicano de izquierdas y un presidente del Sevilla. Tres historias distintas y un solo protagonista verdadero: salvar las procesiones, el precio de los palcos y una “interpretación apasionada” de la Semana Santa; historias que convergen en Manuel Blasco Garzón.  

Según la tradición y la historia, la izquierda republicana se dedicó a quemar iglesias y a saquear conventos. Esto es irrefutable, aunque sólo en parte. No todos los republicanos de izquierda eran así.  

Leandro Álvarez Rey, profesor de Historia Contemporánea de la Hispalense, en la revista Más Pasión. nos presenta una sentencia aplastante: 

Sin Miguel García y Bravo Ferrer y sin Blasco Garzón, la Semana Santa habría desaparecido. 

La constitución republicana (promulgada el 9 de diciembre de 1931) había resuelto consentir la libertad de culto, pero prohibir toda celebración religiosa en la calle, lo que significaba, de hecho, ilegalizar las procesiones. 

Fueron ellos quienes se plantaron corriendo en Madrid y lograron in-extremis modificar ese artículo. A cambio, ambos fueron condenados al ostracismo. 

Manuel Blasco Garzón, hermano de El Silencio, cuya túnica vestía todos los años, (El Socialista, consideraba inapropiada esa actitud), harto del boicot de las derechas a la Semana Santa, amenazó con sanciones a los responsables, los periódicos conservadores se le echaron encima a mordiscos. 

Álvarez Rey, rescata una cita del diario tradicionalista La Unión: 

El señor Blasco Garzón ha salido otros años con la Cofradía del Silencio, antes de ser ministro, aunque era miembro de un partido republicano, izquierdista, enchufista y laico. Puede el señor Blasco cambiar de postura; puede, si le da la gana, cambiar lo religioso por lo antirreligioso. Ya es visto que puede. Acto es de su libre albedrío; pero no complique a las derechas si dan cuenta de su resolución (...). 

Llegó 1936, para entonces Manuel Blasco Garzón estaba en el Gobierno y la izquierda presidía el Ayuntamiento de Sevilla. La situación de las cofradías y la Semana Santa era tensa, como tenso era el pulso izquierda-derecha. 

La segunda historia nos la cuenta ahora Juan Ortiz Villalba (Del golpe militar a la guerra civil. Sevilla 1936). 

Durante el primer bienio republicano, las derechas habían impedido los desfiles procesionales con el pretexto del ambiente anticlerical. La Semana Santa se recuperó en parte durante el bienio radical-cedista, pero fue en 1936 cuando todas las cofradías volvieron a salir a la calle. El alcalde Horacio Hermoso y los concejales republicanos pusieron un gran empeño en realzar la Semana Santa comprometiendo decididamente al Ayuntamiento en su organización y venciendo las reticencias de los concejales comunistas y socialistas. 

Las derechas sevillanas buscaron entonces otras formas de deslucir la Semana Santa y hacer de ésta arma arrojadiza contra la República. Las familias aristocráticas y de la burguesía, que tradicionalmente alquilaban los palcos de la plaza de San Francisco, situados frente al Ayuntamiento, para contemplar los desfiles procesionales, los dejaron vacíos. Así privaban a las cofradías de los ingresos correspondientes. Además, las señoritas derechistas se negaron a lucir mantilla y peineta el Jueves Santo, haciéndolo en cambio otras, de los medios republicanos. Ante el boicot a los palcos de la plaza de San Francisco, el alcalde dispuso que los ocupasen los niños del asilo, haciéndose cargo del coste el Ayuntamiento de Sevilla y el ministro de Justicia Manuel Blasco Garzón, de su propio bolsillo. 

El profesor J. M. Macarro (La Sevilla republicana), además de coincidir con lo descrito por Ortiz, nos cuenta como Blasco denunció la maniobra que había intentado convertir las procesiones en arma política, utilizada por  ciertas clases privilegiadas, que a su vez alardean en no pocas ocasiones, de una devoción religiosa, hacendada y firme. 

Ese mismo año hizo de cicerone de importantes personalidades nacionales a las que acompañó por Sevilla, su Feria y a una corrida de toros en el palco de la Real Maestranza. 

Unos años después, pagó sus ideales con el exilio, aunque no perdió la ilusión de volver a su tierra. Desde Buenos Aires, en 1941, nos transmitió sus Evocaciones Andaluzas, dedicado a todas las provincias de Andalucía, y a Sevilla en particular. El capítulo VII lo dedicó a la Semana Santa sevillana. A lo largo de siete páginas resume la historia y la liturgia de las cofradías con un realismo que en pocos sitios lo podemos encontrar hoy. Hemos entresacado tres párrafos de este Hermano de la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Así nos contaba, el propio Blasco Garzón, su interpretación apasionada de su Semana Santa: 

 Y es que esta Semana Mayor, que llega a su realización, coincidiendo con la luna llena de la primavera; tiene en sus complejos severos y graciosos, en sus ritos solemnes y milagreros en sus devociones sentimentales y puras, en su aire de paganismo artístico y genial, en todo su conjunto, en una palabra, una modalidad tan propia, tan característica, tan original y al mismo tiempo tan preñada de contradicciones sutiles y de paradojas alucinantes, que sorprende primero, cautiva más tarde y encanta definitivamente a los que la observan y la contemplan, absortos ante un espectáculo de difícil superación en su genialidad constructiva. 

(...) 

Junto a la austeridad de !as imágenes, al lado de la gravedad de los encapuchados -no todos, porque en no pocas hermandades el hábito es deleite de la vista y primor de confección-; frente al doloroso pasaje de la vida cristiana, que se conmemora limpio de exégesis dogmáticas y perfilado en sus más claras líneas sentimentales, está invitando al placer y exaltando los encelados caminos de la carne, la atmósfera cuajada de penetrante olor de azahares, el aire tibio y deleitoso de esa incomparable primavera meridional, el agrio olor de la muchedumbre en movimiento, la presencia, en la calle, de las mujeres de la ciudad que enmarcadas en la mantilla airosa y ceñido el cuerpo vibratil por las sedas oscuras del traje largo, son como una alucinación indescifrable, que hace más firme y encendido el afán de vivir embriagadoramente... 

(...) 

No quiero terminar sin una afirmación. El sentido religioso de mi pueblo, “que pertenece a la corriente efectiva que dentro de la teología se caracteriza por el predominio de lo sentimental sobre lo intelectual, por tener siempre la imitación de Cristo y la Humanidad de Cristo, como vía para llegar a la Divinidad», está tan lejos de todo dominio de cierta clerecía, como la conducta de los seguidores del Nazareno, se encuentra distanciada de la prédica maravillosa del maestro. El alma del pueblo andaluz busca camino de superación, en hondas concepciones espirituales. Hoy, ante el dolor, lacerante, único, que derrama sangre inocente en un alarde de crueldad antihumana, en el corazón del pueblo brotará seguramente una nueva saeta con los dos filos acerados; el del dramático llamado a los poderes que rigen el Universo para que descarguen su fuerte justicia sobre los despreciadores de la vida y el de la maldición, dura, cortante, en que se juntan el anatema y el dolor por el cometido. 

Probablemente, la Semana Santa de Sevilla, siga siendo así. 


jueves, 27 de febrero de 2025

LA SUSTITUTA DE PAVAROTTI


Por José Arjona @ArjonadeMiguel

Por lo general, la incorporación de una suplencia para cubrir un puesto de responsabilidad, sea profesional, político, deportivo, e incluso afectivo, va exigida por la necesidad de realizarla y, por lo general, conlleva un tiempo de preparación y dudas sobre la aportación.

El fútbol de élite se ha convertido en un gran tablero estratégico en el que, tanto desde los banquillos como desde otras zonas de los estadios, e incluso lugares insospechados, especialistas en operaciones algorítmicas obtienen amplia información que descifran la eficacia o no del sistema de juego elegido; el cumplimiento de las tareas encomendadas a cada jugador; detectar las mermas del rival y, llegado el momento, utilizar a suplentes para obtener el fin deseado.

Contar con una extensa plantilla, compuesta por jugadores de gran calidad técnica; sobre dotada físicamente; y fuerte mentalidad competitiva, propician cualidades extras al alcance de muy pocos.

Desde hace cuatro temporadas, poder incorporar al juego hasta cinco jugadores, de igual o mejor calidad que los sustituidos, facilita logros a los más poderosos. Como casi todo en la vida, el dinero marca diferencias.

Ese cambio comenzó con el regreso de las competiciones durante la pandemia por COVID. Sin público en las gradas aún, la FIFA acordó el 8 de mayo de 2020, provisionalmente, la norma de poder realizar hasta cinco cambios por equipo y partido. 

Añadió, que los cambios se deberían realizar en tres paradas de juego o “ventanas” y, sin que en su aplicación contase el comienzo de la segunda parte.

La norma también permitió la ampliación de jugadores convocados a los partidos, pasando de 18 a 23. La que se adaptó como norma provisional ha terminado aplicándose definitivamente. Con la salvedad de en la fase final de competiciones entre selecciones nacionales, en las que los jugadores convocados podrían ser hasta 26.

El acuerdo de FIFA decía pretender proteger la salud de los jugadores. Muy discutible, claro está, pero no es menos cierto que ha permitido ampliar, aún más, las distancias existentes entre las plantillas de los clubes poderosos de los diversos campeonatos con el resto de rivales.

Recordando la evolución sobre suplencias y convocatorias desde los inicios de La Liga, hace casi un siglo, si algún equipo tenía la desgracia de que se le lesionara uno de sus jugadores no podía sustituirlo, debiendo jugar el resto del partido con uno menos o haciendo el lesionado de bulto por el terreno de juego.

Para la temporada 1929/30, se acordó permitir la sustitución del portero, ya que se habían convertido en el rival especializado a batir por el equipo oponente, sufriendo fuertes contusiones que por lo general le causaban lesiones que no le permitían continuar el partido, autorizándose así la convocatoria de doce jugadores. 

