viernes, 25 de octubre de 2024

LOS PELIGROS DEL FÚTBOL II


Por Amaro García Cuevas - @amaro_gc22SFC

Como ya vimos en el capítulo anterior, una mala jugada pudo llevar a la cárcel a un muchacho de 22 años al causar involuntariamente la muerte de otro jugador.

LOS PELIGROS DEL FÚTBOL I

¿Eran inusuales los accidentes fatales? Por desgracia, no. Ni antes ni ahora. En 1925 hubo otro caso luctuoso, esta vez en Valencia.

Durante el partido celebrado entre el Club Deportivo de Torrente con el Reserva, uno de los jugadores, apellidado Lluliá, dio una patada en el hipognetrio a otro compañero llamado Manuel Torrijos, matándolo.

(El Defensor de Granada 30/11/1925)

Pero no todos los percances futbolísticas acaban en tragedia. Vamos a ver algunos sucesos que pueden ser curiosos.

Cabe señalar que la afición al fútbol despertó gran interés entre los niños, los cuales no desaprovechaban la oportunidad de lanzarse a jugar con lo primero que se le pudiese dar patadas. Ya en 1910, cuando el football era una actividad incipiente en el panorama de la sociedad ciudadana, los espontáneos jugadores se organizaban imitando a sus mayores.

Por las calles

Continúa cultivándose con gran éxito el Foot-ball callejero. En cuanto se reúnen cuatro golfos, y muchos que no lo son, aparece como por encanto un balón, más o menos auténtico y comienza la partida.

(Diario de Huelva 23/02/1910)

La noticia publicada en un diario onubense nos indica que además de la aceptación popular del fútbol, muchos de esos chicos eran la cantera de los numerosos equipos que se constituían en las ciudades y pueblos. 

Más de uno y más de dos llegarían a ser jugadores, si no destacados, por lo menos, conocidos en el ámbito futbolístico de la ciudad.

Esta vigorosa actividad física llegó a ser un motivo de preocupación en las familias humildes. A estos chicos que estaban en edad de crecimiento, que se pasaban las horas libres jugando en la calle corriendo y saltando y practicando una actividad que debería aportarles un saludable estado físico, no siempre era fácil aportarles las calorías necesarias en base al desgaste sufrido.

Así lo expresaban en un diario gallego en 1911 y estoy seguro de que era aplicable a cualquier rincón de la península.

Las madres de los balompedistas

‘’Las madres, en especial esas madrecitas entradas en los cuarenta, siempre vestidas de hábito y mantilla, con los tacones de los botines torcidos, que a lo mejor si llueve cruzan nuestras rúas sin paraguas, porque el único que había en casa, tuvo que llevarlo la hija, que salió a la iglesia o al colegio; esas madrecitas tan dignas de ser extraordinariamente amadas por sus hijos; que hacen elástica la mensualidad que gana el marido, o la viudedad o la pequeña pensión, sea de cualquier origen; esas madres odian el foot-ball. Lo odian porque es la causa de que suba la cuenta del zapatero y de que los mozos pierdan los cursos.’’

‘’Las madrecitas que vencen la vida a fuerza de equilibrios, odian el balompié. Y hacen bien. Hacen bien porque por otro lado los deportes son un peligro. Los muchachos comen más según hagan más ejercicio. Y el balompié les abre el apetito desaforadamente. ¿Qué despensa pobre puede resistir por mucho tiempo los embates de un mozo que se pasa, diariamente hora y media, por lo menos, corriendo y pateando?’’

     (El Eco de Santiago, Santiago de Compostela, La Coruña 20/04/1911)

¿Alguien duda que los chavales acometerían con furor las despensas para meterse, en la medida de lo posible, un bocadillo de chorizo o de manteca?  

El fútbol causó sensación entre los chiquillos que, de modo improvisado, eran capaces de celebrar un partido en cualquier rincón que les fuese apropiado. Así aparecía en la primera década del siglo XX en los diarios sevillanos.

‘’De un vecino de la calle Almirante Espinosa recibimos una queja, relacionada con los niños que juegan al «football».’’

(El Liberal, Sevilla 28/07/1916)

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     ‘’Varias personas que tienen su domicilio en la Alameda de Hércules, se nos quejan, con fundada razón, de los atropellos y molestias que les causan numerosos chiquillos, que han escogido aquel lugar para jugar al «football», ante la indiferencia de los guardias.’’

     (El Noticiero Sevillano 19/10/1916)

El juego, aunque pudiera parecer inocuo llevaba aparejado un plus de peligrosidad no solo para los niños, sino también para los viandantes, pues ¿quién era capaz de frenar un disparo cuando un incauto ciudadano se atrevía a pasar por en medio de un ‘’campo’’ de fútbol?

‘’Y como con el calor del juego los nenes se ofuscan y no se fijan en nada ni en nadie, creyendo que todo el campo es suyo, se ha dado el caso – y hoy se ha repetido- de que por equivocación, el puntapié en vez de dar en el balón, tropiece con las espinillas de un pacífico transeúnte, á quién hicieron ver las estrellas.’’

(Diario de Huelva 23/02/1910)

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‘’Verdaderas legiones de chiquillos convierten en campos de fútbol muchas plazas y paseos, dando lugar a que se sucedan incidentes como uno ocurrido ayer tarde en la plaza de San Ildefonso, donde una de las pelotas fue a chocar contra la cara de una niña de corta edad que llevaba una mujer en brazos, produciéndole una fuerte lesión en la cara y abundante hemorragia nasal, con pérdida del conocimiento.’’

(El Noticiero Sevillano 12/07/1917)

Si así sufrían los incautos paseantes, no menos sufrían los jovencitos, que dispuestos a emular a los ídolos de los principales equipos de la ciudad eran también víctimas de desafortunados accidentes.

Por jugar a la pelota

En la casa de socorro del Prado de San Sebastián fue asistido ayer de una herida en la nariz de pronóstico grave, el joven Manuel Garrido Hazares, con domicilio en la calle Hernando Colón núm. 15. Dicha herida se la causó estando jugando al foot-ball en el Prado de San Sebastián.

(El Correo de Andalucía 11/12/1916)

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El niño de catorce años Rafael Forcada, tuvo la desgracia de dar anoche una caída en la plaza de Santo Tomás, donde jugaba un empeñado partido de balompié con otros chicos de su edad, causándole la luxación del cúbito y radio izquierdo, con fractura del primero de dichos huesos.

(El Noticiero Sevillano 08/09/1917)

Pero ¿qué hacían los gobernantes municipales para frenar las quejas que recibían de los ciudadanos? La medida más apropiada era la de instruir a los vigilantes que estuviesen alerta para frenar e impedir el apropiarse de los espacios públicos.

Las primeras medidas intentaron ser efectivas, en cuanto que despojar del principal elemento del juego a los jugadores les frustrarían de modo que tuviesen que dedicar sus esfuerzos a otros menesteres. Los guardias sevillanos eran implacables.

En dos días han recogido los guardias del Municipio más de cincuenta pelotas a los futbolistas callejeros. Como muchos papás de los futbolistas se han presentado en la Comandancia a solicitar les sea entregada la pelota de su nene, se advierte a todos que los balones se rompen inmediatamente.

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Por la lista que lleva la Comandancia sabemos que en cuatro meses se han decomisado unas quinientas pelotas. ¡Oh, la afición al fútbol!

(El Liberal, Sevilla 20/01/1923)

 

Y no solo ocurría en Sevilla. En toda España se daba el mismo problema. Y claro, llegaba un momento en el que la presión y los nervios ante la masiva cantidad de jugadores aficionados y las órdenes a cumplir podían sacar de quicio al más templado.

 

Un guardia enemigo del fútbol

En la carretera de Orihuela se encontraban varios pequeños jugando al fútbol y el guardia municipal Antonio Montoya, que no debe ser muy amigo del deporte, quitó el balón a los jugadores. Un transeúnte que por allí pasaba, hizo notar al guardia que los pequeños no hacían daño a nadie con el juego y le rogó que les devolviera el balón. El guardia, lejos de acceder, sacó su revólver y encañonó al transeúnte.

     (El Liberal, Sevilla 04/01/1925)

No hubo que lamentar desgracia alguna, si acaso la del propio guardia que al enterarse el alcalde de lo sucedido lo dejó cesante, al demostrarse que Antonio Montoya estaba embriagado.

En otras ocasiones eran los vecinos afectados los que se alteraban a causa de los incesantes gritos, patadas y balonazos a las paredes de las casas provocados por pandillas de jóvenes futbolistas.

En la Alameda de Hércules jugaban a la pelota varios muchachos. Para evitar que le estropearan la fachada, salió el vecino Antonio Chacón, quién amenazó a los chicos con un ladrillo. En aquel momento pasó por dicho lugar el oficial de Infantería retirado don José Oliver Castillo, quién afeó la conducta del que trataba de agredir a los chicos. Se agarraron palabras, forcejearon después y, por último, el señor Chacón arrojó el ladrillo sobre el señor Oliver. Este sacó una pistola y se hizo fuerte.

