Por Juan Castro Prieto.
Posiblemente algunas personas pensarán que la disyuntiva que planteamos con esto es sólo una cuestión semántica, sin duda alguna lo es, pero para la mayoría de sevillistas, que no sevillanos, es una cuestión de identidad.
La comparación de la palabra “blanquirrojo”
es una aplicación correcta del término lingüístico. El blanco es sin duda el
color dominante, (merengues, palanganas, etc.) y el rojo es el color complementario
(nunca secundario). Posiblemente una acepción de la definición sea “el equipo blanquirrojo”,
para definir a veces, al equipo blanco.
Equipos rojiblancos hay varios en
España y equipos blancos también proliferan por nuestra geografía. La
definición blanquirrojo es mucho más que los anteriores. Somos blancos por
decisión, otros en cambio tienen sus colores por una coincidencia, es el caso
del Boca Junior, cuando un grupo de chicos bonaerenses, sentados en el puerto
de Buenos Aires, discernían en la elección de colores para la fundación de su
club. Vieron descargar un barco sueco y quedaron encantados con los colores
azul y amarillo de su cargamento y bandera.
La mayoría de equipos antiguos no son
blancos por casualidad. El blanco era en el siglo XIX el color de los sportmen,
basta ver algunas imágenes de “Carros de Fuego” para comprender que esta
indumentaria representaba la pureza del deporte y la rivalidad. El blanco sin
duda nos identifica, pero cuando el rival también coincide en este color, es el
rojo nuestro color representativo. Por ello esto no es sólo una cuestión
lingüística, es una frase que nos define, es nada más y nada menos, que nuestra
identidad.
Otra cosa distinta son las frases
artísticas o creativas, como “el equipo rojo y blanco”, que no es lo mismo que
el equipo rojiblanco. No es lo mismo el blanco con cinco barras rojas, que el
rojo con seis barras blancas. También podría esgrimir el léxico que me lleva a
expresar que seis columnas blancas predominan sobre las cinco rojas.
Este recurso lingüístico no es más que
eso, una forma de hablar, pero cuando decimos “blanquirrojos” hablamos de
nuestra historia y de nuestro pasado. No confundamos los blanquirrojo con los
rojiblancos, presentes en otros lugares del estado y del mundo. Sabemos si un
periodista o cronista deportivo es de nuestra tierra, cuando al referirse al
Sevilla FC, lo identifica con el blanquirrojo. Y el que es claramente de fuera,
cuando utiliza el vocablo rojiblanco para definirnos.
Ser los pioneros marca el derecho a
llevar colores, por ello el blanco se ha mantenido como una continuidad reflejo
de nuestros orígenes. Los otros clubs que llegaron después, tuvieron que buscar
otra simbología, otros colores. Por ello los sevillistas somos blanquirrojos,
otros equipos son rojo y blanco.
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