Podríamos imaginar las andanzas que debió padecer John Norris Mandy, primer portero en la historia del Sevilla F.C., dato aportado recientemente por el Área de Historia del SFC tras brillante investigación. Sí, aquel que jugó el histórico partido contra el Recreativo en el campo de la Dehesa de Tablada el 8 de marzo de 1890, que el SFC vencería 2-0, y cuyos restos descansan en el sevillano cementerio de San Jorge, popularmente conocido como cementerio de los ingleses.

Siguiendo con la evolución sobre normas de suplencia y convocatoria, el acuerdo adoptado en la 1929/30 se mantuvo hasta la 1933/34 en la que se adoptó no permitir de nuevo la presencia de un portero suplente. Su presencia no volvería a autorizarse hasta la temporada 1948/49.

La RFEF permitiría en la 1969/70 inscribir a quince jugadores por partido y realizar hasta dos sustituciones. Ya en 1987/88 se inscribirían hasta dieciséis manteniéndose las dos sustituciones.

Para la 1999/00 se acordó la inscripción de dieciocho convocados por partido manteniéndose la posibilidad de dos sustituciones.

En la 1994/95 se aprobaría la sustitución por equipo de dos jugadores más el portero y, en 1995/96, hasta tres sustituciones por equipo. Esta temporada marcó un hito, ya que además del número de sustituciones, incorporó el número de dorsal fijo por jugador y equipo, y los tres puntos por victoria.

Como vemos, el puesto de portero ha sido piedra angular en la evolución del fútbol. El escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano decía esto del portero:

"Está condenado a mirar el partido de lejos. Sin moverse de la meta aguarda a solas, entre los tres palos, su fusilamiento. Él no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El gol, fiesta del fútbol: el goleador hace alegrías y el guardameta, el aguafiestas, las deshace. El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. La multitud no perdona al arquero. Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna"

Resulta llamativo observar cómo porteros de fútbol se convertirían en grandes figuras de otras actividades:

- Eduardo Chillida. Real Sociedad de San Sebastián, tuvo que abandonar el fútbol al sufrir una grave lesión de rodilla, convirtiéndose en un genial escultor y pintor que incluso dejó huella en Sevilla. En 1992, junto al Puente de Triana, el “Monumento a la Intolerancia”. Decía, que el fútbol era una cuestión de espacios, como su obra.

- Arthur Conan Doyle. Portsmouth F.C. Autor de “Sherlock Holmes”.

- Albert Camus. Racing de Argel. Autor de “La Peste” o “El Extranjero”

A ellos podría añadir a Miguel Delibes, Ryszard Kapuscinki, o Vladimir Nabokov. Algunos recordaréis a Julio Iglesias, e incluso a Ramón Sánchez-Pizjuán, pero yo me quedo hoy con Luciano Pavarotti.

El mundialmente conocido tenor fue portero del filial del Modena F.C. 1912. Soñaba con defender algún día profesionalmente al equipo de su ciudad, pero tuvo que abandonar su ilusión para aliviar las penurias de casa ejerciendo de agente de seguros y actividades varias, así como a iniciar -aconsejado por las virtudes que su padre le apreció-, los estudios de canto, hasta llegar a convertirse en inmortal tenor.

Al genial Luciano hubo que buscarle un día, apresuradamente, un suplente, y no fue para jugar al fútbol.

Nos situamos en el 25 de febrero de 1998. Se celebraba en Nueva York la 40.ª edición de los Premios Grammy. Como cada año, su objetivo era el reconocimiento a los éxitos discográficos del año anterior y galardonar a míticas figuras de la música. Sería televisado en directo por la CBS para EE.UU.

Entre los galardonados estaba Pavarotti. Recibiría los premios Grammy Leyenda, y Grammy Fundación, por sus aportaciones benéficas en favor de músicos necesitados. Él interpretaría el aria “Nessun dorma” de la ópera “Turandot”, en la que su compositor, Giacomo Puccini, describe como la bellísima y cruel princesa china Turandot, obligaba a sus pretendientes a adivinar tres acertijos si querían casarse con ella. No acertarlos les costaba la vida. Sólo un desconocido logró adivinar los acertijos obligándola, a cambio, a adivinar su nombre antes de que terminase la noche si quería casarse con él. Ella ordenó movilizar Pekín prohibiendo que nadie durmiese (Nessun dorma) hasta conocer su nombre. Describir el final no sería adecuado, no ya por hacer “spoiler”, sino porque Puccini falleció poco antes dejándola inacabada. Obviamente la ópera tuvo un final. Final realizado por Franco Alfano, que concitó más rechazo que atracción. A día de hoy, un siglo después, el final continúa siendo objeto de intenso debate.

Esta aria es reconocida por muchos expertos como la más épica de la historia de la ópera. Y, sin duda, el que mayor popularidad otorgó a Luciano durante su carrera, por su compleja ejecución y extraordinaria interpretación.

La 40ª edición de los Grammy ya estaba en marcha cuando el productor, Ken Ehrlich, recibió la llamada de Pavarotti informándole de que se encontraba enfermo por lo que no podía asistir al evento ni cantar “Nessun Dorma”, como estaba previsto, y la audiencia ansiaba.

Y ahora ... ¿qué hago yo?, pensó Ehrlich. Las 6.000 butacas del teatro Radio City Music Hall ocupadas, y millones de espectadores siguiendo el espectáculo por televisión.

“Comencé a enumerar a los intérpretes disponibles y que podrían ocupar su espacio. Pensé en pedirle a Stevie Wonder que hiciera algo especial. La tensión me subía porque no veía como sustituir a Luciano. Tras minutos de angustia un miembro del equipo me recordó que entre los invitados estaba Aretha Franklin para conmemorar un aniversario de "The Blues Brothers", y que hacía algún tiempo que participó en un concierto tributo a Pavarotti cantado "Nessun Dorma". No lo dudé un segundo. Animado por buena parte del equipo llegué al abarrotado camerino de Aretha e interrumpí su cena de pollo frito para pedirle su ayuda. 

Tras minutos de conversación intentando convencerla, la llevé hasta un lateral del escenario para que viera desde allí lo que estaba preparándose. Ella no lo conocía. La grada escénica del Radio City estaba activísima. Llena de músicos, y con más de 30 coristas al fondo del escenario, para el gran final vocal del aria. Recuerdo que me cogió de la mano, la sostuvo unos segundos mirándome a los ojos, y me dijo: esto va a ser divertido”. 

Presentada por “Sting”, Aretha entró pocos minutos después al escenario. Se le notaba algo nerviosa en los primeros compases, no había ensayado ni conocía a la orquesta, pero después ... se convertiría en una de sus mejores actuaciones, formando parte de la historia de la música, y sumándose a su ya legendaria y amplia trayectoria.

Una suplencia sorprendente, por el dispar estilo de géneros musicales entre Luciano y Aretha, que emocionaría tanto a amantes del soul como de la ópera.

Disfruten, por favor, con la interpretación de la sustituta de Pavarotti. Con todos ustedes, la reina del soul: Aretha Franklin.





También puedes verlo en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=k33sINjn9o0


martes, 11 de febrero de 2025

EL SEVILLA FC Y LA GENERACIÓN DEL 27

 Por Carlos Romero - @CarlosRomeroSFC

De izquierda a derecha: Rafael Alberti, Federico García Lorca, Juan Chabás, Mauricio Bacarisse, José María Romero Martínez, Manuel Blasco Garzón, Jorge Guillén, José Bergamín, Dámaso Alonso y Gerardo Diego.

Qué verdad es aquella de que más vale una imagen que mil palabras. 

Esta condición se cumple a rajatabla en la foto que se realizó en la Sociedad Económica de Amigos del País en 1927, donde se celebró el “Homenaje a Góngora”, organizado por el Excelentísimo Ateneo de Sevilla, en la que aparecen, no sólo los poetas que dieron nombre a ese elenco de artistas irrepetible en la historia, sino a los que dieron pie para que la ‘Generación del 27’, cuya cabeza más visible fue Federico García Lorca, supusiera un antes y un después en la literatura universal.

Efectivamente, en la foto podemos observar cómo dos personajes copan la parte central de la imagen, Manuel Blasco Garzón y José María Romero, el primero presidente del Sevilla FC en los años 20 y presidente del Ateneo justo en ese momento y el segundo, otro sevillista de carné y secretario ateneísta, que se empeñó en traer a aquellos poetas, que, dicho sea de paso, no les daban bola en Madrid, tuvo que ser Sevilla la ciudad que, como en muchas otras cosas, dio identidad a la España que hoy conocemos.

Blasco Garzón, además de presidente del Sevilla FC y del Ateneo, fue ministro durante la II República española dos veces, exiliado cuando estalló la Guerra Civil en 1936 y nunca pudo volver a la ciudad que amaba, hermano del Silencio que pagó su cuota hasta su muerte en Argentina. Fue un gran promotor de la cultura en la ciudad que le vio nacer y el máximo responsable de que la Generación del 27 viese la luz como tal. José María Romero fue represaliado en el estallido de la Guerra Civil y asesinado por las hordas salvajes de bando nacional.

El artículo uno de los estatutos sociales del Sevilla FC dice:

…El Sevilla Fútbol Club se fundó el 25 de enero de 1890 como Asociación Privada de carácter CULTURAL y deportivo. El proceso registral de la misma se completó, según la normativa vigente, el 14 de octubre de 1905, previa aprobación de estatutos y reglamento el 23 de septiembre anterior…

Es necesario resaltar lo de "carácter cultural", el deportivo es obvio, pero la aportación del Sevilla FC a la cultura es recurrente e histórica, mucha gente se sorprendería de las aportaciones sevillistas a la ciudad, no en vano, el compromiso regeneracionista -en los albores del siglo XX- de los componentes sevillistas se antojaba irrenunciable cuando entendían el deporte como una forma de potenciar la salud y la cultura en aquellos jóvenes sevillanos de los barrios populares que vivían en una Sevilla deprimida, como el resto de España, tras perder las últimas colonias.

El propio Blasco Garzón se propuso llevar la cultura a todos los rincones de Sevilla con las escuelas populares, muestra de ello fue la salida a las casas de vecinos para hacer partícipes de la cultura a aquellos que ni soñaban, tal vez, con poder acercarse a ella. Aquello que, desde su cargo en el Ateneo, en 1925, llamó el “Ateneo popular”, para llevar la cultura a los barrios y contribuir a la educación de los ciudadanos, ayudando a la lucha contra el analfabetismo, un proyecto sin igual en la época.