     Ambos señores fueron llevados a comisaria cuando se presentaron algunos guardias a imponer templanza, quedando la cosa en una mera discusión, pues la ley afirmaba que el dueño de la pistola tiene perfecto derecho a usarla, lo que ocurre es que la noticia llegó al reporter tan abultada que ya hablaban de disparos y atentados a los guardias.

(El Liberal, Sevilla 05/03/1931)

 

A mediados de los años 20 del siglo pasado, las medidas restrictivas contra el fútbol callejero se recrudecieron en un vano intento de impedir que este deporte, que estaba alcanzando cotas tan altas que incluso desbancaba a los toros en popularidad, pudiese ser controlado.

Como ustedes saben, ahora con eso de que está de moda el fútbol, para trasladarse de un lado a otro hay que ir en landó cerrado*, comprarse una escafandra o ir en aeroplano, procurando que el aparato ‘’tome mucho vuelo’’ pues de lo contrario ¡¡paff!! le ponen a usted la nariz, que ríase (ríase usted ¿qué trabajo le cuesta?), como una bizcotela.

(*) Carruaje                                                         

(El Correo de Andalucía 16/01/1924)

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Futbolista preso

Como los futbolistas callejeros no quieren hacer caso, ha empezado a cumplirse la orden de detener a todo futbolista, sea del equipo que sea, que juegue en la vía pública.’’

Ayer quedó detenido el zaguero Antonio Peñalosa Carvajal, de catorce años, que baloneaba con otros en la vía pública. No se respeta edad, ni tamaño de balón, ni clase del mismo.

El que se coja en la calle regateando va para la casilla*, sin que pueda evitarlo el portero.

(*) Cuartelillo, comisaría

     (El Liberal, Sevilla 17/02/1923)

La guerra sin cuartel entre jóvenes futbolistas y la guardia municipal sevillana era una constante. Guardias que a su vez tendrían hijos a los que no sabrían como impedir que actuasen como todos los chiquillos de la ciudad, y por eso, el caso del guardia de Orihuela podría ser más o menos aislado, pues la paciencia de estos probos empleados públicos era puesta a prueba constantemente.

Los guardias municipales están de futbol hasta la punta de los pelos

El guardia municipal Juan Fernández Cornelio ve a unos niños jugando a «goal» en la calle Procurador

-Niños, al Prado, ¿se queréis ir al Prado?...

Y los niños, después de intentar tomarle el pelo a Cornelio (intentar ¿eh?, que una cosa es amagar y otra dar) salen de «pira» y dejan abandonado el balón, el que pacientemente coge Cornelio y lo deposita en la Comandancia.

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Unos niños dale que le dan a la pelotita en la calle Manuel Carriedo* . El guardia José Cerreto que los ve…

-Niños, ¿ustedes saben que son las ocho y media?¿Para ustedes no rigen las ocho horas?

Y los niños, en lugar de obedecer a Cerreto, le ponen ‘’verde, morao y con alcaparrones’’. Y Cerreto que le echa el guante a uno de los nenes, a Miguelito Miranda, y se lo lleva a la Comisaría para que en el calabozo siga ‘’peloteando’’.

 (*) Actualmente San Jacinto

     (El Correo de Andalucía 16/01/1924)

 

Lamentablemente, algunos guardias, imbuidos de un exceso de autoridad, llegaban a desmedirse en extremo con actitudes severamente reprobadas.

Se han personado a nuestra redacción numerosas personas, testigos presentes del hecho, para protestar de la conducta del guardia de Seguridad número 91, el cual, estando de servicio en el Prado de San Sebastián, en uno de los campos de «football», golpeó violentamente con una goma de trasegar vino a varios niños, entre ellos el de once años llamado Luis Galván Peñuelas, que vive en la calle Pelay Correa 9, causándole lesiones  de importancia en el ojo izquierdo y cabeza, teniendo que recibir asistencia facultativa en la casa de socorro del Prado.

Nosotros por nuestra parte protestamos enérgicamente  de este atropello cometido contra un pobre niño, cuyo estado nos inspiró verdadera lástima y esperamos que las autoridades superiores, una vez averiguada la verdad de lo ocurrido, impongan al guardia 91 un severo correctivo, haciéndole ver que no es su misión la de golpear violentamente a inocentes criaturas.

(El Liberal, Sevilla 03/01/1916)

La lucha de los guardias contra el fútbol callejero tuvo un claro ganador. En cualquier barrio que hubiese niños, el fútbol se abría camino por encima de sus detractores.

El fútbol callejero tiene sus campeonatos y sus asociaciones, que no sabemos si pasarán a la historia del británico deporte. Los cronistas deportivos no serán veraces si en sus comentarios no recogen las gestas balompédicas del «Alpargata F.C.» y del «Zurrapa Club», eternos rivales como el Sevilla y el Balompié. ¡Que también la gente menuda tiene su corazoncito!

(El Liberal, Sevilla 25/02/1925)

También en esta guerra hubo víctimas colaterales, la más afectada, la fiesta de los toros, que poco a poco cedió gran parte de su terreno cultural a las nuevas modas.

En la revista Buen Humor de Madrid, decían en 1925.

De algún tiempo a esta parte, los rotativos conceden espacio extraordinario a los deportes en general, singularmente al fútbol; aumenta el número de clubs; se construyen espléndidos campos para miles de espectadores; se venden como pan bendito una porción de revistas deportivas…, y los chiquillos en las calles han decidido sustituir la imitación de la media verónica belmontina por un chut contra cualquier portería…..

Eso de que los chavales jueguen ya al toro…, se lo cuentan ustedes a cualquier guardia. Hoy se descosen por el balón, y algunos ¡hasta se descalzan!

     (Buen Humor, Madrid 07/10/1923)

Enrique Fajardo Fernández, que firmaba con el seudónimo Fabián Vidal, era uno de los periodistas más importantes de la época, y en uno de sus innumerables artículos en La Voz de Madrid comentaba con un amigo al contemplar a unos niños jugando en la calle.

De la nueva afición

-¿A qué juegan esos muchachos?

-Al balompié

-¿Al balompié? ¡Ah! ¡Vamos! ¡Jugar con los pies a la pelota!...¡Qué absurdo!...Permítame que evoque mi visita de hace ocho años a esta misma plazuela. Entonces había igualmente chiquillos que jugaban. Ahora serán hombres. Pero recuerdo perfectamente que jugaban al toro. Uno de ellos oprimía contra su cabeza una tabla prolongada por dos cuernos temibles. Otro lucía una montera. Era el matador. Un tercero montaba sobre un colega rechoncho. Era el picador…

(La Voz, Madrid 09/04/1923)

    

Con el paso del tiempo, este cambio en las costumbres infantiles se hizo patente con muchas de las actividades de ocio de niños y niñas.

Hasta Paco Palacios ‘’el Pali’’ , el Trovador de Sevilla, lo dejó escrito en una de sus sevillanas: ¡Ay! Las Plazuelas

Ya no se ve en la plazuela

Los niños jugando al toro

Ni tu hermanilla y la mía

Jugándole al diábolo

Qué tiempo, qué tiempos aquellos

Recordarlo causa pena

Todo ha muerto, todo ha muerto

Como murió la Alameda

miércoles, 16 de octubre de 2024

CINDY 2024


Por José Arjona - @ArjonaDeMiguel

La maravillosa París inauguró los Juegos Olímpicos de 2024 dejando a los espectadores estupefactos con su pebetero en forma de globo aerostático, situado en el Jardín de las Tullerías. Diseñado por Mathieu Lehanneur, que lo describió como: “un faro en la noche, y un sol al alcance durante el día.” Ese pebetero en la ciudad de la luz, se elevaba majestuoso cada noche. No solo resultó un extraordinario espectáculo visual; también se mostraba al mundo como icono del desarrollo sostenible viéndole arder gracias a la pulverización de agua entre sistemas de iluminación LED, demostrando así, que la ecología y la innovación tecnológica pueden caminar juntas. Quién sabe si, de mantenerse el pebetero, se incorporará como nuevo referente turístico parisino.

Como en todos los Juegos Olímpicos celebrados, se han oído y leído críticas consecuentes a un acontecimiento de tal magnitud. En esta ocasión, el uso deportivo del contaminado río Sena, junto a las características del mobiliario de la Villa Olímpica llenaron portadas.

Ciñéndonos a lo deportivo, deja en el recuerdo los esplendores del nadador francés Léon Marchand; del pertiguista sueco Armand Duplantis; de la leyenda cubana en grecorromana Mijaín López; del baloncestista estadounidense Kevin Durant; o de la velocista Julien Alfred al conseguir las dos primeras medallas (oro y plata) de la historia, del país caribeño Santa Lucía –desconocido para mí– que en 1511 era de dominio español, según anotaciones del cartógrafo Juan de la Cosa.