Se cumplía el santo y seña y la causa de la existencia de un club de fútbol único cuyo lema era “…todos tendrán aquí cabida” de José Luis Gallegos, que luego fue refrendado por Miró Trepat en 1913:

“… en el seno de nuestra sociedad de sport caben por igual el pobre y el rico, hasta nuestra afición es reflejo de nuestra Sociedad de sport, pues en nuestro campo se codean personas de todas las clases sociales, y se os debe enaltecer, porque tenéis como norma la disciplina, por ideal la victoria, la fortaleza es nuestra aspiración y la admiración de los demás nuestro premio”.

Por cierto, el Homenaje a Góngora no se celebró en el Ateneo por estar preparándose la cabalgata de Reyes Magos, evento que se repite anualmente y que fue puesta en marcha y diseñada por José María Izquierdo, otro personaje de afinidad blanquirroja, una aportación más a la Sevilla cultural por parte del Sevilla FC y los sevillistas. El acto se celebró en la Sociedad Económica de Amigos del País.

Pocos clubes tienen tan marcada -históricamente- una función social y tal nivel de compromiso y preocupación con la cultura, la definición como “sociedad cultural” y primera declaración de intenciones no es baladí, algo difícil de comprender en la concepción de “fútbol moderno” que vivimos hoy en día.

Apúntense esto los que deben inscribir la institución sevillista como ‘Bien de Interés Cultural’, (BIC). Motivos no faltan para ello.

Me atrevería a decir que pocas instituciones hicieron tantas cosas por esta ciudad, el hecho de que, contemporáneamente, el Sevilla FC jugase -y ganase- finales internacionales con shares que rondaron entre los 200 y 500 millones de espectadores alrededor del globo, colocaron aún más a la ciudad en el mapa mundial, algo que, como sevillanos, se debe valorar. El Sevilla FC es un embajador excepcional de la capital andaluza, con una historia antigua, rica, épica y que goza de un enorme prestigio internacional llevando orgullosamente su nombre y su escudo.

No nos olvidaremos de un tercer sevillista que estuvo presente, sin ser protagonista en el acto, sino en los fastos tras el evento, como fue Ignacio Sánchez Mejías que, si bien fue presidente del Real Betis Balompié a posteriori, en el momento de los hechos era sevillista de carné. Sánchez Mejías invitó a los poetas a su cortijo de Pino Montano para celebrar el encuentro, celebración que duró varios días.

Mucho se ha hablado de que el torero fue el que trajo a los poetas pagándoles el viaje, si bien ha quedado demostrado que fue el Excelentísimo Ateneo de Sevilla quien corrió con todos los gastos, según consta en el libro de cuentas ateneísta de la época.

Es, por tanto, una obligación que el Sevilla FC esté presente en los actos del centenario de la Generación del 27, no sólo como simple espectador, sino de forma activa, organizando actos y eventos que recuerden y reafirmen nuestra convicción y nuestro compromiso cultural con la ciudad, pues va en su ADN.


viernes, 7 de febrero de 2025

UNA CUESTIÓN DE JUSTICIA


Por José Melero @JMelero1

Me decía el investigador y miembro del Área de Historia del Sevilla, Antonio Ramírez, que posiblemente esté entre los tres mejores presidentes de la historia del Sevilla FC, algo con lo que estoy totalmente de acuerdo. Su mandato se prolongó por espacio de cinco años (1914-1919), aunque estuvo ligado al Club desde edad temprana hasta su fallecimiento, siendo muy joven. Fallecido de forma repentina en la flor de su juventud, la figura de Francisco Javier Alba y Alarcón, Paco Alba (así, con esa familiaridad se le nombró en los medios deportivos) se fue borrando poco a poco de la memoria del sevillismo. Con los años se convirtió nada más que en un olvidado, un hombre sin raíces, desposeído de su propia historia. Su trayectoria como jugador y capitán de la primera plantilla, su incorporación a la junta directiva, su llegada a la presidencia del Club, su empeño en la creación de la Federación Andaluza de futbol, secretario técnico, periodista deportivo, entrenador, árbitro… Pocas personas han sido tantas cosas en un club de fútbol como Paco Alba. Un camino de la mano entre el hombre y la entidad, cortado de repente de forma irremediable pese a que ambos procuraron que esa unión fuera indisociable.

Con este relato que empiezo espero honrar su memoria y lo hago con la fascinación que me produce alguien que fue alma mater del club y piedra angular del primer gran Sevilla que se creó en sus más de 135 años de historia, un Sevilla del cual Alba se preocupó en poner sólidos cimientos.

Francisco Javier Alba Alarcón nació en Sevilla en 1890. Se dedicó al sector comercial, a instancias de su padre, Tiburcio Alba Larios. Don Tiburcio había nacido en Benacazón en 1849, habiéndose casado con María Josefa Mercedes Alarcón. Tuvieron cinco hijos: Tiburcio, Cesar, María Mercedes y Rosario Alba, junto con Francisco Javier. Su padre murió en 1905, con solo cincuenta y siete años de edad y su madre en 1981, con ochenta y dos años. Los tres hermanos varones estuvieron ligados a aquel Sevilla que decidió organizarse en regla y registrarse en el Gobierno Civil en 1905. De ellos, Paco fue el mejor dotado, el más joven y el más hábil en el manejo de la pelota y el único de los tres hermanos que tuvo el honor de lucir los colores del club.

Paco había cursado sus estudios en Manchester, en la Escuela de Comercio, un centro donde, al igual que el resto de las Public Schools inglesas, se produjo un culto y una difusión importante del sport como parte de su contenido curricular. A su llegada a Sevilla esos deportes que había conocido en tierras británicas dieron el salto a las praderas y descampados sevillanos. Pronto se enrola en el Sevilla Football Club, el club de la ciudad. Paco era un joven fuerte, de gran constitución física y sumamente ágil pese a su corpulencia. Interior derecha y gran pasador, era algo corto de vista, usaba lentes que no se quitaba para entrenar ni para jugar los partidos, dándose incidencias pintorescas. ¡Cuántas veces en el transcurso de un encuentro se veía a Paco buscar afanosamente las lentes pérdidas, incluso ayudado por sus compañeros de equipo, ya que sin ellas eran uno menos! ¡Y cuantas se le quebraron pisoteadas en el fragor de la batalla o se las rompió algún adversario con mala fe! Pronto sus grandes dotes futbolísticas hicieron que los dirigentes del Club, en concreto el presidente Carlos García Martínez, lo nombrara capitán del primer equipo en junio de 1908.

Pero su extraordinario dinamismo no le privaba de sumarse a empresas organizativas dentro del Club. Sus aportaciones eran muy tomadas en cuenta por los socios, a él se debe la iniciativa de crear aquellos equipos ´´infantiles´´ que tantos jugadores proporcionaron al equipo titular y por lo que se le puede considerar como el padre de la cantera sevillista. Pronto, muy pronto, supo liderar una entidad en la que tuvo que lidiar de imprevistos como la primera crisis institucional. Fue en 1913, un año antes de llegar a la presidencia, cuando bajo el mandato de José Luis Gallegos y siendo vocal en la directiva del presidente jerezano, se produjo el primer gran cisma dentro de la sociedad. El joven sevillano proponía una entidad cuyo fin principal era la práctica del fútbol, frente a la postura de Gallegos que proponía que el Club fuera una entidad polideportiva, en la que se practicara todos los deportes bajo la unión de todos los clubes sevillanos. Esta última propuesta hubiese supuesto la desaparición del Sevilla Football Club y Paco supo frenar ese fatídico desenlace.

Con su intervención, a instancias del presidente José María Miró Trepat, se obtuvo el permiso municipal para la instalación del campo del Mercantil en el Prado de San Sebastián, cercado primero con alambres y cerrado más tarde con tablones de madera, las famosas ´´tablas rojas´´. También intervino para que el Círculo Mercantil cediese su caseta de feria y pudiera ser utilizada como vestuario por los jugadores, al mismo tiempo en el que se instalaba la primera tribuna. No hay que olvidar que el Círculo Mercantil era una entidad con grandes vínculos sevillistas, una institución a la que su hermano César pertenecía y en la que unos años después llegó a ocupar su presidencia. Paco participó en el partido que inauguró el campo, celebrado el 1 de enero de 1913, formando parte de uno de los dos equipos sevillistas que se enfrentaron en tan señalada fecha.

Y un año después llegó la presidencia, cargo al que Alba declinaba ocupar una y otra vez, debido a su inalterable afán a pasar desapercibido en la institución y a ceder tal honor a quien tuviera una veteranía en el club superior a la de el ex interior derecha sevillista. A pesar de sus reticencias a ocupar el sillón presidencial y a ser cabeza visible de la sociedad, su elección era algo que estaba cantado, sobre todo porque Paco era alguien al que se le consultaba todo, era el propulsor del Sevilla Football Club,su alma, su todo. Tal era así que muchas de las reuniones en las que se trataba los asuntos de la sociedad se producían en su domicilio particular, en la calle Cánovas del Castillo (hoy Av. de la Constitución) o en su negocio de motocicletas y bicicletas situado en la calle Francos. Ambos lugares eran como una segunda secretaria.

Pronto el polifacético presidente entendió que para que la entidad creciese socialmente era necesario que se la publicitase en los medios. Informar, difundir, promocionar e incluso educar a los socios y aficionados sobre los entresijos del nuevo sport, era algo que Alba se propuso desde un principio, por lo que se apresuró a escribir pequeñas reseñas que eran enviadas por el vocal de la Junta Directiva, Fidel Echevarría, al diario ´´El Liberal´´. Todo, eso sí, gracias a la influencia y simpatías que el bueno de Paco despertaba en ciertos sectores de la sociedad sevillana. La primera crónica publicada en el periódico sevillano con el seudónimo de ´´Inside Right´´ (interior derecha), fue publicada el 28 de diciembre de 1914 y en ella se ocupaba de un partido celebrado en el campo del Real Betis Balompié, entre el equipo propietario del campo y el Real Club Recreativo de Huelva.

El inquieto Paco Alba era además ambicioso y pensaba en grande, por eso soñaba con una federación regional donde tuvieran cabida todos los clubes andaluces, a semejanza de las ya creadas en Madrid, Cataluña y País Vasco. Una federación con la que crear un campeonato andaluz, que diera al mismo tiempo oportunidad al ganador de participar en el Campeonato de España y engrandecer aún más la figura y llevar a la cúspide deportiva al que era la gran causa de su vida: el Sevilla FC. Paco era un hombre con unas innegables dotes organizativas y con un gran carisma personal, que le valió para poner de acuerdo a dirigentes importantes dentro del fútbol andaluz, como Herbert Richard Jones, presidente del Real Betis Balompié y Jorge Graells Miró, directivo sevillista y posteriormente presidente del Club, que junto con Paco fueron los mayores entusiastas que dieron pie a la constitución del nuevo ente federativo. Tanto el presidente bético, como Graells Miró, ocuparon puestos de relevancia en la Junta Directiva que en 1915 formara la recién creada Federación Regional Sur. La presidencia corrió a cargo de Paco Alba.

Pero al haberse concedido cargos federativos por sorteo y no por méritos en la dirección de sus respectivos clubes, dio esto pie a que muchos dirigentes de los distintos equipos adheridos, no estuvieran a la altura que les exigía el cargo y convirtieran cada reunión en un campo de Agramante, lo que contribuía a distanciar más a los clubes, pese a los intentos de Alba, Jones y Graells por reconducir la situación. Poco después, con los tres personajes anteriormente citados dentro del órgano de gobierno de la Federación, se formó una nueva Junta Directiva presidida por José Montes Sierra y otros reputados personajes vinculados a nuestro fútbol. Poco a poco la gran obra de Paco Alba fue asentando sus cimientos…

Nuestro protagonista era un hombre fundamentalmente franco, sencillo, que poseía un gran tesón, decisión y una entereza envidiable. A ello hay que sumarle una indiscutible independencia e imparcialidad a la hora de mirar por los intereses del fútbol sevillano y andaluz, al que se dedicaba con una devoción sin límites. Estos rasgos en su personalidad y un conocimiento exhaustivo de las reglas del football, le valieron para debutar como árbitro en un partido del Campeonato de Sevilla, organizado por la Federación Regional Sur, entre el Español Football Club y la Unión Andalucía Recreativo, celebrado el 7 de marzo de 1915. Con la posterior creación del Colegio de Árbitros andaluz, Alba se dedicó plenamente al Sevilla FC y a los distintos cargos que tuvo en la Federación andaluza, dejando a un lado la labor arbitral.

Paco Alba era hijo de su tiempo, un regeneracionista que se empeñaba en que la sociedad sevillana y andaluza tomara conciencia de que el deporte era la mejor vía para luchar contra un atraso tan real como evidente en aquella España de la Restauración, en la que Paco, desde su posición de prócer deportivo, colaboraba sin desmayo en regenerar al español medio, con el que sentía la necesidad de guiar por el camino del ejercicio físico y de convencerle para que abrazara esos sports que tanto furor despertaban en Europa. El presidente sevillista practicaba toda clase de deportes, en marzo de 1919 crea junto al militar Álvarez de Rementería, una sección atlética en el Casino Militar, en la que se ejercitaba toda clase de prácticas deportivas. Además, Alba fue presidente de la Unión Velocipeda Andaluza en Sevilla, desde donde fomentaba el ciclismo en nuestra ciudad. Unos años antes, el 14 de noviembre de 1913, Paco acordó constituir junto a un grupo de sportmen sevillanos el Club Náutico de Sevilla, que desde un tiempo atrás ya se venía gestando.

Tomó parte muy activa en conseguir que grandes clubes españoles y extranjeros visitase nuestra ciudad y que junto con el Campeonato de Andalucía hicieron posible que los aficionados sevillistas disfrutasen de grandes partidos a celebrar tanto en el campo de El Mercantil, como posteriormente en el de la Avenida de la Reina Victoria. Por allí desfilaron el Racing de Madrid, el Tenerife Sporting Club, el Britannia de Gibraltar, el Madrid FC, Alfonso XIII de Mallorca, con el que venía el catalán y futura estrella sevillista Kinké, el Real Club Fortuna de Vigo de los internacionales Herminio y Balbino, posteriormente también enrolados en nuestro Club, el RCD Español de Barcelona del mítico Zamora y otros grandes clubes nacionales e internacionales.

Pero si de algo estaba dotado Paco Alba era sin duda para valorar las cualidades de cualquier jugador, su visión y su don para cazar talentos sirvió para que se fichara a los jugadores más emblemáticos que tuvo el Club. A los ya mencionados Kinké, Herminio y Balbino, hay que sumarles los Spencer, Artola, Ocaña, León, Escobar, Brand, Rey… y muchos otros. Así, temporada tras temporada, fue renovando y reforzando el equipo para sostenerlo en el primer plano del fútbol español de la época. Porque Paco fue el verdadero arquitecto de ese Sevilla que deslumbró con un tipo de juego diferente al de todos. No solo eso, Paco Alba marcó con su sapiencia futbolística los inicios deportivos del Sevilla Football Club de comienzos del siglo XX. Paco hizo historia, una sentencia que actualmente se suele banalizar, pero que en este caso es válida en el sentido más puro del concepto historia.

Y no solo los fichaba, también los entrenaba. En enero de 1921 Paco Alba era nombrado por la Junta Directiva del Sevilla F.C., integrante de la Comisión Deportiva encargada de entrenar al primer equipo, junto al capitán Kinké y los directivos Juan Saravit,Rafael Rodríguez y Diego Otero Sánchez. En una época donde no estaba instaurada oficialmente la figura del entrenador, Alba cogió las riendas de la dirección deportiva.

El domingo 13 de marzo de 1921, asistió a un banquete organizado por el Club en honor de la primera plantilla campeona del recién conquistado Campeonato de Andalucía. El acto tuvo lugar en los altos del Pasaje del Duque, donde asistieron además de los jugadores del primer equipo, presidente, directivos, prensa y el directivo bético Amador Herrera, en nombre del Real Betis Balompié.

Fue su última aparición pública, ya que el sábado 9 de abril cayó en cama aquejado de un ligerísimo catarro, que se agravó días después y le llevaría irremediablemente a su fallecimiento a causa de una bronconeumonía el jueves 14 de abril.

Ese hombre sano, robusto, deportista, con solo 31 años dejaba el mundo de los vivos dejando tras de si un legado que a día de hoy se hace necesario rescatar. El en ese momento entrenador sevillista dejaba huérfana una plantilla cuya trayectoria a nivel nacional empezaba a vislumbrarse. Su muerte provocó una cascada de notas en los periódicos de sus numerosos amigos, entre ellos los de la nutrida colonia inglesa residente en Sevilla. El sábado 16 se dieron cita en el cementerio sevillano de San Fernando a las once de la mañana toda la plana deportiva de Sevilla y Andalucía, una última despedida que a pesar del contrario deseo de su familia fue muy concurrida, dado el cariño y el reconocimiento que Paco Alba despertaba en nuestro fútbol.  

Al día siguiente se jugó en el campo del Real Betis Balompié un choque entre el equipo verdiblanco y el Príncipe de Asturias Mercantil e Industrial. Al saltar al campo los jugadores de ambos equipos portaron brazaletes negros en señal de duelo por el gran sportman y entrenador sevillista, algo que nos da una idea del respeto que se había ganado Paco Alba entre todo el mundo del fútbol, incluido en el más encarnizado rival.

El 1 de mayo de 1921 el Sevilla Football Club jugo en Madrid la ida de las semifinales del Campeonato de España frente al Athletic Club de Bilbao, al que goleó por cuatro goles a dos, aunque fue eliminado por alineación indebida. Con Eugenio Eizaguirre Pozzi como nuevo entrenador blanquirrojo, el Sevilla presentó las credenciales en Madrid como un equipo puntero dentro del fútbol español. Era la culminación de la gran obra de Paco Alba. Los jugadores sevillistas saltaron al Martínez Campos, campo del Racing de Madrid, portando brazaletes negros en señal de duelo por el malogrado Paco.

En la temporada 1924-25, el XI Campeonato de ciclismo de Andalucía, creó dentro de la carrera el ´´Trofeo Paco Alba´´, consistente en una copa de plata, que se adjudicaría el corredor que la ganase dos de las tres veces que se corriese. Era un reconocimiento por lo que Alba hizo por el ciclismo en Andalucía.

El periodo transcurrido en el que Francisco Javier Alba Alarcón ocupó distintos cargos en el Sevilla Football Club, hasta su fallecimiento en 1921,supuso un puente entre aquel deporte totalmente amateur y el posteriormente fútbol mercantilizado que poco después llegaría a convertirse en un espectáculo de masas. Si algo tuvo siempre el gran Paco Alba fue instinto, perspicacia, capacidad de adelantarse a la jugada y un extraordinario conocimiento del juego, que le llevó a ser un líder en todos los puestos que ocupó dentro de la entidad. Esa inteligencia fue un Potosí para él y para el Sevilla FC. Es por ello que se le puede catalogar como el constructor de la primera gran época de la historia del Club, del Sevilla moderno, el cual dejaba atrás un fútbol de ámbito local frente a una entidad que ya competía en campeonatos regionales y nacionales, un fútbol que emergía con la velocidad vertiginosa con la que lo hacía la sociedad misma y que Alba pudo evitar con su destreza que cogiera al Club a contrapié.

El 8 de junio de 1928 se acordó en junta directiva la construcción de un mausoleo en el recién construido campo de Nervión en memoria de Paco Alba, además de los también futbolistas Spencer y Tornero, hecho que poco a poco quedó en el olvido, hasta que ochenta y cuatro años después, y gracias a la recuperación por parte del Área de Historia del acta de la Junta celebrada en esa fecha, el Consejo de Administración del Sevilla FC, con su presidente José María Del Nido Benavente a la cabeza (al César lo que es del César…), un ocho de junio de 2012 saldó una deuda histórica, no solo con Paco Alba, sino también con los jugadores anteriormente citados.