Tampoco faltaron vehementes debates sobre si la boxeadora argelina Imane Khelif era hombre o mujer; los irónicos comentarios sobre el peculiar estilo del tirador con pistola turco Yusuf Dikec; la invasión del terreno en el Marruecos / Argentina tras el gol marcado en los últimos segundos y que sería anulado por el VAR ... ¡hora y media después!; o ... ¿cómo olvidar la emoción de Simone Biles; el llanto ganador de Novak Djokovic; o el grito desgarrador de la grandísima Carolina Marín?

A lo vivido se le sumó el histórico oro de nuestro apreciado canterano Juanlu Sánchez, con su activa participación en el logro de la Selección Olímpica de Fútbol.

Los Juegos Olímpicos suelen vivirse cargados de gran emotividad que lo hacen diferente a cualquier competición deportiva mundial. Rebusca entre los sueños de los atletas y la pasión de los espectadores. También, sorprendentes alegrías y enormes decepciones lo conforman. En esta edición más de 12.000 atletas han participado representando a 206 comités olímpicos nacionales. Por primera vez en sus celebraciones han participado similar número de mujeres y hombres.

Entre los 206 comités olímpicos participó uno que, aunque ya lo hizo en Río 2016 y Tokio 2021, debutó en París con bandera oficial: el Equipo Olímpico de Refugiados (EOR).

A la bandera de los Juegos Olímpicos creada por Pierre de Coubertin –la de los cinco anillos entrelazados de colores azul, negro, rojo, amarillo y verde, sobre fondo blanco, simbolizando la unión de los cinco continentes–, le han añadido en la parte superior un corazón rodeado de 24 flechas dirigidas hacia este, expresando las distintas rutas del deportista refugiado para poder volver a su país natal. Si algún atleta del EOR hubiera logrado una medalla de oro, el himno interpretado en su honor hubiera sido el olímpico.

Desde 1950, la Agencia de la Organización de Naciones Unidades para los Refugiados (ACNUR) trata de responder a situaciones de emergencia en países de distintos continentes, trabajando por mantener a salvo a las personas desplazadas obligadas a dejar sus hogares. ACNUR brinda protección vital y asistencial a personas desarraigadas, en su mayoría por guerras o persecuciones por causas múltiples.

La horrible situación que se vive en muchas partes del mundo no abre la esperanza a que esta mejore. En la actualidad, casi 120 millones de personas están desplazadas de manera forzosa.

Para que un atleta participe con el EOR debe obtener la marca mínima exigida en la prueba; tal como se le pediría a cualquier comité olímpico nacional. ACNUR realiza la selección con el apoyo de la Fundación del Comité Olímpico Internacional (COI), mediante “Becas para Atletas Refugiados”. En Paris, el EOR lo han formado 36 atletas (23 hombres y 13 mujeres) de 11 países.

Entre esos 36 atletas ha competido una mujer cuyo nombre quedará grabado en la historia del Olimpismo, al ganar la primera medalla –bronce en boxeo femenino, categoría peso mediano (75 kg)– para el Equipo Olímpico de Refugiados: Cindy Ngamba.

Nació el 7 de septiembre de 1998 en Duala (Camerún) donde pasó la infancia junto a su madre. Una niña rebosante de energía que prefería jugar con los niños pese al descontento de su madre que finalmente comprendería que, la felicidad de su hija era más importante que someterla a las tradiciones ancestrales de su país.

Su vida cambiaría a los diez años al enviarla su madre a Manchester, junto a Kennet, su hermano, para reunirse en Bolton con su padre y hermanastros. Desde entonces, ha vivido un difícil camino superando obstáculos de todo tipo.

No hablaba inglés, por lo que tuvo que asistir dos años a la escuela de idiomas antes de poder incorporarse al colegio. Padeció un férreo control disciplinario de su padre que no le permitía, por ejemplo, expresarse entre ellos en francés, su idioma natal.

Con el inglés no avanzaba bien, lo que influía, sumado a su sobrepeso, al intenso bullying que padecía en la escuela. “Era una niña triste, callada y reservada, que intentaba superar cada día como podía. Sin mi madre, todo me era más difícil. Tenía una edad delicada para una chica; desconocía incluso productos habituales para el aseo personal”. Debía superar los problemas. Era una migrante en riesgo permanente de deportación.

Encontraría, gracias a sus profesoras de educación física, el apoyo que no recibía en casa. Vieron en el deporte un buen modo de integración. Se le daba bien el críquet y aún mejor el fútbol. Su etapa en Duala, donde jugaba con pelotas de trapo, le había marcado.

“Tenía 15 años cuando mi hermano me dio un folleto de un club local y empecé allí a jugar al fútbol después del colegio. Un día, después de entrenar, salieron de una sala varios chicos. Fui a echar un vistazo, abrí la puerta discretamente y me encontré con un club de boxeo. Estaba lleno de chicos golpeando sacos. Ese día cambió mi vida; me enamoré del boxeo.”

Cindy acapararía todas las miradas el primer día en el Elite Boxing de Bolton: “Nunca habían visto a una chica en el club”. Mientras los chicos cogían los guantes, ella no paraba de saltar a la comba, o hacer flexiones y ejercicios cardiovasculares; dos horas, un día tras otro. Su entrenador, Dave Langhorn, no confiaba en ella ni en el boxeo femenino. Esperaba que se cansara y abandonara; pero no fue así. Pasado un año, consiguió un físico adecuado que posibilitó que le dejasen por fin ponerse los guantes.

En 2015, con 17 años, mientras asistía junto a su hermano a una cita periódica en la oficina de migración de Manchester, la policía les detuvo, esposó y llevó en camioneta hasta Londres a distintos centros de internamiento. La deportación a Camerún parecía inminente. Sería liberada 48 horas después, según parece, por gestiones que realizó un tío suyo desde Francia. Respiraba, volvía a su normalidad. Aunque la situación continuaba igual de precaria, se esforzó aún más en el desempeño deportivo y académico, mientras ingresaba algunas libras limpiando casas o bares.

Conseguiría en 2019 el campeonato nacional amateur del Reino Unido en la categoría de Peso Semipesado (81kg). Sin pasaporte no podía competir internacionalmente, lo que le provocó una gran depresión. Seguiría haciéndolo exclusivamente en Inglaterra. En 2022 ganaría dos títulos más, en Peso Medio (75kg) y Welter (69kg). Nadie había conseguido títulos bajando de categorías. Admirada en el ambiente boxístico amateur pero conscientes del riesgo de su deportación.

Su entorno sabía de su orientación sexual. Y que, de ser deportada, no podría boxear y sería castigada por ser lesbiana. Camerún no era lugar seguro para Cindy. Derechos Humanos constata la persecución existente allí a las personas LGBTQ+ al considerarlas personas enfermas que cometen actos ilegales. Deben convivir con el hostigamiento, la expulsión de la comunidad, y amenazas de cárcel o muerte.

Conocedores de su excelente capacidad deportiva y personal, y de que seguía sin obtener el estatus de refugiada o la ciudadanía británica, el club amateur Great Britain Boxing y el England Boxing presentarían su causa para conocimiento de ACNUR. Meses después le concederían el estatus por razón de sexualidad, lo que le permitiría competir con el EOR.

Su participación en el preolímpico de boxeo celebrado en Busto Arzisio (Italia) el pasado mayo, formando parte del equipo del EOR, la convirtió en la primera boxeadora refugiada en asegurar su presencia en los Juegos Olímpicos. Como consecuencia del éxito fue elegida una de las abanderadas del equipo.

“El boxeo es mi familia, mi mejor amigo, mi hermano, mi compañero. En el ring estás sola, no te puedes esconder. Tienes que ser tu misma”.

En el histórico combate disputado el 8 de agosto en la “Philippe Chatrier” de Roland Garros, contó con el apoyo entusiasta de espectadores impresionados por su historia de vida. No logró la victoria, lo que le hubiese supuesto pelear por el oro o la plata. La derrota ante la panameña Atheyna Bylon le supuso de inmediato la medalla de bronce. Nunca un tercer puesto supo tanto a victoria.

La mujer que acaba de convertirse en la primera atleta refugiada en ganar una medalla olímpica tiene, además de la medalla, la licenciatura en criminología de la Universidad de Bolton, y la ilusión de colaborar profesionalmente algún día con la policía. La gesta no sólo simboliza su capacidad de superación, también la de todos los que luchan por un futuro digno. “Solo espero que mi historia y mi viaje sean de alguna manera inspiradores, no solo para otros refugiados, sino también para que otras personas sepan que tienen la oportunidad de lograr cosas increíbles”.

Cindy consigue la medalla en época de creciente sentimiento contra la migración en muchos países. “Soy mujer; mujer negra; africana y refugiada; pero solo soy un ser humano. Nunca se debe mirar a alguien por ser refugiado o migrante; debe hacerse por lo que es”.


Au revoir, Paris 2024.