Se hacía justicia con un hombre que demostró lo fugitiva que es la vida, pero no así el legado que podemos dejar. El suyo, el Sevilla FC, fue un legado imponente, que perdurará por y para siempre gracias a la irrepetible figura de este comerciante sevillano con alma de interior derecha.

miércoles, 29 de enero de 2025

LOS PELIGROS DEL FUTBOL III

Por Amaro García Cuevas - @amaro_gc22SFC 

En este recorrido anecdótico de los primeros años del fútbol en el siglo pasado hemos conocido desde incidentes graves como lesiones y muertes a la expansión del balompié entre las clases humildes de la sociedad a través de los más pequeños, que adoptaron y adaptaron el juego según sus recursos. 

Dentro de lo que consideramos aspectos peligrosos los hay que son directos entre los protagonistas del juego, como balonazos y patadas, e indirectos, cuando las consecuencias afectan a terceros. De unos y de otros vamos a mostrar ejemplos.

Hubo un caso de exceso desmedido en la práctica del fútbol en la figura joven cordobés Manuel Porteño Cañero, de dieciocho años. Organizó un partido entre amigos y lo empezaron a las nueve de la mañana. Según narra la noticia, 

después de estar jugando nueve horas consecutivas, Manuel cayó al suelo desvanecido. Al reponerse comenzó a dar voces y hacer ademanes extraños, que sobrecogieron a sus compañeros.

Una vez conducido a la casa de socorro

el médico de guardia diagnosticó un ataque de enajenación mental a consecuencia de la sofocación y la excitación de nervios experimentada durante el partido. Ya en su domicilio, el médico de cabecera le apreció una bronconeumonía. Su estado es grave.

(El Liberal, Sevilla 24/02/1924)

Los periodistas, siempre al tanto de noticias de toda índole, aprovechaban ese conocimiento para advertir y aconsejar. En esta ocasión se sugería a los árbitros a que en lugar de mantener el silbato en la boca todo el tiempo lo mantuviesen en el bolsillo hasta que su uso fuese necesario.

Resulta peligroso para un referée el moverse de un lado a otro con el silbo siempre en la boca.

Las decisiones rápidas son inmejorables, pero el tiempo que se pierde en llevarse el silbo a la boca es, después de todo, infinitesimal, y resulta más prudente el pecar por esto que exponerse uno a lo que pueda ser un serio contratiempo y probable desfiguración para toda la vida.

(Deportes de Cádiz. 30/01/1917)

Esta recomendación se basaba en un accidente que mencionaba que en un partido de rugbi en Escocia, el árbitro recibió el balón en plena cara y a causa del impacto le saltó el silbato al ojo, teniendo que retirarse para que recibiera asistencia médica. 

Con el tiempo, ni en el bolsillo ni en la boca, sino cómodamente colgado al cuello con un cordón.

Otros árbitros han sufrido la incomprensión por parte de las autoridades al considerar que cualquier suceso violento que se produzca en el terreno de juego es responsabilidad de ellos.

Se jugaba un partido de la Copa de Andalucía de Segunda categoría entre el Athletic F.C. de Sevilla y el Club Deportivo Sevillano en terrenos del Patronato Obrero.

Partido accidentado – El árbitro detenido

Una pareja de seguridad estaba encargada de garantizar el orden. Unos tres mil espectadores, en su mayoría llenos de ‘’filias’’ y ‘’fobias’’, presenciaban el encuentro. A medida que el partido se verificaba, la tirantez de relaciones se manifestaba más. En uno de los fallos* del árbitro, los partidarios de un bando que ven las de perder, tocan el resorte de lanzarse al campo para que dificultando el juego (¡ vaya una pareja a contener a unos cientos!) el juez tenga que pitar la suspensión del partido.

* (entiéndase fallo como decisión)

Y en, efecto, así hubo de suceder. Una vez el árbitro llega a la caseta dónde se cambiaban de ropa se presenta un guardia que le dice:

-¡Queda usted detenido!

-¿Yo? Mire usted que soy el árbitro

-No entiendo de eso. Aquí ha habido una alteración de orden y me acompaña a la Jefatura para decir las causas.

Y para allá que va detenido el pobre hombre.

Y el árbitro –gracias a la bondad de un amigo cariñoso que la suerte le deparó, don Juan de Iturri- pudo ir en el coche que le ofreció, evitando así que pasara mayor bochorno.

(El Correo de Andalucía 20/11/1923)

Don Juan de Iturri Astorquiza, comisionista, era el padre del jugador sevillista Juan José Calixto Iturri Landajo, que había trocado su actividad futbolística a la de árbitro de la Federación Regional Sur en ese año.

Los balonazos a las partes delicadas de la anatomía eran más que frecuentes, pero lo que no era habitual era jugar con lentes, como solía hacer el jugador germano que pertenecía al Español F.C. de Cádiz. En un partido contra el Sevilla F.C. este jugador tuvo la desgracia de recibir un impacto en la cara con leves consecuencias.

Apenas empezó el segundo tiempo, un certero balonazo fue a dar en un ojo al alemán Max Wener, hiriéndose en un párpado con un cristal de sus gafas.

(Deportes de Cádiz, 28/03/1915)

También un fuerte disparo no controlado podía impactar en la grada causando un percance. En un partido jugado en el campo del Mercantil, propiedad del Sevilla F.C., uno de los jugadores lanzó un fuerte disparo que 

Chocó con la batea de un vendedor ambulante de dulces, cayéndose las mercancías, de las que se aprovecharon presurosamente los chicos que allí había.

Atónito por lo sucedido y por la rapiña descontrolada

El vendedor reclamó el importe de su mercancía y entre los footballistas y el público se hizo una cuestación que cubrió sobradamente el valor de aquella.

(El Noticiero Sevillano, 08/12/1913)

Cuando aún los campos no estaban vallados y estaban delimitados por cuerdas o vallas de poca altura, los jugadores se prestaban a acudir al campo vestidos con la ropa de futbolista, pero no siempre era habitual, por lo que una vez en el campo, en una zona concreta habilitada para ello, los jugadores depositaban sus ropas hasta el final del partido, la cual estaba a mano de ladronzuelos. 

Desde las páginas de una revista deportiva se ironizaba sobre este hecho y  se exigía más atención a pesar de contar con vigilancia.

‘’…pongan una pareja o más, pero de la Guardia Civil, cuando haya partido, pues se viene notando por los jugadores que dejan sus ropas en el sitio de costumbre y que al recogerlas, sus bolsillos se los encuentran completamente vacíos…..Señores ladrones…no hay derecho.’’

(Deportes de Cádiz, 10/04/1917)

El tema de los ladrones asociados al fútbol ha tenido bastantes referencias, las más comunes los carteristas y descuideros en las aglomeraciones que se generan ante cualquier actividad que represente afluencia de público. Otros se dedicaban a cuestiones más elaboradas.

En 1924, en Sanlúcar de Barrameda, un individuo llamado Antonio García Aranda, apodado ‘’el Sevillano’’, tenía virtudes futbolísticas fuera de toda cuestión.

Es un gran futbolista, figurando como maestro y como refuerzo del equipo local Sanlúcar F.C., cuya Sociedad deportiva le tenía asignado desde el mes de septiembre la gratificación diaria de dos pesetas.

Probablemente, una vida desordenada le generaba la necesidad de acrecentar sus emolumentos y qué mejor que dedicar su tiempo libre a otros menesteres menos honestos.

Este individuo, sobre cuya conducta tenía sospechas la Policía, ha resultado ser el autor del robo con fractura efectuado hace un mes en un taller de relojería de la calle Cervantes, de donde desaparecieron diversos relojes y otros efectos.

Sus labores delictivas le situaban en varios escenarios.

También es autor ‘’el Sevillano’’ de un robo llevado a cabo a principios de septiembre, en una caseta de baños de las instaladas en la playa, de la que se ‘’evaporaron’’ como por arte de magia, varias prendas de vestir, ropas de baños y otros efectos.

(El Liberal, Sevilla 15/11/1924)

En otro grado de delincuencia se encontraban los que aprovechaban el desarrollo futbolístico con estafas más elaboradas. 

La preponderancia de los incipientes equipos de fútbol se basaba en las victorias sobre rivales de enjundia y en la consecución de trofeos, ya fuesen oficiales u ofrecidos por personalidades o asociaciones benéficas.

No era raro que dichos trofeos fuesen recurrentes en el devenir de una temporada, por lo que un avispado elemento quiso beneficiarse de ello.

Nos participa la sociedad «Sevilla F.C.» que un individuo ajeno a la misma ha sorprendido la buena fe de algunas personas solicitando cantidades para comprar una copa con destino a premio para un «match» que, según él, se está organizando para la sociedad indicada.

Como esto es falso en absoluto, se advierte al público para que no sea víctima de las habilidades de este vivo.

(El Correo de Andalucía 09/03/1916)

Originalmente, la violencia en los terrenos de juego venía dada por la animosidad y rivalidad, en algunos casos con carácter personal, que se proferían los jugadores contendientes. 

Con el tiempo, cuando entre el público empezaron a surgir acérrimos defensores de sus colores, esa violencia se hizo manifiesta en las gradas. Pero incluso antes de eso, los intolerantes se divertían provocando altercados sin importarles a quién iban dirigidos.

Cuando el Sevilla F.C. celebraba sus partidos y entrenamientos en el campo del Prado de San Sebastián estaba sujeto a la agresividad y conducta incívica de una serie de jovenzuelos a los que se les denominaba ‘’zulús’’ o ‘’zulúes’’.

Los pequeños hijos de Zululandia no solo hacen objeto de sus burlas a los jugadores, sino que llegan hasta a tirarles piedras, dándose el caso de que muchas veces los proyectiles hacen blanco en las personas que tranquilamente pasean por dicho lugar o se acercan para jugar.

(El Liberal, Sevilla 14/03/1909)

El Sevilla F.C., de mano de sus dirigentes, ya advertía de lo que sucedía en los partidos que concertaba, enviando las oportunas peticiones a lo máximos responsables de la seguridad ciudadana.