Wellcome, Los Ángeles 2028.



viernes, 11 de octubre de 2024

LA INCORPORACIÓN AL FÚTBOL DE LA CLASE TRABAJADORA

Por José Melero - @JMelero1


Del reducido y elitista grupo de sportmen que habían comenzado a jugar al fútbol en centros urbanos como Barcelona, Bilbao, Madrid, San Sebastián o Sevilla a finales del siglo XIX, buscando sin mayores pretensiones el entretenimiento que ofrecía una moderna y sana diversión, se pasará en pocas décadas a descubrir un deporte que desde la segunda mitad de los años veinte, y sobre todo coincidiendo con el inicio de la II República en 1931, conseguirá insertarse plenamente en el tejido social de los principales núcleos urbanos, convirtiéndose en el referente del deporte espectáculo y en una de las principales actividades de ocio y entretenimiento de las clases populares. 

Como decimos, en un principio los sectores más distinguidos de la sociedad comienzan a incorporarse a la práctica de un deporte que había llegado a España a través de un buen número de trabajadores cualificados de otros países (principalmente ingleses) que habían llegado a España por motivos profesionales.

Lentamente el fútbol se fue mercantilizando y con la creación de la Real Federación Española de Fútbol y la posterior legalización del profesionalismo y la creación en la temporada 1928/1929 del Campeonato Nacional de Liga, dio pie a la incorporación de las clases populares y a convertir el fútbol en espectáculo de masas.

Fue en los años veinte cuando el fútbol en nuestro país comienza a adquirir unos valores que iban más allá de los propiamente deportivos y que generarían una identidad local, regional y nacional que arrastró a las clases trabajadoras, que veían como el triunfo de sus equipos suponían el triunfo de sus respectivas ciudades o regiones.

Esta incorporación proletaria al fútbol se debió principalmente a tres factores: la reducción progresiva de la jornada laboral, el éxodo rural a las grandes ciudades y por consiguiente el aumento demográfico de estas y el mayor poder adquisitivo de una clase trabajadora que se veía necesitada de llenar de contenido un nuevo tiempo de ocio.

En nuestra ciudad la Exposición Iberoamericana fue el motor de esa explosión demográfica de la que hablamos. La necesidad de mano de obra en sectores como la construcción y servicios motivó un éxodo rural que representó un aumento de población en la ciudad que hizo alcanzar la suma de 228.729 habitantes, con unos crecimientos relativos del 11´29 por cien.

Para dar cabida a este nuevo público de condición humilde y trabajadora, los clubes llevaron a cabo una política de abaratamiento de entradas y abonos que posibilitaron la incorporación masiva de unos aficionados que mostraron sus preferencias por el fútbol antes que por otras ofertas de ocio como el teatro o el cine.

En nuestra región el Sevilla FC fue pionero en estas políticas y en la primera mitad de la década de los treinta y ante la necesidad de aumentar los ingresos económicos, posibilitó la entrada a su recién construido campo de Nervión de un público con un menor poder adquisitivo, gracias a unos precios populares. 

Con la llegada de la II República y en cuanto a la práctica, el futbol sería una actividad que lograría extenderse entre los jóvenes trabajadores a través de la constitución de un buen número de equipos de barrios, comercios y empresas, consiguiendo integrarse en el tejido urbano en el que se ubicaban.

Otro factor importante que posibilitaría que las grandes masas populares se incorporarán al fútbol, fue la proliferación en los principales periódicos de información general de contenido futbolístico. La clase trabajadora demandaba un mayor contenido sobre futbol, un deseo acorde con el boom futbolístico del momento.

Tomando como ejemplo el caso del Sevilla FC , las continuas obras de remodelación del campo del Reina Victoria, con la construcción de nuevas gradas, mostraban como las clases populares iban cobrando protagonismo dentro de su masa social, un protagonismo que culminó con la construcción en 1928 del campo de Nervión, situado en una zona más cercana al centro de la ciudad y que provocaría que la media de espectadores aumentase en un nuevo recinto más amplio y que presentaba nuevas comodidades para un público proletario que veía en jugadores como Kinké, Brand o el mítico Eizaguirre unos nuevos héroes deportivos a los que la prensa se encargaba de encumbrar.

En definitiva, el proceso que había quedado definido durante los años veinte quedaría confirmado en la primera mitad de la década de los treinta, así, la clase obrera constituía la base en la que se sostenían los clubes más importantes en los núcleos urbanos de las principales ciudades del país.




lunes, 9 de septiembre de 2024

¿POR QUÉ SOY SEVILLISTA?

Por Juan Castro Prieto

Todos los aficionados y seguidores del deporte tienen fórmulas, recuerdos que le llevan a su infancia, porque se hicieron de uno o de otro equipo. El abuelo siempre ha sido un referente, la voz cariñosa de su abuelo le recordaba su pasado, la mano firme de su padre llevándole al estadio, por la avenida, o la voz cálida de su madre festejando el triunfo de su equipo. Cualquier cosa de estas le hacen volver a la infancia y le hacen hacerse de un determinado club, especialmente cuando es de fútbol.

En mi caso mi relación directa con el fútbol vino a raíz de que mi familia se trasladó de trabajar en un Cortijo en la Campiña sevillana, al Aljarafe. En aquella hacienda había prácticamente de todo, era un complejo autosuficiente, había una antigua herrería que servía para herrar los caballos, arreglar los motores, en  definitiva para gobernar  todos los elementos metálicos. Por otra parte había también una carpintería, era una nave enorme, o a mí me lo parecía, ya prácticamente fuera de la hacienda. Era de ladrillo visto, ese ladrillo de aparejo flamenco que sostenía una enorme cercha de madera, que a su vez soportaba una cubierta de tejas árabes. En esa carpintería se arreglaban los rodrigones para aguantar las cepas, también los apoyos para los olivos, el arreglo de escaleras y en mi caso, el carpintero llamado Manolito me construía juguetes de madera que yo disfrutaba en aquellos primeros años infantiles.

Por circunstancias, yo había perdido a mis abuelos muy jóvenes y Manolito suplió esa ausencia con su cariño y afecto, con lo cual se me hacía muy agradable ir a hablar o a charlar con él a la carpintería.

Cuando tenía unos 10 años, Manolito un día estaba leyendo un periódico llamado La Hoja del Lunes, donde venía sobre todo información deportiva. Al volver del colegio él me leía los relatos del periódico. Uno de estos días le pregunté qué decía en aquel periódico y él me contestó que era el relato de un partido de fútbol. En ese partido de fútbol había un jugador llamado Campanal. Para mí ese nombre fue muy sonoro, era como el nombre de un gladiador o de un luchador. Me dijo que este hombre, Campanal, había dado un salto tan potente que había llegado hasta el larguero de la portería quedándose colgado mientras había rematado la pelota. A mí aquello se me quedó grabado, fue como un hecho heroico, un hecho portentoso. Manolito se dio cuenta que había despertado mi interés, por ello a la semana siguiente cuando volví a coincidir con él en la carpintería, me volvió a contar una hazaña de dicho Campanal. Dijo que había corrido más que nadie y que había salvado varios goles. Esto me hizo tener un interés especial por aquel personaje. Manolito se dio cuenta y todos los lunes me contaba alguna narración de aquel portento físico al que llamaban Campanal.

Al poco tiempo me enteré que este jugador era del Sevilla FC, con lo cual empezó a atraerme la figura de aquel equipo de fútbol y me sentí parte de esas heroicas batallas que libraba el famoso jugador y sus compañeros de equipo.

Yo volvía corriendo de los “Maristas” hacía mi casa y a veces ni siquiera me pasaba por ella, directamente me iba a la carpintería a esperar el relato que aquel día me guardaba el anciano carpintero. Pasado algún tiempo le conté a mi madre las hazañas que Manolito me leía en aquel periódico. Mi madre agachó la cabeza, sonrió y me dijo de una manera suave que Manolito no sabía leer. En aquel momento me quedé sorprendido pero desde luego ya mi héroe no era Campanal, mi héroe era Manolito, Manolito que había pretendido hacer feliz mi infancia, una infancia en una hacienda donde iban pocos niños y mucha gente mayor. Desde entonces Manolito fue mi auténtico héroe. Por ello ya de mayor, cuando voy al campo del Sevilla siempre es un recuerdo de infancia, de olor a serrín de madera, de voz grave y cálida, es el recuerdo de una infancia feliz, por ello soy sevillista.


miércoles, 4 de septiembre de 2024

JOSÉ GARCÍA CASTRO "PEPILLO"

 Por Jose Luis Herrera @Lpepeele



José García Castro, conocido futbolísticamente como Pepillo (Melilla, España, 10 de junio de 1934 - 2003), fue un futbolista español. Jugaba de delantero y su primer equipo en Primera División fue el Sevilla FC.

También era conocido como Pepillo II, para diferenciarlo del que también fuera jugador del Sevilla FC entre 1939 y 1945, José Díaz Payán, también conocido como Pepillo. Lo ficha el Sevilla FC en la temporada 1953-54, jugó seis temporadas,  cinco  en el Viejo Nervión y una en el Sanchez-Pizjuán. Con el equipo banquirrojo consiguió el subcampeonato de la Liga la temporada 1956-57 y el de Copa en 1955. Ganó tres trofeos Carranza consecutivos, en 1955, 1956 y 1957, y el Trofeo Teresa Herrera en 1954; también disputó la Copa de Europa de 1958.