Un ruego – Señor gobernador, varios socios nos suplican le roguemos envíe una pareja de agentes del Cuerpo de seguridad al campo de juego para que se encargue de mantener el orden e impida que la partida de zulús que se estaciona en aquel lugar moleste a los jugadores y a la concurrencia.

(El Liberal, Sevilla 03/04/1909)

Ocho años después, aún se mantenía esta desgraciada costumbre de los gamberros pandilleros.

Se nos quejan de la conducta de un grupo de mozalbetes ineducados, los que todas las tardes y con peligro de las personas que concurren a presenciar los juegos, arrojan piedras a las vallas y al interior del campo del Sevilla F.C.

(El Noticiero Sevillano 31/05/1917)

Francisco Alba y Alarcón, presidente del Sevilla F.C., gran sportman y mejor dirigente, era consciente de que la agresividad en los campos de juego era una circunstancia a la que había que poner freno.

¿No habría manera de corregir lo que en los campos de «sport» ocurre cuando se juega un «match» interesante?

La Federación Regional hacía uso de las herramientas disciplinarias para castigar a los jugadores que pertenecientes a la federación eran violentos o irrespetuosos. Y decía Paco Alba.

Pero ¿y con el público que insulta a los jugadores constantemente?

El desfogue del público contra los jugadores en particular, propios y ajenos, y contra su equipo o el rival en general, ha sido una constante a la que difícilmente se puede poner remedio. Aunque se intenta.

Paco Alba hizo una propuesta.

Aconsejen a los «equipiers» se pongan de acuerdo antes de empezar el «match» para que cuando alguno de ellos vea a algún individuo del público que le insulta pida auxilio a un policía, para que lo lleven detenido.

En el momento en que tres o cuatro sean detenidos, el público (el malo se entiende) comprenderá que allí no se puede ir a desahogar odios.

La propuesta fue buen acogida, pues la labor del presidente sevillista en la propagación del deporte en varias acepciones (fútbol, ciclismo, atletismo, lucha) era sobradamente conocida.

Todos reconocemos en él al infatigable propagandista, espíritu altruista y luchador fiel del «futbol».

(El Correo de Andalucía 05/07/1917)

Pero era una tarea, que a día de hoy todavía no ha sido resuelta. Pasaron los años y siempre fue motivo de discusión entre los defensores de la corrección en el campo.

Se ha iniciado en muchas ocasiones la posibilidad de llegar a suprimir estos campeonatos, que solo sirven para desatar los odios y apasionamientos y mostrar el hombre orangután que lleva dentro.

(El Liberal, Sevilla 16/11/1923)

Pero la pasión tenía también su lado romántico, como el que sucedió cuando dos aficionados sportingistas no dudaron en seguir a su equipo para verlo jugar nada menos que en Sevilla.

Antes de ayer llegó a Sevilla, procedente de Gijón, el buque Ana María. En pleno viaje, de una de las lanchas salvavidas salieron dos muchachos que se hallaban escondidos y que al ser interrogados manifestaron que allá en Musel* embarcaron sin ser vistos, con el fin de presenciar el partido de fútbol que ha de celebrarse hoy domingo, en el que actúa el Sporting de Gijón.

*(Puerto de Gijón)

(ABC de Sevilla 08/12/1929)

La peripecia de una travesía de tres días no fue nada agradable para los dos jóvenes aficionados.

Concibieron la idea de hacer el viaje sin que les costara un céntimo, y como los aficionados a los toros utilizan los topes de los tranvías, ellos se metieron «de ocultis» en uno de los botes salvavidas.

Al segundo día de incómodo viaje de los polizones en el reducido espacio del bote, y como se les terminaron las provisiones de boca, salieron de su escondite y se presentaron en cubierta.

La marinería, en vez de acoger con simpatía a los muchachos, los presentaron al capitán, quién ordenó los encerraran en un cuarto.

Dicen los muchachos que los marineros les dieron varios coscorrones, los insultaron y los trataron mal.

(El Liberal, Sevilla 08/12/1929)

En esos días en Sevilla se culminaban los preparativos para la Exposición Iberoamericana a celebrar en 1929 y como Secretario Nacional de dicho evento figuraba el asturiano Romualdo Alvargonzález Lanquine, que enterado de la noticia 

se interesó por ellos, los socorrió, les dio de comer y les ofreció costearles el viaje a Gijón cuando se marche el equipo.

¡Y aquí están los asturianitos! Querían ver jugar a sus paisanos en el campo de Sevilla y lo han conseguido.

(El Liberal, Sevilla 08/12/1929)

(CONTINUARÁ)


lunes, 2 de diciembre de 2024

EL CAMPO DE AGRAMANTE


Por José Arjona

17/08/2012

Saludos.

Todavía debo descubrir si escribo para que los demás me lean, para leerme yo mismo, o para tener un sitio íntimo que pueda ver todo el mundo. Enorme contradicción, pues.

Nací en una ciudad reinventada en el Barroco. Lo digo, porque, aunque la Historia nos sitúa mucho más atrás, la Sevilla de ahora, la que nos contempla cada día, es heredera directa de aquella época del XVII en sus formas y maneras, en su concepción de lo público y los espacios, en sus aficiones y extroversiones.

Y, como heredero de una forma peculiar de contemplar la estética, mis gustos en fútbol se definen en el fútbol barroco por, digamos, formación vivencial. Para mi desgracia, seguramente, de los cuatro grandes polos que mostramos al mundo con mayor ahínco (Feria, Toros, Semana Santa y Fútbol) solo me atrae el cuarto, el Fútbol. Soy, por tanto, un sevillano incompleto o mal formado. Tampoco me traumatiza o deprime

Hay lugares en el mundo donde decir fútbol es algo más. Hay pasiones tan profundas y en tantos sitios, que traspasan los límites y alcanzan estadios superiores. Y gente que lo cuenta de manera maravillosa.

“Todos los uruguayos nacemos gritando gol y por eso hay tanto ruido en las maternidades, hay un estrépito tremendo. Yo quise ser jugador de fútbol como todos los niños uruguayos. Jugaba de ocho y me fue muy mal porque siempre fui un patadura terrible. La pelota y yo nunca pudimos entendernos, fue un caso de amor no correspondido. También era un desastre en otro sentido: cuando los rivales hacían una linda jugada yo iba y los felicitaba, lo cual es un pecado imperdonable para las reglas del fútbol moderno.”

(Eduardo Galeano)

Sabido es, que los dioses griegos eran caprichosos y volubles, y que gozaban y se saturaban de todos los vicios y virtudes que, además de las propias de su condición olímpica, poseían los pobres mortales. Siendo que quizás por ello nos parezcan los menos “celestiales” de las divinidades de todas las mitologías.

Demasiado humanos tal vez, adolecían del componente esotérico que hace a un dios prosperar, ganar millones de adeptos, perdurar y perpetuarse en el tiempo sólidamente asentado en los bienes mundanos. El Olimpo heleno era demasiado visible, demasiado corralero y chabacano. No sería extraño que fuera fuente de inspiración para los guionistas de la inmensa mayoría de programas televisivos cuando emboban a tantos miles de ciudadanos.

Pero, aunque haya un referente tan antiguo y nítido, la necesidad obliga a avanzar unos pocos miles de años para encontrar el modelo perfecto de la frase hecha “Campo de Agramante”:

"El origen de la frase está en la obra del escritor italiano Ludovico Ariosto (1474-1533) Orlando Furioso, exactamente en el episodio narrado en el canto XXVII. La obra cuenta el ataque de los sarracenos a París y la defensa de las tropas de Carlomagno. Cuando la capital francesa está a punto de caer, recibe la ayuda del arcángel San Miguel, que recoge a la Discordia de un convento en el que con gran polémica se elige nuevo abad y la esparce sobre el lugar en el que está acampado Agramante, el cabecilla de los invasores; de aquí también la actual frase sembrar la discordia. Los sarracenos comienzan a pelearse entre sí y estas disputas internas facilitan la victoria de Carlomagno". 

(Espasa Calpe)

Es la diosa Discordia campando por sus respetos. Es la terquedad personificada en ilustres e ilustrados, en brutos y cultos, en grandes y pequeños, en turcos y bizantinos.

“Cuenta la leyenda que los bizantinos eran bastante dados a discutir públicamente sobre memeces tales como el sexo de los ángeles, o sea, si tenían y cómo lo tenían. En estas los pillaron los turcos cuando en 1453 tomaron Constantinopla, la actual Estambul. En nuestra lengua ha quedado también la frase discutir o hablar sobre el sexo de los ángeles para hacer alusión a conversaciones vanas o intrascendentes". 

(Espasa Calpe)

Pero si algo conmueve y turba, si algo sacude los soportes que cimentan nuestras pasiones, si algo contiene la mayor de las amenazas posibles, eso es la irresponsabilidad.

Acciones irresponsables, declaraciones irresponsables, discursos irresponsables, hechos irresponsables... de todas las partes en este “litigio” falso y manipulado, mezquino y ruin. Un aluvión alucinante de usureros de verdades parciales, mentiras amplificadas, malicia pretendidamente revestida de una sutilidad que apesta.

Demasiados egos y demasiado grandes pujando en la subasta. Demasiados mintiendo sin escrúpulos, sin vergüenza, sin responsabilidad, aunque todos y cada uno pretendan enarbolar la bandera a la que escupen a diario, a erigirse en modelo cuando sus actos los muestran como rastreros y perversos y aunque se escondan detrás de un escudo, que pisotean sin rubor porque, recuerden, somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras.

Se han desatado las pasiones en la peor y más bastarda de las formas posibles y todos hemos contribuido a ello. Unos por acción y otros por omisión, y la gran mayoría en medio de los extremos y los extremistas, de los desquiciados, de los populistas, de los reaccionarios, de los resentidos, de los viscerales.

Ausencia absoluta de la dignidad y de la elegancia inherente, creía yo, que marcan unos colores, un estilo, una Historia, una forma de entender una PASIÓN. Ausencia total porque quizás nunca la tuvieron y solo el viento favorable, el que hincha las velas y procura una travesía feliz, nos ocultó el marasmo mental de que nos dotamos en su momento y que los oropeles disimularon.