Ha sido el delantero centro mas rápido, con mejor regate, además, remataba de cabeza maravillosamente. Con solo un movimiento de cintura se deshacía de los rivales, ríanse ustedes de las bicicletas de Denilson, Robiño, o Cristiano. El que mejor las ha hecho hasta el día de hoy, ha sido Pepillo "el melillense" y que decir de las chilenas las hacía como nadie pegándole al balón en lo mas alto. Un prodigio de arte, pero ARTE con mayúsculas.

Disfruten de la galería de imágenes que les proponemos.












lunes, 26 de agosto de 2024

LA COPA DEL 35

Por José Melero - @JMelero1 

Un buen día el Sevilla F.C. empezó a ganar. Conquistó un Campeonato de Andalucía, y otro, y otro. Los jugadores no pararon de brindarles triunfos al sevillismo, hasta que desde la capital de España, la prensa madrileña bautizó al equipo blanquirrojo con el sobrenombre de ´´el eterno campeón andaluz´´. El club había adquirido eso que los sesudos cronistas deportivos llaman hoy día ´´cultura ganadora´´. 

Cada título regional te daba derecho a participar en el Campeonato de España, que durante mucho tiempo, incluso con la creación del Campeonato Nacional de Liga en 1929, era el torneo de mayor prestigio y por el que los grandes clubes en España litigaban y se esforzaban de una manera bárbara para conseguir llevar el trofeo a sus vitrinas.

Al Sevilla F.C. este campeonato se le atragantaba. Una y otra vez se quedaba sin opciones de conseguir el título, que se le escapaba como el agua entre los dedos. Temporada tras temporada buscaba con una manera de jugar única alcanzar a través de la Copa el cielo futbolístico. Pero como Sísifo, aquel personaje mitológico condenado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada y que antes de alcanzar la cima, la piedra siempre rodaba hacia abajo, y tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez. Ese era el panorama del equipo sevillista en los años veinte y principio de los treinta en el Campeonato de España. 

Pero aquella pared que le separaba del anhelado trofeo copero iba a ser derribada en el verano de 1935, en plena II República. Con una Sevilla que en aquel año por primera vez superaba el cuarto de millón de habitantes. Una Sevilla donde más de la mitad de su población había nacido fuera de la ciudad (53%) y donde la paz social parecía imposible de alcanzar, y más en medio de una crisis económica como la que se abatió en la ciudad en 1929. 

En aquel contexto el futbol suponía una vía de escape para los sevillanos y la clasificación para la final a jugar en Madrid en el estadio de Chamartín, supuso una alegría inmensa para una afición que un año antes había celebrado el ansiado ascenso a Primera División.

El rival en aquella final el Centre d'Esports Sabadell, el escenario el estadio de Chamartín y el arbitraje corrió a cargo del reputado arbitro, Pedro Escartín. La recaudación del encuentro no fue muy boyante (75.000 pesetas), debido a un público madrileño que a causa de los altos precios de las entradas, al fuerte calor reinante aquel 30 de junio a las cinco y media de la tarde y a la ausencia de equipos madrileños en aquella final, se retuvo de acudir en masa al estadio. 

Antes de la gran final se celebró la final amateur, entre el Sevilla FC y el Ciosvin de Vigo, con victoria sevillista por seis goles a uno, haciéndole entrega el presidente de la República Niceto Alcalá Zamora al capitán sevillista Huerta, del trofeo que le otorgaba el título de campeón, entre vítores y vivas a la República de los aficionados presentes, incluidos los cinco mil sevillistas que se habían desplazados desde la capital andaluza y que eran mayoría frente a los aficionados catalanes que acudieron en escaso número, debido a que se había anulado a última hora el viaje de un tren especial que debía traerles hasta la capital de España. 

Hicieron bien los aficionados sevillistas en desplazarse a Madrid, a pesar de las dificultades propias de la época, porque hasta esa fecha, pocas veces necesitó más el equipo que lleva el nombre de la ciudad, del aliento de los suyos, en un campo que no fue neutral, debido a la desafección que sentían los aficionados madrileños hacia el Sevilla FC, motivada por la eliminación que llevó a cabo el conjunto andaluz de los dos principales equipos de la capital en eliminatorias anteriores. 

El Sevilla saltó al césped de Chamartín seis minutos antes y los pitos y los aplausos se confundieron. En las tribunas aparecieron un buen número de pancartas y banderas alusivas al equipo andaluz. Al salir los catalanes al campo fue acogido con más aplausos que su rival. 

No paró ahí la desafección de los aficionados madrileños hacia el Sevilla. Las jugadas de los catalanes eran coreadas con entusiasmo; las del equipo blanco pasaban con el único subrayado de los miles de aficionados sevillistas desplazados.

El primer tiempo se mantuvo nivelado. Hasta que el Sevilla se decidió a emplearse a fondo y atacó con brío, produciéndose la jugada que originó un penalti que malogró Euskalduna. A los treinta y ocho minutos se produjo el primer gol del Sevilla, a cargo de Campanal, que aprovechó una salida fallida del meta catalán Masip. El gol produjo una explosión de júbilo de los aficionados sevillistas. Al poco, un centro templado de Bracero lo empalma Torrontegui, dando la pelota en el palo. La afición sevillista formaba una tremenda algarabía y comienza a tocar palmas por tango. 

En el segundo tiempo se volvieron a repetir los silbidos contra el Sevilla por parte de los aficionados madrileños. Pero todo se acabó cuando el Sevilla marcó el segundo gol, obra de nuevo de Campanal, en el minuto treinta y uno de esta segunda parte y las banderas blanquirrojas volvieron a aparecer. Alguien lanzó al aire la letra de las viejas sevillanas que empiezan: ´´Viva Sevilla y olé, viva Triana´´, popularizadas por la artista Imperio Argentina y que los sevillistas hicieron como propias y que fueron utilizadas como grito de guerra por los de Nervión. De pronto los miles de sevillistas presentes en el estadio, a voz en grito corearon el cante acompañándolo con palmas al son de las conocidas sevillanas. Se acabó la ojeriza madrileña. Ya estaba dibujado con firme trazo el nombre del campeón de España de 1935. Y cuando Bracero marcaba a tres minutos de cumplirse el tiempo reglamentario el tercer y definitivo gol, el público sevillista se alzó frenético y las ovaciones y gritos fueron algo indescriptible. 

Cuando se pitó el final del partido los aficionados se lanzaron al campo y surgió el viejo grito de:´´¡Alirón, alirón, el Sevilla es campeón!´´. Escudos del Sevilla exhibiéndose con orgullo, ovaciones, y vivas al nuevo campeón de España, que se acentuaron cuando el jefe de Estado hizo entrega de la Copa al capitán sevillista Guillermo Eizaguirre, legendario guardameta internacional al que la prensa señalaba como un verdadero ´´as europeo´´. 

Para la historia quedó esta alineación sevillista que conquistaba por primera vez una Copa que se le resistía y que supuso el primer título sevillista a nivel nacional:

Eizaguirre; Euskalduna, Deva; Alcázar, Segura, Fede; López, Torrontegui, Campanal, Tache y Bracero. 

Tras el partido la Federación española dio el tradicional banquete en honor de los dos finalistas en el Hotel Ritz, mientras el sevillismo desplazado retornaba a la capital de Andalucía a bordo de trenes y autocares que llegaron a Sevilla el día 1 de julio, desbordando la ciudad de alegría y entusiasmo y exhibiendo banderas y pancartas con los colores del Sevilla FC. 

Ese mismo lunes 1 de julio partieron desde la capital de la República los dos autocares con los equipos sevillistas, el primer equipo y el equipo amateur, haciendo noche, uno en Manzanares y el otro en Valdepeñas. En Manzanares se les obsequió a los jugadores, por el Gobernador Civil de la provincia, con un vino de honor. El día 2 prosiguió la marcha triunfal hacia Sevilla, deteniéndose en muchos pueblos, con agasajos llenos de entusiasmo de los lugareños. En Écija, se les invitó a un magnífico “lunch” y en Carmona, los campeones de España fueron paseados a hombros de los aficionados de la localidad. 

Y como toda gran victoria exige una gran celebración. Exige un gran festejo. Exige lo que se iba a dar en las calles de Sevilla. Porque el Sevilla Futbol Club, los campeones de España, se iban a dar un baño de masas en la capital de Andalucía, en un día de fiesta que iba a tener su colofón en la Plaza Nueva.

La llegada del equipo sevillista a la ciudad fue acogida con una atronadora ovación y vítores que exaltaban a unos jugadores que eran liderados por su capitán Guillermo Eizaguirre, el cual llevaba la copa de campeón de España en sus manos.

Seguidamente, se organizó la comitiva. Esperaban a los jugadores tres coches adornados con flores y tirados por hermosos caballos. En primer lugar, un ´´Peter´´ al que subieron los jugadores del equipo amateur, en el segundo, un espléndido ´´Mail Coach´´, propiedad del expresidente sevillista Carlos Píñar y Pickman, donde subió el equipo profesional, su entrenador Ramón Encinas, el presidente Ramón Sánchez-Pizjuán y demás componentes del club. Finalmente, iba el tercer coche oficial en el que subieron el capitán del equipo amateur Huertas y el entrenador Pepe Brand, además del delegado de Festejos señor Bermudo y el presidente honorario de la Federación Regional Sur de Futbol, Juan López García y el presidente efectivo Antonio Calderón. 

A continuación el cortejo se puso en marcha, acompañados por una sección montada de la Guardia Municipal en traje de media gala, seguidos por la banda de Tomares y por último la banda de música del Hospicio. La multitud se agolpaba en la calle San Fernando y provocaba que los coches avanzaran con dificultad. En una Sevilla que estaba a reventar, y unos jugadores que veían cómo la gente ya se amontonaba desde mucho tiempo antes de que llegaran al centro de la ciudad. Quedaba mucho para llegar al Ayuntamiento, pero daba lo mismo. 

Daba lo mismo que se retrasase todo. Daba lo mismo que aún quedara mucho para que los jugadores salieran a saludar desde el balcón de la Casa Consistorial. No importaba. El sevillismo contaba los minutos, los segundos, para que llegase ese final de fiesta. La celebración solo había hecho empezar. 

La masa de gente una vez llegados a la avenida de La Libertad (hoy av. de La Constitución), vitoreaban y animaban sin cesar, llegando a ofrecer un aspecto imponente entre el trayecto que iba desde la Catedral hasta la Plaza Nueva. 

Una vez llegados a las puertas del Ayuntamiento, la Banda Municipal recibió al equipo campeón con los acordes del pasodoble ´´La Giralda´´, que era considerado como el himno de Andalucía, antes que Blas Infante creara el actual himno andaluz. Una vez dentro del edificio se dirigieron jugadores, directivos y demás personalidades a la Sala Capitular, donde se dio un viva el Sevilla que fue ovacionado de forma entusiasta por los allí reunidos. 

Cuando se hizo el silencio, tomó la palabra el alcalde de Sevilla Isacio Contreras, el cual mostraba su alegría por ser el alcalde cuyo bajo mandato había llegado a la ciudad ese año los tres títulos nacionales: el Campeonato de España profesional y amateur y el Campeonato de Liga ganado dos meses antes por el Betis. 

Posteriormente, tomo la palabra el presidente sevillista Ramón Sánchez-Pizjuán, el cual recordaba la promesa que le hizo al alcalde en la celebración del título bético, al cual fue invitado y donde prometió traer el Campeonato de España en sus dos categorías. Dicho y hecho. 

Una vez terminados los discursos, alcalde y jugadores se dirigieron a los balcones del ayuntamiento, desde donde se dirigieron a los aficionados que abarrotaban la Plaza Nueva. En el centro de la plaza había una gran bandera del Sevilla que mostraba ya de por sí, un aspecto impresionante. A continuación el presidente sevillista Ramón Sánchez-Pizjuán dedicó unas palabras a los aficionados que pedían incesantemente que hablaran unos jugadores que no paraban de saludar a los suyos.

Lentamente, el gentío se fue disolviendo y se puso punto y final a la celebración popular de un título histórico, en un día histórico e inolvidable. 

Al día siguiente, jugadores y directivos volvieron al Ayuntamiento a celebrar un ´´lunch´´ en honor de los campeones, donde fueron recibidos de nuevo por el alcalde y concejales, al cual fue invitado el presidente del otro equipo de la ciudad, Moreno Sevillano y el presidente de la Federación Regional Sur de Futbol. 

Tras la comida tomó la palabra en primer lugar el alcalde, que iba a anunciar un acto para homenajear a las dos aficiones de los equipos de la ciudad. El acto consistiría en una celebración conjunta entre las dos aficiones, a celebrar en la Plaza de España, con un ´´modesto cubierto´´ de por medio, a semejanza de unas celebraciones parecidas llevadas a cabo en otros puntos de España. La idea, tomada bajo la euforia y en pos de la hermandad de sevillistas y béticos no se llevó a cabo, a pesar de haberse anunciado en prensa. A lo más que se llegó fue a un agasajo a los dos equipos llevados a cabo en la fábrica de la Cruzcampo, por la familia Osborne, propietaria de la cervecera, que ya en los años veinte habían sido directivos del equipo bético. 

 Y ese supuso el final de unos días de euforia y alegría en una ciudad convulsa que tornó en fiesta y jolgorio lo que antes era huelgas y protestas ciudadanas. Sevilla se tiñó en aquellas fechas con los colores del Sevilla FC, dejando estampas inolvidables, de lo que fue el primer título sevillista a nivel nacional.

* Gracias a Antonio Ramírez por la información aportada a este texto.

viernes, 23 de agosto de 2024

ES DE BIEN NACIDOS SER AGRADECIDOS


Por GuardianesSFC

Gracias, Manuel Carmona. Gracias, Balmont. Gracias, Zancarrón. Gracias, del Castillo. Gracias chocos del mundo. Gracias, béticos del Universo. Gracias CIHEFE. Gracias a todos los que contribuyeron.

Sin ellos el Sevilla FC nunca habría sido de 1890.

Su contribución ha sido esencial porque han escudriñado, han puesto en duda, han formulado teorías, (esperpénticas, eso sí) que no hacían más que darnos pistas por dónde buscar hasta encontrar. Les animamos solapadamente a que hicieran de abogados del diablo y lo hicieron a la perfección.

En su lucha contra 1890, por pura rivalidad y sin sentido, hubo dos fases bien diferenciadas: la primera fue negar que el de 1890 fuese un club y la segunda, una vez demostrada su acta de constitución, fue negar que tuviese continuidad. Ambas teorías han sido trituradas, defenestradas y pasadas por el rodillo debido a la avalancha de pruebas y documentación aportada.

Dijeron que lo de 1890 era un club inglés que poco tenía que ver con el fútbol, que no era más que un grupo de amigos que decidieron jugar un partido aislado. Se publicó incluso todo un libro desarrollando esta teoría en el que se describian cuestiones accesorias que tenían poco o nulo sentido, dándole al contenido carácter de verdad y de aclaración a los historiadores del Sevilla FC, cuando en realidad, en aquel momento aún no se habá comenzado a decir nada institucionalmente. 

Al poco apareció la única acta de fundación que posee el Sevilla FC datada en 1890. A tomar viento fresco el libro, del que nunca más se supo, incluso parece que desapareció del mapa, el club sevillista se fundó con todas las de la ley.

Dijeron que la carta publicada en el Diario La Provincia de Huelva enviada por el secretario del Sevilla FC invitando al Recreation Club a un partido no aparecía firmada en el diario, pretendían que White firmase periódico por periódico.

Dijeron y siguen diciendo que “Club de Football de Sevilla” no es “Sevilla Football Club” traducido. No haremos más comentarios que no caigan por su propio peso y les hagan hacer el más espantoso de los ridículos.

Dijeron, para intentar difuminar las investigaciones, que el Sevilla Football Club era el origen de todo el fútbol sevillano, no sólo del Sevilla Fútbol Club. Y es cierto, el actual club sevillista es el origen de todo el fútbol sevillano, pero, además, a los béticos no les gustó mucho llamarse así, defenestraron la teoría rápidamente, bastante tuvieron con llamarse “Sevilla” en sus inicios y comenzar vistiendo de blanco. Lo que les faltaba ya era llamarse igual.

Dijeron que el Sevilla FC de 1890 no es el mismo que el de 1905 porque ningún componente del primero aparecía 15 años después. Es muy raro en cualquier equipo del mundo que aparezcan los mismos componentes con 15 años de distancia, esta no sería una excepción, a este tipo de pruebas tuvieron que recurrir.

Pretendieron utilizar el libro de registro de Asociaciones del Gobierno Civil como prueba ineludible, cuando en realidad no tiene carácter fundacional, sólo de información y publicidad a terceros. Fue santo y seña de Carmona y Zancarrón, que nunca pudieron explicar por qué el Real Betis Football Club no estuvo registrado, al igual que el España Balompié, según su propia teoría esos clubes no habrían existido nunca, sin embargo, este último es la base para argumentar que nacieron en 1908. Otra teoría a la basura.

Intentaron abrir una brecha entre 1905 y 1908 argumentando que el club de 1905, (que lo separaban además de 1890) había desaparecido y que el Sevilla FC en realidad se fundó en octubre de 1908, plan maquiavélico donde los haya, si eso es algo que pudiesen comprender o es que les salió así. Cuando se les pone por delante una crónica en la que el Sevilla nombra -renueva en realidad- directiva en junio de 1908; un artículo de La Provincia y de un periódico alemán de 1907 ambos y otro artículo de 1906, donde Huelva pide jugar contra el equipo de Sevilla, hacen como que no existe y siguen la cantinela. Todo así.