Pero en llegando la calma chicha nadie quiere tomar los remos porque los culpables siempre son los otros. Y la gran mayoría asistiendo atónita a la deflagración, mirando el intercambio de misiles, de improperios, de estupideces sin respeto, sin DIGNIDAD.

Abusos de poder, abusos de posición, abusos de victimismo... todos abusan y todos son abusados.

Todos clamando por su sevillismo mientras practican tierra calcinada, sin prisioneros. ¿El Sevilla?... no, yo. Todo lo que queráis, pero yo, luego yo y al final, yo.

¡Cuánta falacia!, ¡Cuánta falsedad!, ¡Cuánto personajillo con ínfulas!, ¡Cuánto poder en manos de enanos mentales!

Todo vale, aunque nos vistamos con ropa de marca y seamos exquisitos en la mesa, aunque nos llamen “señor”, aunque aglutinemos miles de seguidores, aunque llenemos de trofeos la sala, aunque nadie nos lea o, aunque nos odien.

No importa, da igual. Hoy son estos y mañana serán otros, y todos eludiendo los remos: La RESPONSABILIDAD, el CLUB, el ESCUDO, la BANDERA, los COLORES y la AFICIÓN.

Todos gritando y catalogando su sevillismo, porque solo gritando se puede demostrar, y porque son dueños de la verdad absoluta, porque el fin justifica los medios, porque ... ¿vale todo?

Dioses de barro.


Cuidaros.

lunes, 18 de noviembre de 2024

EL HOMBRE QUE SABÍA VOLAR

 

Por José Melero -  @JMelero1

Marcelino Vaquero González del Río, Campanal II (apodo), llegó a Sevilla por el río Guadalquivir, lo cual no deja de ser, cuando menos, pintoresco. Era el 16 de septiembre de 1948. Un hecho lejano en el recuerdo, pero vivo en la memoria de un Marcelo Campanal que antes de su fallecimiento y en innumerables entrevistas, lo contaba con todo lujo de detalles. Su tío Guillermo, Campanal I, aquel delantero sevillista que formó parte de la "delantera Stuka" y de la selección española, lo esperaba en el margen derecho del río, junto a la Torre del Oro, cuando llegó a bordo del barco carbonero Elita, en un trayecto que duró 4 días y en los que compartió camarote con los marineros desde su salida en San Juan de Nieva, en el concejo de Avilés. Hubo que esperar a que subiera la marea en Sanlúcar de Barrameda y desde allí en lancha a la capital de Andalucía.

El apodo de Campanal se debe al nombre de una empresa de conservas de la cual eran dueños su familia y la de su tío Guillermo Campanal.

Al principio, Marcelo era un aprendiz, un atleta con magníficas condiciones, pero sin dominio del balón. El Coria, esa magnífica "cantera" sevillista; el Iliturgi y, un buen día, Campanal apareció como titular en el Sevilla y ya, como años antes su tío Guillermo, se impuso para siempre en el Sevilla CF. También, como a Campanal I, el club que lleva el nombre de la ciudad le había conquistado.

Partido tras partido, cada temporada Campanal II se reafirmaba en la zaga sevillista, se ganaba su puesto y el joven de muchos recursos y poca experiencia, cuajaba en el gran futbolista que llegó a ser, indiscutido e indiscutible en el club blanco y en la selección española, en la que debutó con tan solo 21 años y llegó a ser capitán con 24.

Su primer partido de Liga con el Sevilla (antes había debutado en un partido de la Copa Confederación de Andalucía, un año antes) lo jugó en la temporada 1950-1951 en el viejo Nervión, ante el Atlético de Bilbao, un 10 de diciembre de 1950, con victoria sevillista frente a los vascos por un gol a cero marcado por Oñoro. Busto, Guillamón, Antúnez, Campanal II, Alconero, Enrique, Oñoro, Arza, Araujo, Herrera I y Doménech fue la alineación.

Desde entonces, desde su debut, se puede decir que Marcelo, como el César, llegó y venció. Venció porque durante años y años fueron sus músculos, su corazón y su entusiasmo prendidos tras el escudo del Sevilla los que se sobrepusieron. Campanal era un atleta que había participado en juegos nacionales. Saltaba longitud y pértiga, corría, nadaba, en fin se le daba bien todo tipo de deporte. Era un defensa elástico, de pegada seca y decisión bravía, que se jugaba las piernas en busca del balón. Era duro, pero el lesionado siempre resultaba él. 

Como aquella vez que el madridista Gento en un cruce le metió un tremendo rodillazo en el costado. Al acabar el partido el asturiano tenía ganas de orinar y cuando llego al vestuario y orino sangre, lo llevaron corriendo a urgencias. El riñón "desapareció" con el tiempo fruto de aquel golpe. A partir de ahí los Sevilla - Madrid ya no fueron lo mismo. Cuando se enfrentaban después de aquel partido, Gento no quería saber nada de él. No se emparejaba con el sevillista, no hacía ninguna arrancada. Cuando lo veía salir, soltaba el balón rápido.

Iriondo, Juncosa, Ipiña, Kubala,Di Estefano o el propio Gento, fracasaban ante el "Huracán de Avilés", como le bautizó el doctor Leal Castaño. Las imágenes de su etapa de jugador le muestran saltando y poniendo sus pies casi a la altura de las cabezas de los rivales. Sin usar los brazos. Volando.

Para la afición española se había convertido en un exponente de la furia y la raza del fútbol español de esos años. En 1956 recibió el premio "Patricio Arabolaza" con el que Marca premiaba la garra, el pundonor y el espíritu de la furia española. Dos años antes, en 1954,el Instituto de la Opinión Pública realizó una encuesta en la que el defensa llegado desde la verde tierra astur era elegido el mejor jugador español, seguido de Kubala, Zarra y Gainza.

Sería interminable narrar las mil y una anécdotas que el avilesino nos regaló con su fútbol, como aquel salvaje partido de la selección al que se le llamó la "batalla de Estambul", que terminó con un niño escogiendo qué equipo se quedaría fuera del Mundial de Suiza. Y donde a su vuelta a España fue sacado a hombros del aeropuerto madrileño de Barajas por los aficionados españoles. O aquel partido en Oporto que acabó, literalmente, a palos. Fue en 1961, en un amistoso. Había un ambiente terrible. En el segundo tiempo un rival le partió la nariz a Romero. El bravo defensa asturiano fue para allá y le sacudió. Fueron todos a por él. Se metió corriendo con un banderín de córner en la portería, para que no le sacudieran por detrás. La policía le pegaba porrazos, pero si no es por ellos le hubieran matado. Se "cargó" a cinco o seis del Oporto. Tuvo que indemnizarlos con doscientas y pico mil pesetas de la época. Al juicio los portugueses fueron vendados. Pasó dos noches en la cárcel, pero luego le hicieron un homenaje en el parque de María Luisa, con miles de sevillistas presentes. 

Muy comentado fue aquel Trofeo Carranza, el cuarto que disputaba el Sevilla tras haber ganado los tres primeros, contra el Madrid. El choque iba empatado cuando Marcelo hizo una dura entrada al final de la primera parte. Al descanso, el Madrid dijo que si Campanal volvía al campo, ellos no disputaban la segunda mitad. El alcalde de Cádiz, hermano del presidente del Sevilla accedió y Marcelo no salió en la segunda parte. Ganó el Madrid.

En el Sevilla jugó un total de 16 temporadas: de 1950 a 1966, consiguiendo dos subcampeonatos de Liga (50-51 y 56-57) y dos subcampeonatos de Copa (1955 y 1962). En total jugó 401 partidos de competición oficial, entre Liga, Copa y Copa de Europa. Fue 11 veces internacional absoluto.

El tiempo, implacable en sus designios, hizo que Campanal tuviera que dejar el fútbol tras jugar la campaña 1966-1967 en el Deportivo de La Coruña y posteriormente en el Real Avilés C. F. Entonces el asturiano llano, recio, noble y competitivo como él solo, se dedicó a practicar el atletismo, su otra gran pasión, conquistando grandes marcas y premios en múltiples modalidades deportivas en la categoría de veteranos.

Su corazón se paró a los 89 años, en mayo de 2020. Aquel futbolista por el que se interesó el FC Barcelona, Inter de Milán o Real Madrid y que don Ramón Sánchez-Pizjuán declaraba una y otra vez intransferible, dejaba tras de sí una vida dedicada al fútbol y al deporte. Se iba un mito, que aunque nacido en el norte de España, tuvo una vinculación con Sevilla que le venía de familia y que se inició  a la temprana edad de 17 años.

Su apellido venció al tiempo cuando antes de su fallecimiento, el 22 de noviembre de 2011, recibió con honores el III "Dorsal de Leyenda" del club de su vida. Aquel día en que su afición de siempre brindó por una vida llena de saltos y despejes, para un futbolista que sabía volar.

martes, 5 de noviembre de 2024

LAS SOCIEDADES ANÓNIMAS DEPORTIVAS. UNA SALIDA EN FALSO


Por Pedro José Sendra - @pedrojosesendra

Hace unos días, leía un artículo en el portal jurídico-deportivo de Iusport en el que a colación del reciente fallecimiento de Javier Gómez Navarro, expresidente del Consejo Superior de Deportes, cargo al que accedió bajo nombramiento del por aquel entonces presidente del Gobierno del Estado Felipe González en el año 1987, se glosaba su buen hacer en la actividad pública ejercida y textualmente afirmaba: «Fue el autor intelectual del mayor cambio que ha tenido el deporte español, un modelo que plasmó en la ley de 1990. La ley que propició transformaciones importantes, como el deslinde entre lo público y lo privado del deporte».

Se está refiriendo a la Ley del Deporte de 15 de octubre de 1990 (Ley 10/1990) que, en efecto, tuvo a dos personas claves en su elaboración el mencionado presidente del CSD y el director de gabinete de dicho organismo, Fernando París.

Independientemente de cuestiones globales del deporte tratadas como colaboraciones público-privadas, aspectos competenciales o programas “ad hoc” como el Plan Ado para las inminentes Olimpíadas de Barcelona, las consecuencias derivadas para el fútbol profesional, pergeñadas por tan preclaros gestores que junto a las mayorías existentes en el Parlamento certificaron su aprobación, están deviniendo en funestas realidades.

Me estoy refiriendo al golpe de gracia asestado por esta norma al fútbol profesional, entendido como expresión cultural de un pueblo, por el que se acometía la conversión de los clubes de fútbol a sociedades anónimas deportivas, dando lugar, sin ningún tipo de prevención o cortapisa, a la entrada de especuladores y personas ajenas a las aficiones sin ligazón alguna anterior con el club y tampoco con la ciudad con la que este se identifica en la composición del accionariado de entidades históricas.

Centrándonos en la mencionada Ley en sus artículos 19 a 29 establecía como obligatorio para participar en Competiciones Oficiales de carácter profesional y ámbito estatal, los clubs de fútbol o sus equipos profesionales debían adoptar la forma de S.A.D. y en esta misma Ley se regularían las particularidades de estas sociedades que las distinguen de las S.A. en general.

La disposición adicional 7ª de la Ley del Deporte establecía una excepción a esta obligatoriedad de constituirse como S.A.D. para competir en la modalidad deportiva de fútbol, consistente en que los clubs que a la entrada de la ley en vigor (20 días después de su publicación en el BOE que fue el 17 de octubre de 1990) reflejaran en las auditorías realizadas por la L.F.P. durante los últimos cinco años, desde la temporada 1985/86 hasta la 1989/90, un saldo patrimonial neto positivo en todas ellas, podrían mantener su actual estructura jurídica salvo que sus asambleas  decidieran no hacer uso de esta posibilidad.

El saldo patrimonial neto positivo significaba, que el valor de su patrimonio (Activo) fuera superior al Pasivo Total, corriente y no corriente, (deudas). Así lo explicaba Francisco Olid Castro, directivo del S.F.C. adscrito a la parcela jurídica y encargado de tutelar el proceso de conversión o no en S.A.D. «Veremos primero que el carácter patrimonial neto significa que el valor de su patrimonio sea superior al pasivo del club (deudas)».  

(El Sevillista Nº 52, 30/4/1990).

Ciertamente, el Sevilla FC. no cumplía este requisito en algunos de los balances auditados correspondientes al período exigido, pero se produjo un hecho económico relevante que permitía dar un vuelco a esta situación contable.

En el mes de mayo de 1987, el Ayuntamiento de Sevilla aprobaba el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) con la recalificación urbanística de los terrenos colindantes con las Avenidas Luis de Morales y Eduardo Dato, los cuales pasaban de la calificación de zona verde y de equipamientos a la de urbanizable con la consiguiente alza de valor de dichos terrenos.

La recalificación afectaba a un total de 73.000 metros cuadrados de los que 43.000 eran propiedad del SFC y 30.000 del Ayuntamiento de Sevilla. El convenio para delimitar la proporcionalidad del suelo edificable correspondiente a cada una de las partes (contando con la volumetría) vendría a establecer para el Sevilla FC. un derecho de edificación sobre unos 38.000 metros cuadrados a un precio de venta que oscilaría entre 30.000 y 35.000 ptas/m2, reportando al club un montante aproximado de 1.300 Millones de ptas.

El día 24 de febrero de 1988 se firma el contrato de compraventa de los mencionados terrenos aledaños al estadio sevillista entre Construcciones y Contratas S.A. y el Sevilla F.C.

En agosto de 1989, año y medio después, ya se habían recibido 700 milones de ptas. como parte de esta operación inmobiliaria.

La nueva situación sobrevenida permitía al Sevilla F.C. recomponer su situación económico-financiera, de hecho, en estos años los medios de comunicación se hacían eco de las declaraciones del presidente Luis Cuervas en el sentido que era posible que el Sevilla F.C. no tuviera necesidad de convertirse en S.A.D. en base a que la valoración actual del patrimonio del club, tras la recalificación y modificación urbanística realizada, no se correspondía con la anteriormente tomada del período de referencia. Este era el escenario en octubre de 1990 cuando el presidente aseguraba en entrevista publicada que intentaría que el Sevilla FC. no se convirtiera en S.A.D. (El Sevillista Nº 46, 30/10/1990).

Así se expresaba el secretario del Sevilla FC., Francisco Olid, en el mes de abril de 1991

 «Entendemos que si mediante el correspondiente estudio se considera el valor real de nuestro patrimonio desde la temporada 1985-86, este patrimonio arrojará un saldo positivo por lo cual tendremos la posibilidad, si así lo acuerda la asamblea, de continuar siendo club de fútbol en vez de S.A.D.» (El Sevillista Nº 52, Abril/1991).

Dicho lo anterior, continuaba el directivo sevillista «…Lo que ya no está tan claro es que sea conveniente mantener esta forma jurídica, ya que es probable, que para garantía de los socios y para seguridad de una mejor organización y administración del club sea preferible la conversión en S.A.D. en vez de continuar siendo Club de Fútbol como hasta ahora.»

Resulta evidente la declaración de intenciones y el posicionamiento base de los dirigentes. Sin duda esas interminables reuniones de más de doce horas sin descanso mantenidas en las que se dilucidaban cuestiones de calado para el futuro de la entidad ante la tesitura plantada permitirían igualmente el análisis de determinados escenarios futuros a nivel personal.

En cualquier caso, no ha trascendido a la opinión pública ni queda constancia de que se encargara informe alguno que certificara la nueva situación contable ni se solicitara la opción de permanecer como asociación privada de carácter cultural y deportivo tal como figuraba en los estatutos de principios de los años 80.

Tampoco se observa en el período referenciado un reflejo contable del nuevo valor patrimonial en los sucesivos balances a partir de la nueva calificación urbanística ni se aprecia una disminución de la deuda.

Esta era la situación en los meses previos a la presumiblemente última asamblea del Sevilla FC. 

La Asamblea de la conversión del Sevilla F.C. en Sociedad Anónima Deportiva se celebró el 23 de septiembre de 1991 con la presencia de 116 socios compromisarios con un único punto del orden del día, dividido en dos propuestas: la transformación o la adscripción en S.A.D., es decir, la posibilidad de elegir entre “Sí o Sí” a la conversión ya decidida por la Junta Directiva del momento.

Según explicaba el Sr. Olid, esta fórmula de la adscripción pretendía permitir preservar el patrimonio del Club, aunque ya reconocía tácitamente que sería difícil que el Consejo Superior de Deportes la aceptara. Finalmente, el secretario del club informó en una reunión celebrada el 30 de septiembre (fecha límite de la presentación del Acuerdo de la Asamblea) ante unos setenta asistentes que la Junta Directiva se había decidido por la opción de la transformación.

De hecho, había otros dos clubs como el Valencia CF. y el Sporting de Gijón en la misma situación que el Sevilla FC en el sentido de poseer un gran patrimonio a diferencia del resto que no tenían este respaldo patrimonial y que debiera haber supuesto un tratamiento diferenciado, pero no hubo caso.  

La ley establecía la siguiente forma de establecer el capital social mínimo de los clubs transformados. Era el resultado de comparar dos componentes. El primero (A) venía dado por el 25% de la media de los gastos más amortizaciones de todos los clubs, excluidas las dos entidades de mayor gasto y las dos de menor gasto en la penúltima temporada (1988/89) y el segundo parámetro (B) se establecía en función del saldo patrimonial negativo que arrojara el balance de cada club en la última temporada (1989/90). Si A era menor que B, el Capital Social mínimo quedaba fijado en el doble de B.

Ante la inexorable fecha límite del 30 de junio de 1992 para constituirse como S.A.D. y en base al capitán inicial fijado para el S.F.C. de setecientos millones de pesetas se puso en marcha el proceso de suscripción de acciones establecido en tres fases: Una primera de un mes de duración (18/3/1992 – 17/4/1992) en la que se ofrecen 70.000 acciones de 10.000 ptas. cada una a repartir entre los 23.000 socios. La segunda fase, a continuación de la primera y con otro mes de duración se pondrían a la venta las acciones sobrantes entre los socios que hubieran asistido a la anterior fase para finalizar con la tercera y última en la que se podría acceder de forma libre para suscribir el capital pendiente restante.

Resulta evidente la sinrazón del procedimiento establecido para esta nueva forma jurídica que dictaba la ley permitiendo, en el caso del Sevilla FC., que con una inversión de poco más de 350 millones de las antiguas pesetas (50% del Capital Social) gestionabas y/o te hacías dueño de un patrimonio que superaba los 20.000 millones de pesetas en aquel momento.

Los responsables políticos de aquella época entendieron que, la mejor forma de atajar el elevado endeudamiento de los clubes deportivos, no pasaba por establecer rígidas medidas de fiscalización del gasto, sino por arrebatar a la ciudadanía, a base de talonario, lo que esta había hecho posible tras años de historia vinculada al sentir de las aficiones. 

Como bien decía el sr. Gómez-Navarro en su artículo publicado en el diario AS el 28 de noviembre 2018: “Una norma legal, más que un objetivo en sí mismo, es un instrumento que permite definir y ejecutar políticas concretas que inciden en la ciudadanía”.

Se trató, sin duda, de una enajenación legalizada jurídicamente.

Para finalizar un par de datos que permitan calibrar la eficacia de esta norma que, basada supuestamente en unos fundamentos de contexto de crisis económica e institucional del deporte profesional colectivo en España, trataba de poner fin a este escenario.

La deuda total exigible del Sevilla FC. en el cierre de la temporada 1991/92 ascendía a la cantidad, expresada en euros, de 12.313.524 €.

Al último cierre contable conocido, temporada 2022/23, 31 años después esa misma deuda alcanza la cifra de 252.622.000 €. 

Sin ir más lejos, sólo 20 años después de la conversión de los clubes en S.A.D., en la temporada 2011/12, había 23 clubes en concurso de acreedores y 90 millones de euros de impagados a final de temporada a los jugadores.

Baste reproducir aquella previsión que partía de la directiva sevillista que reflejamos al principio de este escrito y que decía así…

«…Lo que ya no está tan claro es que sea conveniente mantener esta forma jurídica, ya que es probable, que para garantía de los socios y para seguridad de una mejor organización y administración del club sea preferible la conversión S.A.D. en vez de continuar siendo Club de Fútbol como hasta ahora.».