A colación del libro de registro de asociaciones, dijeron desde Huelva, (Balmont) que ese club sevillista no existió porque no se registró hasta 1909, sin saber que el edificio que albergaba el libro de registro se quemó en 1906. Pronto se dio cuenta que había metido la pata, el recre no aparecía registrado hasta 1926 y dando pruebas clarísimas de sus sucesivas desapariciones, es decir, él mismo condenaba a muerte el decanato de su club. Inmediatamente tuvo que trabajar para tumbar su propia teoría y reunió pruebas de distintas universidades en las que se probaba que el libro de registro no tiene carácter fundacional. La serie de Benny Hill se quedaba en pañales frente al espectáculo al que asistimos. Al mismo tiempo hundía y enterraba la teoría de Carmona y Zancarrón que se basaba en el libro de registro como documentación fundacional. Con amigos como esos, ¿quién quiere enemigos? Hacían agua por todos lados.

Los auto-zascas no faltaron en estos divertidísimos y apasionantes años de investigación, sobre todo cuando Zancarrón escribió toda una tesis, (con recorte manipulado incluido) en el que intentaba demostrar que fue realmente Miró Trepat, presidente del Sevilla FC entre 1911 y 1913, quien fundó el club sevillista, cuestión que estuvo defendiendo durante muchos meses y además muy serio él. Ocurrió que encontró un escrito en el que José Luis Gallego firmaba como presidente fundador del Sevilla FC y no dudó en defenestrar la teoría de Miró Trepat si con ello tumbaba 1890, donde dije digo, dije Diego y santas pascuas. Pero claro, no calculó que, además de Gallegos, había al menos una decena de personajes que se atribuyeron públicamente la autoría de la fundación sevillista, además mató dos pájaros de un tiro, porque presentó una prueba de que la brecha entre 1905 y 1908 nunca existió, porque en caso de que Gallegos fundase algo como presidente, esto fue en 1905. Se zasqueó a sí mismo y no fue la primera vez.

La implantación de la lectura literal de las pruebas que presentan sin contextualizarlas históricamente, ni la interpretacón correcta del lenguaje del siglo XIX, la falta de profesionalidad y de formación, la omisión de otras pruebas que desmienten lo que presentan, o dar explicaciones peregrinas y absurdas a aquello que no les gusta y les contradice, han hecho el resto. Asímismo, la falta de contraste con otros profesionales, la ausencia del mundo académico, la nula utilización del método científico pues la historia es una ciencia social, o la falta de trabajo en equipo, les restó el mínimo crédito que hayan podido tener en algún momento. Lo de ellos es un relato dirigido a descerebrados que no tienen la mínima formación y odian al Sevilla FC.

Dijeron que Villar se negó en rotundo a admitir la nueva fecha fundacional y que mandó al historiador sevillista al garete. Poco después apareció Villar fotografiándose con la cifra detrás, felicitando al historiador sevillista por el trabajo de su equipo de historiadores en pos de los resultados de la investigación. Obsérvese que el presidente sevillista en el momento es José Castro.

Dijeron entonces que Villar lo aprobó por un chanchullo con Del Nido. Ninguno de los dos estaba ya cuando la Federación lo aprobó, aunque argumentan que manipulan a los nuevos dirigentes en diferido. Unos hachas. 

Dijeron que los historiadores federativos habían enviado la nueva fecha fundacional al garete nuevamente cuando el Sevilla FC la presentó. Poco después fueron esos historiadores los que defendieron 1890 ante los dirigentes federativos por su autenticidad.

Dijeron que la Federación nunca reconocería la nueva fecha fundacional. Poco después se aprobó en junta directiva y el Sevilla FC jugó como local frente al FC Barcelona la final de la Copa del Rey, cuestión que se adjudica por antigüedad.

Dijeron que el vicecónsul británico no daba crédito a las teorías de 1890. Poco después apareció fotografiándose con los historiadores sevillistas, agradeciendo en nombre de su majestad la reina la investigación sobre los orígenes británicos por escrito.

Dijeron que la Biblioteca Nacional mostraba en su catálogo que el Sevilla FC se fundó en 1908 basado en una publicación, esto era prueba ineludible para ellos puesto que se trataba de una institución muy importante. Cuando enviamos toda la documentación a la Biblioteca Nacional lo corrigieron. Entonces dejó de ser una prueba lo suficientemente importante, incluso dicen que les amenazamos.

Divulgaron que la federación inglesa contaba con una comisión de 40 historiadores para discernir las fechas de fundación de los clubes ingleses. Investigando sobre ello comprobamos que no contaban con dicha comisión, simplemente el Zancarrón inglés de turno reunió a unos cuántos para ver la fecha de fundación de un club y nada tuvo que ver con la federación inglesa. Un ridículo más.

Dijeron que instamos a la Federación a echar a los componentes de la asociación CIHEFE del propio edificio federativo, porque iban a cuestionar la fecha fundacional sevillista. Igual los echaron, pero no tuvimos nada que ver, aunque nos alegramos, la verdad. Por cierto, la carta de presentación del actual director del CIHEFE, Arrechea, fue un artículo escrito al dictado de Balmont contra la fundación sevillista en 1890. Necesitó hacer eso para tener relevancia y hoy les dirige.

Dijeron que no importa que la RFEF, la RFAF, la FIFA, la UEFA, la British Library, la Biblioteca Nacional, la Universidad de Sevilla, la prensa en general, las instituciones políticas… reconozcan 1890, pero si no lo hace La Liga, no vale nada. Saben perfectamente que será tarde o temprano cuando La Liga lo reconozca, entonces se inventarán otra cosa.

La interpretación sui generis de unos estatutos de 1909 para darle carácter fundacional, cuando eso no aparece por ningún lado, o de documentos de peticiones al Ayuntamiento de terrenos para jugar como si fuese un club nuevo, cuando se ha demostrado que antes ya jugaron en otros lugares; elevar a verdad absoluta el vocablo "constituir" como "fundar", cuando tiene diversas acepciones, máxime en el siglo XIX y principios del XX. Decir que no hay noticias entre determinados periodos cuando si las hay; decir que en 1909 era un club nuevo cuando la incipiente federación les hace llegar una invitación para participar en la federación, (cosa que no hicieron con ellos y eso que son de 1907) hacen de las teorías esgrimidas una verbena de las realmente divertidas.

Se rieron de que los sevillistas formasen un equipo multidisciplinar de investigación, dando muestras de la ignorancia que atesoraban, no se dieron cuenta de que un hecho histórico estaba siendo analizado desde distintas ópticas, la histórica, la económica, la jurídica, la linguística, la antropológica... dando como resultado un análisis mucho más certero en su interpretación. Por eso hicieron aguas siempre.

No lo contamos todo, daría para un libro, sólo algunas de las cuestiones que durante estos años han mantenido, pero nos da un idea de cómo nos han divertido para poner en pie una realidad que ellos ya no podrán cambiar: el Sevilla FC se fundó en 1890 para todos los habitantes, todas las federaciones, todos los organismos, toda la prensa, todas las instancias académicas del mundo, menos para ellos.

Gracias por todo, por las risas, por hacer el ridículo, por ayudarnos.






miércoles, 21 de agosto de 2024

LA PERSPECTIVA DEL TIEMPO


Por Alejandro Antúnez Infante.

El tiempo es ese inexorable elemento que determina nuestras vidas en mucha mayor medida de lo que en lo cotidiano podemos imaginar. El tiempo es lo único que no podemos frenar, pues todo tiene un principio y un final: las personas, los objetos, las estrellas, el universo y hasta los equipos de fútbol.

Cada sevillista cuenta un Sevilla distinto, ni más ni menos que aquel que ven o que vieron sus ojos, y recuerda con especial cariño el de su niñez, quizás por aquel guardameta inexpugnable; o el de su adolescencia, por ese delantero con un olfato magnífico para hacer llegar a nuestros oídos el eléctrico y adictivo sonido del balón impactando en la red, justo antes de la bomba de sonido y calor de decenas de miles de personas explotando al unísono; o el de su edad adulta, posiblemente por este medio centro extranjero que todo lo corta y organiza rápidamente y de forma eficiente.

El tiempo es la medida de todo, y cada sevillista mide su Sevilla según lo vivido, según su experiencia personal, según lo que haya visto en nuestro Ramón Sánchez-Pizjuán. Si un buen día decide rascar en la historia, comienza a encontrar nombres de antes de la guerra civil que le pueden sonar familiares, como Spencer, Kinké, Eizaguirre, Herminio… otros menos antiguos como Campanal, Alconero, Arza, Guillamón… y otros algo más cercanos como Bertoni, Sanjosé, Francisco o Pablo Blanco. Pero… ¿cuándo jugó cada cual?, ¿hace cuánto jugó?, o… ¿jugaron juntos alguna vez?

¿Realmente tenemos una idea del hueco temporal que estos señores ocuparon en la línea vital del club?, ¿podemos saber qué distancia temporal hubo desde que Kinké abandonó el puesto de delantero centro hasta que lo ocupó el stuka Guillermo Campanal? A poco que se investigue se puede descubrir que apenas pasaron 3 años entre el catalán y el asturiano, pero seguro que fascina darse cuenta que en realidad algunos miembros de la conocida como “línea del miedo” y de la delantera stuka llegaron a solaparse en el tiempo.

Quizás igualmente sorprenda al lector saber que a la defensa Sedeño-Herminio, que ya campaba a sus anchas destruyendo delanteras rivales en 1920, le sucedieron los Euskalduna y Deva en 1933, y que Joaquín y Villalonga ya formaban dúo en la retaguardia antes del final de la guerra, y más aún que cuando éstos colgaron las botas, se instauró en el balompédico deporte la defensa de 3 hombres, con nuestros Guillamón-Campanal-Valero ya en los años 50.

Acaso llame la atención aprender que el trío Arza-Araujo-Doménech jugaron juntos casi una década, y que dejaron de hacerlo hace ahora aproximadamente 70 años. Lo de que desde entonces nadie en la línea de ataque haya disputado tantas temporadas puede parecer un dato secundario, pero no lo es, es una señal inequívoca de que el fútbol de antes y el de ahora son deportes muy distintos.

Incluso puede ser significativo averiguar que la distancia temporal entre el ángel volador Guillermo Eizaguirre y el gran Busto es la mitad de la que hay entre Juan Carlos Unzué y Andrés Palop, o que la conocida como “delantera de cristal” tuvo a Mut acompañándoles en la distancia bajo los palos.

Las ecuaciones son infinitas y, al igual que en muchos aspectos de la vida, cada uno puede sacar sus propias conclusiones. A tal fin este humilde autor ha decidido dibujar o componer una línea temporal de nuestro Sevilla FC, otorgándole su justo protagonismo a aquellos jugadores que más temporadas han estado formando parte de este nuestro histórico club, colocándolos en su lugar correcto en el tiempo, junto a los compañeros, presidentes, entrenadores y méritos deportivos de cada instante.

Se trata de una imagen esquemática y algo rudimentaria, donde el lector podrá hacerse una idea de todo lo expuesto anteriormente y sacar así sus propias consecuencias y aprendizajes. Como, dado lo sencillo del esbozo, tan solo podía incluir un nombre por temporada, notará que faltan unos nombres (algunos puede que de importancia para algunos aficionados), sobrarán otros, se verán sorpresas y aparecerán decepciones, pero creo modestamente que representar de manera gráfica más de 130 años de historia es algo muy complejo. Además, este esbozo probablemente me sirva para realizar una mejor visión en un mejor archivo y de forma más intuitiva en el futuro.

Espero que disfrute usted la mitad de lo que un servidor se ha deleitado durante su fabricación, que aprenda al menos alguna pequeña cosa, y que se sienta igual de pequeñito que yo ante la perspectiva del tiempo y de la fenomenal y hermosa historia de nuestro club.






martes, 6 de agosto de 2024

PASAR LISTA

Por José Arjona - @ArjonaDeMiguel

Muchos aficionados al fútbol viven con incomodidad situaciones que se producen cuando acuden al Estadio a ver a su equipo. Acudir supone asumir cacheos y registros para ver, en definitiva, un partido de fútbol. Sabiendo además que, en función al sector que corresponda el abono o entrada, el control será exhaustivo o liviano. Siempre ha habido clases.

De cualquier incidencia pública que se produzca en un Estadio o su entorno próximo, será la Unidad de Control Organizativo (UCO), dependiente del Ministerio del Interior, quien ejercerá la dirección del dispositivo de seguridad durante los partidos. Esta debe disponer, al menos, de un circuito cerrado de televisión con cámaras fijas y móviles que grabarán el aforo al completo de principio a final; enlaces de radio y telecomunicación; así como la red de Policía Local y Nacional, Medios Sanitarios, y Protección Civil.

En definitiva, cuenta con medios suficientes para conocer su color de ojos, o lo que hable con el vecino de localidad. El dispositivo y sus medios debe ser de conocimiento público conforme a las instrucciones de la Agencia Española de Protección de Datos.

Ya en la temporada 2015/16 la Liga de Fútbol Profesional (LFP) puso en marcha, amparándose supuestamente en el interés público, un sistema de control de acceso a los estadios mediante identificación biométrica; básicamente utilizando la huella dactilar. Esta técnica se ha aplicado principalmente en las puertas de acceso de los grupos radicales, también llamados por la LFP “Grada de Animación”.

Hace unas semanas la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte, determinó la conclusión de la identificación biométrica.

Todo lo que suceda en el interior y exterior de los Estadios será grabado y quedará registrado durante un mes por la UCO, por si fueran requeridos por las autoridades competentes para investigación o instrucción de procedimientos.

Pero cacheos y registros, que pueden llegar a resultar ofensivos, son parte de lo que se vivirá al acceder a un Estadio, donde los aficionados han pasado a ser clientes de un entramado que sólo los busca, valora y considera, para generar ingresos. 

Es conocido que los derechos televisivos obligan a que se jueguen partidos durante buena parte de la franja horaria de sábados y domingos, pero no lo es menos que muchos espectadores no asisten al Estadio en jornadas intempestivas, especialmente en época de altas temperaturas y en horarios críticos. Su salud podría estar en juego.

Se dan incluso situaciones en las que, tras comprar semanas antes localidades y traslados, la LFP cambia la fecha por proximidad, por ejemplo, con partido de competición europea de un club oponente, alterando así, unilateralmente, la voluntad y expectativas del aficionado.

Solo prevalece  el interés de la LFP, sus patrocinadores y espónsores.

Otro motivo de desencuentro es la permisividad en el hábito de fumar que afecta especialmente a menores y adultos en localidades próximas fumadores. 

La prohibición de fumar en la totalidad de estadios españoles no existe debido a que no se dispone de Ley nacional que lo contemple. Cierto es, que algunos clubes lo tienen prohibido por acuerdo propio o de su Comunidad Autónoma. 

La vigente prohibición es una medida transitoria, dependiente de la evolución epidemiológica y no una decisión permanente.

Es habitual encontrarte Estadios llenos de pictogramas prohibiendo fumar y, sin embargo, el Consejo de Administración del Club no lo ha aprobado aun.

El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, no ha levantado la prohibición ordenada el 23 de febrero de 2022, por lo cual sigue estando prohibido fumar en los Estadios.

Como dato a tener en consideración, el Club Atlético de Madrid SAD ha comunicado a sus abonados la prohibición de fumar en el estadio Metropolitano al haber aprobado su Consejo de Administración convertirlo en recinto libre de humo desde la temporada 2024/25.

A nivel europeo, UEFA, desde la Eurocopa masculina de 2012 prohíbe el consumo de tabaco, y lo ha ido actualizando también a cigarrillos electrónicos o vapeadores en todas las competiciones que organiza.

El paraguas también es motivo de conflicto en el acceso a los Estadios. Las empresas de seguridad requisan los paraguas que terminen en punta, sea metálica o de madera. Los únicos permitidos son los que carecen de punta.

Da igual que esté lloviendo a cántaros y que su localidad no esté cubierta. Se lo requisan y búsquese la vida. El argumento que utilizan los clubes para ordenar retirarlos es considerarlo objeto arrojadizo, aunque concretamente no consta en el Reglamento. Y, que, si proceden así, es para acatar normas policiales que, por cierto, no parecen estar definidas.

Las tertulias previas a los partidos son otro hábito que está decreciendo. Antes, era habitual verse en peñas del Club, bares, o cafeterías, con familiares y/o amigos conversando sobre el partido a ver y cuestiones varias, mientras se tomaban cervezas, cafés o alguna copa. En la actualidad agentes municipales patrullan por las calles adyacentes para evitar que clientes de los locales salgan vaso en mano del local. De hacerlo y detectarlo, se impondrán severas sanciones económicas al negocio. Si ya no pueden estar en la calle, y el aforo de los locales no puede atender a más, la solución para los establecimientos resulta compleja.

Intentar realizarlo en los ambigús de los Estadios sería inaudito. Es sobradamente conocido que en lo general el servicio no está realizado por profesionales por lo que está carente de la solvencia y rapidez requerida. Aplican precios abusivos, y no ofrecen -como en otras zonas de los Estadios- el consumo de cerveza, por ejemplo. Producto que por cierto se ha podido consumir en todos los sectores de los Estadios donde se ha disputado la Eurocopa 2024 celebrada en Alemania.

Llegar con su vehículo a la cercanía del Estadio resulta inviable. Las autoridades municipales suelen difundir la conveniencia de utilizar el transporte público. En la mayoría de ciudades que disponen de aforos importantes no parecen ser suficientes los refuerzos de servicios en las franjas horarias afectadas. Si para colmo se disputase una prórroga en el partido, igual habría que utilizar el ingenio para regresar a casa.

Aquí también podríamos incluir a abonados que, en sus vehículos o en autobuses especialmente fletados por Peñas para asistir a los partidos, se desplazan desde otras poblaciones, a kilómetros del Estadio. Los horarios y las condiciones atmosféricas definirán el tránsito.

Y, para concluir, no se puede olvidar la comodidad que supone, aun siendo abonado, verlo tranquilamente en casa por la TV. 

Buena parte de lo descrito ayuda a comprender muchas quejas, y cómo teniendo completo los Estadios el aforo de abonados, faltan varios miles cada jornada en las gradas.